Mariola Báez
Medicina preventiva
La tensión arterial, un dato determinante que hay que mantener bajo control
Tensión alta o baja, ¿qué es mejor?
Es un término que escuchamos con frecuencia. Tomar la tensión es una prueba rutinaria, y una de las primeras que el médico realiza en consulta en el transcurso de cualquier revisión general. Como explica la Fundación Española del Corazón esa “tensión” responde a la presión que soportan nuestras arterias con cada latido, a medida que el corazón impulsa la sangre hacia los distintos órganos. La presión máxima (sistólica) es la que se produce con cada contracción y la mínima (diastólica) la que está presente en el momento de relajación del corazón.
Esas dos cifras son una información vital para conocer el estado general de nuestra salud y en especial para determinar nuestro nivel de riesgo cardiovascular.
Una presión arterial en cifras normales oscila entre 120-130 mmHg (máxima) y 80-89 mmHG (mínima). El “corte” para poder hablar de hipertensión arterial (HTA) se establece en valores mayores o iguales a 140/90 mmHg, según los últimos estudios analizados por la Sociedad Española de Cardiología (SEC)
¿Qué peligros entraña tener la tensión alta o anormalmente baja?
Los médicos señalan la importancia de mantener la tensión arterial dentro de los parámetros normales teniendo en cuenta que esta puede presentar ligeras variaciones según distintas circunstancias, por ejemplo, puede oscilar según el momento del día en que se haga su medición o ante situaciones de estrés, tras realizar un ejercicio físico intenso...
Los expertos indican que el mayor peligro radica en la tensión arterial alta, ya que la hipertensión es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular y renal bien conocido que afecta al 40% de adultos de edad media, superando el 68% en el caso de las personas mayores de 60 años (datos SEC).
El principal problema de la hipertensión es que no da síntomas, pero su efecto negativo para la salud está directamente relacionado con múltiples dolencias, desde distintas patologías cardiovasculares, hasta la arterioesclerosis, sin olvidar los riesgos que la elevación de la tensión supone frente a otros graves accidentes vasculares como el ictus.
Mantener la tensión en niveles bajos siempre resulta más saludable, aunque también existen casos de hipotensión, que implican ciertos riesgos. Cuando la presión arterial desciende en exceso, este hecho se manifiesta con síntomas como visión borrosa, mareos o desmayos. Este fenómeno puntual puede producirse por motivos muy diversos, desde la ingesta de un medicamento que provoque el descenso brusco de la presión sanguínea, hasta la deshidratación o una patología cardiaca no detectada. La tensión anormalmente baja puede requerir algún tipo de tratamiento farmacológico que deberá determinar el médico especialista.