Teresa Rey
Medicina preventiva
¿Qué necesidades tiene el paciente polimedicado mayor?
Resulta importante un control y vigilancia de los tratamientos, y de la adherencia terapéutica
La polimedicación es una condición característica de las personas mayores ya que en un porcentaje elevado este sector de la población presenta pluripatología. Esto implica la necesidad de tomar varios medicamentos a la vez. Se considera que un paciente está polimedicado cuando ha de ingerir al menos seis fármacos de forma crónica. Aunque en algunos casos se establece que ya cumple este requisito quien consume cinco o más medicamentos durante un periodo mínimo de seis meses, por cualquier vía, es decir, oral, inhalada, etcétera.
Este es un fenómeno frecuente en personas mayores de 65 años, según indica el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam). Este grupo es el que más enfermedades crónicas acumula, su demanda asistencial en atención primaria es tres veces superior a la media de la población y consume más del 30% de los medicamentos que se prescriben, generando el 75% del gasto farmacéutico.
Control y vigilancia
Desde los distintos organismos de salud existe la conciencia de que los pacientes polimedicados mayores necesitan una vigilancia y cuidados específicos por esta condición y porque en muchos casos presentan enfermedades crónicas que requieren de un seguimiento pautado. Por eso a través de algunas de las consejerías de Sanidad se desarrollan programas y estrategias diferentes para abordar esta situación.
En la polimedicación intervienen factores biológicos, psicológicos, sociales y propios del sistema sanitario. Por lo tanto, los expertos aseguran que su abordaje se ha de incluir todos estos factores. La coordinación entre profesionales se torna además fundamental, tal y como se indica en el informe Pacientes polimedicados frágiles, un reto para el sistema sanitario, del Sistema Nacional de Salud.
Se sabe que los efectos sobre la salud de tomar varios medicamentos son importantes. El riesgo de sufrir efectos adversos e interacciones se incrementa por cuatro cuando se toman ocho fármacos.
Por otro lado, está la adherencia terapéutica, es decir, el cumplimiento o no del tratamiento. Este resulta complejo la mayoría de las veces debido a que la ingesta de cada fármaco es diferente, lo que implica que el paciente mayor tenga que hacer un esfuerzo importante a la hora de recordar cómo ha de administrarse cada producto.
Así pues, los pacientes polimedicados mayores necesitan un seguimiento pautado y controlado, que permita por un lado evaluar si realmente se están efectuando bien las ingestas. Y por otro, que vaya verificando si el tratamiento está surtiendo el efecto deseado, así como analizar los posibles efectos secundarios e interacciones.
Evaluación
En un primer momento se tiene que efectuar una evaluación clínica en la que se vea si realmente se está administrando el tratamiento adecuado para el trastorno de salud que tiene el mayor. Después si la dosis, las pautas y la duración son las apropiadas, así como la eficacia y seguridad de las terapias indicadas. Además, hay que tener en cuenta condiciones globales de salud de los enfermos.
Los distintos programas están dirigidos principalmente a detectar problemas en la utilización de medicamentos, revisando los tratamientos. De esta manera se puede trabajar sobre una polimedicación inadecuada, que es cuando se están tomando más medicamentos de los realmente necesarios. En estos casos, se tendrá que trabajar para reducir el mayor número de fármacos inapropiados.
También tratan de ampliar el conocimiento y enseñar a los pacientes lo importante que es seguir las pautas médicas a través de la educación. La consecución de un mejor cumplimiento terapéutico se logra en ocasiones elaborando sistemas personales de dosificación y enseñando cómo ha de ser la administración.
Con estos controles periódicos, las personas mayores polimedicadas podrán aumentar su calidad de vida, ya que el objetivo es alcanzar una mayor afectividad de los abordajes, que con el tiempo y en algunos casos puede a ayudar a reducir las dosis o incluso a la supresión de algunos fármacos.
La coordinación de los profesionales
Otro factor importante que apuntan los expertos es la necesidad de que exista una adecuada coordinación entre los médicos de familia y el resto de los especialistas. En ocasiones ambos expertos no coinciden en la selección de fármacos y lo que a la par denota una falta de seguimiento de estos pacientes.
Por este motivo, gran parte de los autores recomiendan que los médicos de atención primaria y los hospitalarios establezcan de forma conjunta protocolos consensuados, guías de práctica clínica, formularios y actividades de formación continuada. También se propone crear comisiones en las que intervengan los dos tipos de profesionales para llegar a consensos de actuación al menos en las enfermedades más prevalentes.
Hojas de tratamiento
Desde el Sistema Nacional de Salud se destacan los beneficios de las hojas de tratamiento, un elemento que considera fundamental para el proceso de coordinación y conciliación de la medicación. Esto es así porque evitan que se produzcan errores a la hora de medicarse en el domicilio, mientras que en la farmacia permiten prestar servicios de seguimiento de los tratamientos con mayor seguridad.
En la consulta del médico, ayudan a que este sepa la medicación del paciente y le permite adaptar mejor las prescripciones. En la enfermería, facilita la revisión de los cambios y ayuda a una mejor adherencia el tratamiento.