Mariola Báez
Medicina preventiva
¿Te has hecho una pequeña herida? Mitos y verdades sobre cómo debes tratarla
Lavarla, dejar que se seque al aire, poner un apósito… Lo que conviene saber sobre las curas
Está claro que ante una herida seria que provoque hemorragia o dolor intenso es necesario acudir a un hospital de manera inmediata para recibir atención médica, pero en otras ocasiones menos graves podemos hacernos una herida, en principio sin demasiada importancia. Un rasguño fruto de una caída, un pequeño corte con un cristal o un cuchillo de cocina, una laceración con una piedra mientras hacemos senderismo, una ampolla por culpa de un calzado no apropiado… Cualquier accidente que afecte a la integridad de la piel es una herida y debe ser valorada y tratada con medidas más simples o complejas, según el nivel de gravedad.
¿Cómo actuar ante una herida aparentemente no grave?
Lógicamente, lo primero que hay que intentar es que no se produzca. Extremar el cuidado a la hora de manejar cualquier objeto punzante es importante, especialmente si quien los utiliza es una persona mayor, cuya vista o pulso están perjudicados, o un niño que no mide el peligro.
Cualquier corte o herida superficial merece unos minutos de atención para valorar la situación. Además, la Cruz Roja Española (@CruzRojaEsp) señala cuatro premisas básicas, válidas en cualquier caso y que conviene no olvidar:
- Antes de curar cualquier herida, lávate las manos con agua y jabón y repite la operación una vez terminada la cura.
- En un primer momento, no emplees ni algodón ni alcohol para limpiar una herida.
- Tampoco recurras a pomadas antibióticas ni a remedios caseros que tal vez no sean adecuados.
- Nunca extraigas un objeto de tamaño importante que esté clavado en una herida. Una cosa es retirar la suciedad o alguna pequeña partícula de cristal o metal, pero un objeto grande podría estar frenando la salida de la sangre y solo debe quitarlo un profesional sanitario, ante el riesgo de posible hemorragia.
Teniendo clara la manera correcta de actuar, después surgen mil dudas porque, en muchos casos, tenemos en la mente ideas que hemos oído sin saber si realmente son aconsejables o no.
En este sentido, la Sociedad Española de Heridas (@SEHERheridas) aclara algunas cuestiones realmente importantes. Por ejemplo, cualquier herida, por pequeña que sea, debe lavarse simplemente con agua y jabón para minimizar el riesgo de infección. El suero fisiológico aplicado “a chorro”, de dentro hacia afuera, es también una buena medida a la hora de evitar la entrada de gérmenes.
Por otra parte, ni las heridas se curan mejor “al aire” ni el sol contribuye a su buena cicatrización. Como medida general, estas deben cubrirse con un apósito apropiado, aquel que mejor replique las condiciones de la piel sana. Los rayos solares pueden provocar la inflamación de la herida.
Las curas se deben hacer una vez por semana, otra idea extendida que no tiene fundamento alguno. Cada herida precisará un número de curas determinado, siempre dependiendo de su extensión y profundidad.
Dejar que se forme costra es lo mejor, una máxima que hemos oído mil veces, pero que en realidad no siempre es la opción que más ayuda a una buena cicatrización.
Extremar la higiene, detener la hemorragia, aplicar un antiséptico y consultar con el médico en caso de duda es el mejor protocolo de actuación ante cualquier circunstancia que implique que nuestra piel, la barrera natural de protección de nuestro organismo, ha resultado dañada de alguna manera.