Teresa Rey
Medicina preventiva
Una investigación vuelve a vincular la ingesta moderada de alcohol con la enfermedad coronaria
El nuevo análisis muestra que este hábito puede comprometer la salud del corazón en algunos casos
La cultura del alcohol está muy extendida en nuestro país, de hecho dentro de las drogas legales es la más consumida. La ingesta de esta bebida está relacionada con numerosos problemas, como accidentes de tráfico, pero también con enfermedades concretas como la úlcera gastrointestinal, la cirrosis hepática, el cáncer de hígado o la pérdida de memoria. Ahora además un estudio ha demostrado que su vínculo con la posibilidad de sufrir un infarto de miocardio no debe desestimarse, aunque hay informes que hablan de que un consumo leve-moderado de alcohol podría tener un efecto cardioprotector.
Una etapa más amplia
Se trata de un análisis retrospectivo en el que los investigadores estudiaron a pacientes hospitalizados en Nueva York (Estados Unidos) entre 1996 y 2001, preguntándoles sobre sus hábitos de consumo de alcohol.
La doctora Marcia Russell, directora del trabajo realizado por el Centro de Investigación de Prevención del Instituto de Investigación y Evaluación del Pacífico de Estados Unidos, destaca que como elemento diferenciador esta es la primera vez que se tienen en cuenta las pautas de consumo de alcohol que cubren prácticamente toda la etapa de la vida, “desde la adolescencia hasta la adultez emergente, con respecto a los ataques cardiacos no fatales”.
Al realizar el análisis de este modo, se pudo profundizar en dos tipos de comportamiento respecto al alcohol. Por un lado, los que seguían unas pautas estables y por otro, los que bebían esporádicamente pero con picos de ingestas mayores. Respecto a estos últimos se descubrieron patrones menos saludables, con un inicio del consumo inicial más regular, pero menos frecuente en general aunque con mayor cantidad de ingestas por día o episodios de borrachera más habituales a lo largo del año.
Bebedores tempranos
Los resultados mostraron que los episodios cardiovasculares, en concreto los infartos, fueron más frecuentes en los bebedores tempranos no estables, en comparación con los estables de por vida, incluidos los que ya no lo eran y los que en ese momento seguían siéndolo.
En definitiva, la conclusión ha determinado que haber tomado ingestas importantes de alcohol durante la adolescencia y la edad adulta temprana, de forma esporádica pero con picos de consumo, sí podría tener influencia en posibles problemas cardiovasculares a largo plazo. Hasta ahora los análisis que se han hecho en este sentido han partido de edades superiores a los 35 años, por lo que esta nueva investigación sugiere que las ingestas anteriores a esta edad podrían influir en la salud cardiovascular.