Mariola Báez
Medicina preventiva
Prueba de fondo del ojo, esencial para el diagnóstico precoz de patologías oculares
Los controles oftalmológicos y optométricos son la mejor medida preventiva para la salud visual
La oftalmoscopia, o examen de fondo del ojo, es una prueba sencilla, que no lleva más de 10-15 minutos. Resulta absolutamente indolora y es eficaz a la hora de detectar múltiples patologías incluso en sus inicios, algo que favorece el diagnóstico precoz y la aplicación del tratamiento adecuado que ayude a frenarlas o corregirlas.
La Asociación Española de Optometristas Unidos explica que el examen del ojo en profundidad puede ser fundamental en la detección de dolencias oculares serias, como pueden ser la uveítis, la Degeneración Macular asociada a la Edad (DME) o la retinopatía diabética en el caso de personas que padecen esta enfermedad.
¿En qué consiste una prueba de fondo de ojo?
Las revisiones oculares periódicas son necesarias a medida que la edad avanza y los órganos visuales experimentan cambios naturales propios del envejecimiento. La prueba de fondo del ojo se realiza en la consulta o clínica del oftalmólogo y su objetivo es poder observar con detalle las zonas que se encuentran en la parte posterior del globo ocular, como son la retina, la mácula, los vasos sanguíneos el disco óptico y la coroides.
Existen distintos métodos para llevar a cabo una oftalmoscopia y será el médico especialista quien decida cuál es la más indicada atendiendo a las características de cada paciente. La prueba puede realizarse por observación directa, utilizando un oftalmoscopio, un aparato que proyecta un haz de luz que se dirige a la pupila y con el que es posible obtener una imagen unidimensional de toda la estructura ocular.
También es habitual el uso de máquinas de lámpara de hendidura, esas en las que hay que apoyar la barbilla y mirar directamente a la luz que proyecta. Con las lentes adecuadas, el médico tendrá una visión general y tridimensional del ojo. Efecto similar se consigue con un aparato en forma de "casco", con luz incorporada, que también suelen utilizar los oftalmólogos en la prueba de fondo del ojo.
Comprobar cómo se encuentra el interior de la propia estructura ocular es la mejor manera para que el especialista pueda ver si algo no anda bien y diagnosticar la posible patología, iniciando, lo antes posible, el correspondiente tratamiento. Se trata de una prueba que no requiere preparación previa. La única precaución que hay que tomar es acudir acompañado a la consulta, por si el oftalmólogo considera oportuno la aplicación de unas gotas específicas (midriáticas) que favorezcan la dilatación de la pupila para una mejor observación. Además, se aconseja llevar unas gafas de sol, porque, tras la oftalmoscopia, se puede presentar una hipersensibilidad a la luz, siempre pasajera.