Rosa María Torres
Medicina preventiva
La hipertensión provoca problemas oculares hasta a un 11% de los que la padecen
En estados avanzados provoca visión borrosa e incluso pérdida de visión
¿Sabías que el 43% de la población es hipertensa? Y lo peor, más de un tercio de los pacientes lo son y no lo sabe. Estos datos convierten a la hipertensión arterial (HTA) en una de las enfermedades con mayor incidencia en España, la cual además no deja de crecer.
“Los pacientes sí que suelen conocer que la tensión alta es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular, es decir, un infarto o un ictus, o que puede dañar especialmente al corazón, el cerebro o el riñón. Sin embargo, no saben que también afecta a otros órganos del cuerpo, como pueden ser los ojos, provocando retinopatía hipertensiva. Hasta el 11% de los hipertensos presentan esta patología ocular”, explica la Dra. María Capote, responsable de la Unidad de Retina y Vítreo de Central Ocular.
Retinopatía hipertensiva: crónica y aguda
La crónica es la más habitual. Poco a poco va perjudicando y dañando los vasos sanguíneos que forman la retina. Como consecuencia, las paredes de estos vasos se van volviendo más gruesas de forma que disminuye la cantidad de sangre que fluye por ellos y, por tanto, que llega a la retina, pudiendo resultar dañadas algunas zonas de la misma, incluso la mácula (responsable de la visión central). Cuando la retinopatía está muy avanzada, también puede provocar alteraciones en los cruces arteriovenosos, arterioesclerosis con cambios en la pared vascular (hilos de cobre) e hiperplasia y engrosamiento muy grave de la pared vascular (hilos de plata).
Una de las características de esta enfermedad es que se desarrolla de forma pausada. Así nos lo cuenta la Dra. Capote: “Los pacientes permanecen muchos años sin síntomas porque el daño que produce la hipertensión en los vasos de la retina es muy lento. Cuando la enfermedad está muy avanzada la sintomatología está compuesta de visión borrosa, disminución de la agudeza visual e, incluso, pérdida significativa de la visión (normalmente estos pacientes también son diabéticos o padecen arterioesclerosis)”.
Y recalca que la mejor forma de evitar este problema es someterse a revisiones oftalmológicas anuales “Muchos pacientes descubren que son hipertensos en la consulta de un oftalmólogo”, recalca.
A diferencia de la retinopatía crónica, la aguda se manifiesta de repente y debido a cambios muy bruscos en la tensión arterial. En este caso el paciente refiere visión borrosa, que suele normalizarse cuando se controla la tensión, y dolor de cabeza. También puede producirse de forma brusca la obstrucción de una de las arterias que lleva la sangre al ojo (obstrucción de la arteria central de la retina), o en las venas que recogen, sufriendo una disminución de la agudeza visual muy significativa. Requiere acudir de forma urgente a un especialista para que haga un diagnóstico diferencial.
No hay que temer al diagnóstico
El diagnóstico de las retinopatías hipertensivas se hace mediante la realización de un estudio de fondo de ojo. Esta prueba permite visualizar a través de la pupila el interior del ojo, la retina y el nervio óptico y analizar si están dañados y en qué medida.
“Es una prueba indolora, en la que se instilan unas gotas anestésicas y para dilatar la pupila antes de comenzar, y que permite obtener un diagnóstico en unos minutos. Si consideramos que hay alguna lesión y que el paciente necesita un estudio más exhaustivo le hacemos en la misma consulta una Tomografía de Coherencia Óptica, prueba no invasiva que permite a los oftalmólogos mapear las diferentes capas de la retina y así analizar de forma minuciosa el daño en cualquiera de ellas”, indica la oftalmóloga de Central Ocular.