Teresa Rey
Medicina preventiva
Hernia discal en mayores: cómo saber si la tengo y pautas para prevenirla
Teresa Rey
Foto: Bigstock
Sábado 11 de enero de 2020
ACTUALIZADO : Jueves 20 de mayo de 2021 a las 10:57 H
5 minutos
Es uno de los problemas de espalda más frecuentes, afectando por igual a hombres y mujeres
La hernia de disco es uno de los problemas más frecuentes relacionados con el dolor de espalda, provocando molestias importantes tanto en hombres como en mujeres. Se puede originar por diversos motivos siendo el envejecimiento uno de ellos, debido al desgaste que se produce en la zona a consecuencia del paso del tiempo. Los discos que rodean las vértebras de la columna tienden a desgastarse, pierden parte del agua que los componen, lo que les hace más débiles y frágiles propiciando un posible desgarro o rotura, incluso solo con leves movimientos.
Cómo identificarla
Los discos son unas almohadillas suaves que se sitúan entre las vértebras. Están compuestos de una sustancia blanda o gelatinosa en su interior y otra más dura que los recubre externamente. Una hernia discal o de disco, se produce cuando por un desgarro o un movimiento brusco o simplemente por el desgaste, la parte más blanda atraviesa la externa.
Esta condición hace que el disco no se halle en su posición correcta y como consecuencia puede ejercer presión en alguno de los nervios circundantes, dando lugar a un dolor intenso y constante, además de entumecimiento o debilidad de algunas de las extremidades. A veces ocurre, que no se tienen síntomas y la alteración se presenta tras realizar una prueba de diagnóstico.
Según la web de la espalda, el 90% de las personas mayores de 65 años posee dolor de espalda. Cuando se tiene una hernia discal, la principal manifestación es el dolor lumbar, en la parte baja de la espalda, a veces también se pueden ver afectadas las cervicales.
En el caso de que esta dolencia se ubique en la parte baja, es posible que se presenten síntomas en las piernas, muslos o pantorrillas y a veces en los pies. Si se sitúa en el cuello el dolor se irradia más a los brazos o los hombros, en especial al hacer movimientos bruscos como al toser o que se distribuya a otras partes de la columna.
A su vez se acompaña de otras sensaciones como entumecimiento, debilidad u hormigueo. La presión sobre los nervios que discurren por las extremidades genera esta sensación y en ocasiones puede provocar la incapacidad de mantener el equilibrio, de modo que son frecuentes los tropiezos o que no sea posible levantar o sostener objetos.
Además del desgaste ocasionado por el paso del tiempo, una hernia discal puede surgir porque al levantar peso se hayan usado los músculos de la espalda en lugar de los de las piernas, al igual que por un golpe o caída brusca que haya dado lugar a la hernia. El hacer movimientos repetitivos que comprometan la espalda, puede ser otro de los motivos.
En los casos más extremos el debilitamiento puede ser tal que impida moverse al afectado y realizar las actividades cotidianas, en cuyo caso será necesario acudir a urgencias para determinar si es necesario practicar una cirugía que evite una posible parálisis permanente. Esto es lo que se conoce como el síndrome de la cola de caballo, que también afecta al aparato urinario, presentando síntomas de incontinencia o dificultad para orinar.
La mejor forma de prevenirla
Una de las mejores formas de prevenir la hernia discal es realizar ejercicio. En la actualidad se sabe que el sedentarismo y la inactividad física influyen en la pérdida de masa muscular, algo que ya de por sí se produce igualmente en la personas mayores, lo que contribuye a mayores problemas y molestias en la espalda y a un peor funcionamiento de la misma.
Es por ello fundamental hacer ejercicios que refuercen la musculatura de la espalda, siempre adecuados a las condiciones físicas del mayor. Del mismo, modo estos se deben combinar con actividades aeróbicas como andar, nadar o montar en bici, entre otros. Lo importante es moverse y no dejar de reforzar los músculos que sujetan la espalda así como los del abdomen, ya que de este modo se previenen lesiones, contracturas y otras condiciones negativas que afectan al tronco.
Otro aspecto muy importante para cuidar la espalda es corregir los hábitos postulares. Muchas personas tienden a caminar con los hombres echados hacia delante o sentarse de forma inapropiada. Si esto se realiza de forma habitual se propicia el desgaste de la zona, y se incrementa la posibilidad de sufrir alteraciones.
El hecho de ser mayores no implica que ya no podamos hacer nada. Está demostrado que los ejercicios refuerzan los músculos a cualquier edad, solo es necesario hacer aquellos adaptados a cada condición particular y ser constantes, porque solo así es posible fortalecerse. Para trabajar los hábitos posturales el Pilates es un buen método, así como otras terapias de la espalda que nos ayudan a adoptar las posiciones correctas en cada momento.
El tratamiento de las alteraciones de la espalda en los mayores es igual que el resto de la población, los ejercicios se tienen que adaptar simplemente a cada situación y es vital adquirir la consciencia de la postura para prevenir estas patologías.