Victoria Herrero
Medicina preventiva
La aparición de incontinencia fecal en personas mayores
No se trata de una enfermedad en sí, sino de una afección que causa cierto pudor y vergüenza
A muchos nos puede extrañar este tipo de afección. En muchas ocasiones, hemos oído hablar de la incontinencia urinaria, pero muy pocas de la incontinencia fecal en personas mayores. Por eso, hoy vamos a descubrir en qué consiste, cuáles son sus síntomas más comunes y los tratamientos más adecuados para solventarla.
Sintomatología de la incontinencia fecal
Se trata de la incapacidad de controlar los movimientos intestinales. Es decir, de forma involuntaria no te puedes "preparar" para la liberación de esas deposiciones o contenido fecal. Incluso se puede dar la expulsión de gases que vayan acompañados de una pérdida de heces. Esto es lo que se conoce como incontinencia fecal.
Por tanto, es fácil adivinar los síntomas que se dan en este tipo de situaciones, un tanto embarazosas y que provocan cierta vergüenza o pudor al consultarlo con el médico. Así, entre las causas más frecuentes podemos encontrar episodios de diarrea, estreñimiento, cirugías, daño en los músculos o en los nervios de la zona del esfínter anal, la edad o el parto, en el caso de las mujeres. Precisamente, una de cada tres mujeres mayores de 50 años padece síntomas de incontinencia fecal.
En el caso de los hombres, la aparición puede estar relacionada con un tratamiento de radioterapia para paliar los efectos de un cáncer de próstata. Incluso se observan casos de incontinencia fecal en aquellas personas con avanzados estados de demencia.
Prevención y tratamiento
Sin embargo, no hay que alarmarse. No se trata de una enfermedad como tal, sino de una afección que resulta incómoda. Así, cuando acudas a la consulta del médico, es posible que este te recomiende una serie de pautas para revertir la situación, además de poder prevenirla en el futuro en los casos más leves.
Consejos como beber más líquidos o comer alimentos con alto contenido en fibra, cuidarse en caso de diarrea o evitar el esfuerzo a la hora de ir al baño son de gran ayuda. Tampoco vienen mal los ejercicios para fortalecer los músculos de la zona anal. Solo en casos más graves se puede recurrir a operaciones quirúrgicas para reparar los músculos o estimular los nervios que controlan la zona del ano.