Teresa Rey
Medicina preventiva
¿Cómo afecta el ruido de las ciudades a la salud de los mayores?
El tráfico, las voces y la música, todo junto hace que las urbes presenten contaminación acústica
El ruido se considera como un agente contaminante invisible en la sociedad actual, y como tal provoca efectos negativos en la salud de los mayores y de la población en general. Según la Sociedad Acústica Española (SEA), ocasiona problemas fisiológicos y psicosomáticos, y constituye un importante problema medioambiental y social.
Diversas investigaciones han demostrado que el ruido del tráfico de las grandes ciudades puede generar “trastornos del sueño y enfermedades mentales, y el sedentarismo y obesidad derivados de la dependencia del uso de modos de transporte motorizados”, tal y como explica el ingeniero en Transporte y Vías, J.R. Quintero González, en el documento El ruido del tráfico vehicular y sus efectos en el entorno urbano y la salud humana.
Un estudio reciente realizado en Madrid entre 2010 y 2013, por expertos de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III (ENS-ISCIII @SaludISCIII), y publicado en la revista Science of the Total Environment, ha constatado que el tráfico aumenta los ingresos hospitalarios por depresión y ansiedad, pero también puede conllevar un aumento del riesgo de suicidio.
Depresión, ansiedad y suicidios
La capacidad de la contaminación acústica para estresar el sistema nervioso actúa en dos niveles. Por una parte afecta al hipotálamo, al cual excita provocando un impacto psicológico una vez que los sonidos llegan a una parte de sus estructuras, y al mismo tiempo se producen alteraciones orgánicas en otras zonas como el eje hipotalámico pituitario adrenocortical (HPA) y el sistema simpático adrenal medular (SAM).
Los investigadores han determinado tras analizar los resultados, que los ingresos urgentes por ansiedad, depresión y suicidio están vinculados con los niveles de ruido equivalente (LEQ). A su vez han encontrado que se dan más casos de ansiedad ligados con las temperaturas extremas, sobre todo cuando se producen olas de frío.
Gracias a este nuevo informe se han podido verificar las asociaciones encontradas por los mismos investigadores en otros análisis, entre el ruido del tráfico y la aparición de enfermedades neurodegenerativas como la demencia y el Parkinson, por esa capacidad que tiene el ruido como factor estresante para el sistema nervioso.
De hecho, los expertos aseguran que con este nuevo descubrimiento se consolida una hipótesis que ya se barajaba debido a diversos análisis científicos previos, y es que la contaminación acústica urbana podría incluso ser más nociva para la salud que la química, ya por la cantidad de patologías a las que afecta, ya por el riesgo que se le atribuye a este elemento contaminante.
En general, en las grandes ciudades al ruido que generan los vehículos hay que añadir otros y que elevan los niveles contaminantes por este motivo. El mismo hecho de usar el claxon de los coches, el tono de voz de los viandantes, la música y el emplear de dispositivos para su reproducción a un volumen más alto del normal, son algunos de los elementos que incrementan la contaminación por este motivo.
Otros efectos
El ruido puede incrementar el insomnio, sobre todo en las residencias ubicadas en zonas de ocio o cercanas a carreteras con mucho tráfico. Además, en algunas personas puede aumentar la agresividad o el estrés, lo que influye directamente en las actividades mentales y las relaciones sociales personales.
La salud auditiva es una de las que más se resiente en estos casos. La comunidad científica establece que si se mantienen niveles de 85 decibelios (dbA) de una forma prolongada hasta ocho horas, se podrían experimentar una pérdida del oído transcurridos varios años.
Otros análisis han reflejado que se puede producir hipoacusia, que es cuando tiene lugar una disminución del nivel de audición de una persona por debajo de lo normal. Esta condición puede ser reversible o convertirse en algo permanente. Para que se produzca se tiene que dar una exposición al ruido con intensidad alta y una duración o cansancio prolongado que impide la recuperación.
Cuando hay un ruido excesivo se ve afectada igualmente la comunicación verbal, ya que las personas tienden a hablar más alto, lo que contribuye a un mayor aumento de la contaminación acústica.
Si hay problemas para conciliar el suelo el sistema inmune se puede ver debilitado, las defensas se ven mermadas y así estar más expuestos a enfermedades como los resfriados. La Organización Mundial de la Salud (OMS @opsoms) establece que si se superan los 30 decibelios por la noche se pueden sufrir alteraciones a la hora de dormir y si se sobrepasan los 35 dBA, entonces las posibilidades de padecer trastornos en este sentido son aún mayores.
La salud del corazón también se puede resentir. Si estamos mucho tiempo expuestos a este tipo de contaminante entonces la tensión arterial se incrementa, dando lugar a hipertensión e irregularidades en el ritmo cardiaco. La OMS indica que pueden darse estas circunstancias cuando se sobrepasan los 65 ó 70 decibelios.
Al mismo tiempo, se ha comprobado que vivir rodeados de este agente ocasiona en algunos individuos síntomas diversos como dolor de cabeza, irritabilidad, inestabilidad, disminución del impulso sexual e induce a comportamientos psicológicos anormales, entre otros.