Mariola Báez
Medicina preventiva
¿Manos y pies fríos incluso en pleno verano? Estas pueden ser las causas
Problemas relacionados con el sistema circulatorio o patología específicas son motivos probables
No es extraño sentir, un día, más frío del normal en las extremidades superiores e inferiores. El motivo puede ser tan simple como no llevar un calzado adecuado o unos buenos guantes cuando las temperaturas bajan, pero es cierto que hay personas mayores que, por norma, tienen los pies o las manos “heladas” aunque el calor apriete y este fenómeno debe vigilarse.
En general no es un síntoma alarmante, salvo que se presente acompañado de hormigueo o entumecimiento pero, aun así, si es algo realmente llamativo, no está demás consultarlo con el médico, porque podría tratarse de una manifestación de alguna patología concreta.
Causas habituales por las que manos y pies no “entran en calor”
Los casos más llamativos, en los que además del frío los dedos de las extremidades pueden presentar un cambio de coloración (volverse azulados), suelen ser un síntoma claro de llamado Síndrome de Raynaud, que como explica la Sociedad Española de Reumatología (SER), es una enfermedad que se caracteriza por una disminución de la circulación sanguínea en estas áreas periféricas. Se produce por una contracción anómala de los vasos sanguíneos, que hace que no pueda llegar toda la sangre que debería a los dedos.
Esta es una enfermedad considerada rara, pero hay otras, más comunes, que también pueden tener como síntomas manos y pies fríos. Una de ellas es la anemia. La falta de suficientes glóbulos rojos en el torrente sanguíneo puede tener como consecuencia una anómala sensación de frío generalizada, incluyendo el que se experimenta en las extremidades, tal como señala la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI)
Otras patologías relacionadas con el sistema circulatorio, como problemas en la circulación venosa de retorno o incluso enfermedades como la diabetes, podrían tener relación con este fenómeno.
Por último, aunque son estudios aún por confirmar, los médicos apuntan a que también el estrés y la falta de descanso (dormir mal) pueden influir en que tengamos los pies y las manos más frías de lo que sería normal.
Si la situación resulta alarmante, sobre todo si al frío se une algún tipo de sensación dolorosa o falta de sensibilidad, es importante la consulta con el especialista. De momento, para combatir el frío en las extremidades, no queda otra que recurrir a los guantes y al “doble calcetín”, tomando al tiempo bebidas calentitas que nos reconforten.