Mariola Báez
Medicina preventiva
Señales que indican claramente que el cambio de gafas no puede esperar
Utilizar las lentes adecuadas es una medida básica para la salud visual de las personas mayores
Alrededor de un 30% de personas que superan los 65 años presenta algún problema de visión, aunque, como matiza la Sociedad española de Geriatría y Gerontología (@seggeriatria), en muchos caso se trata de alteraciones en la vista que no suponen una limitación para el desarrollo de las actividades cotidianas.
La presbicia o vista cansada, frecuente en el adulto mayor, y también un posible incremento en las dioptrías derivado del avance de patologías refractarias como la miopía, detectada años atrás, son algunas de esas alteraciones que, probablemente, hayan requerido el uso de lentes especificas. Una vez que las gafas graduadas son para ti un elemento fundamental a la hora de ver con claridad, de cerca y/o de lejos, la pregunta que quizás debas plantearte es si las que utilizas actualmente están cumpliendo su importante función.
¿Cada cuánto tiempo se debe cambiar de gafas?
Según los datos del Colegio Nacional de Ópticos Optometristas (@CNOO_Spain), un 20% de usuarios no renuevan sus gafas hasta pasados cinco años o más. Por otra parte, un 72% no acude a las revisiones periódicas necesarias porque considera que ve correctamente, y no siempre la realidad les da la razón. No se puede determinar la periodicidad exacta y adecuada para realizar el cambio de las lentes que utilizas habitualmente, porque esta va a depender de dos factores:
- El estado en el que se encuentren tus gafas (monutura y lentes).
- La evolución de la alteración visual que padeces.
El primer punto es fácilmente identificable. Unas lentes que presenten algún tipo de deterioro deben ser sustituidas. Lo mismo ocurre con la montura. Una patilla suelta o partida y arreglada con cualquier “apaño” va a incidir directamente en la correcta colocación y fijación de tus gafas, pudiendo influir en tu vista. Lo mismo ocurre con un cristal rayado, alguna pequeña mella o zonas que estén empañadas por puro desgaste. Sabemos que las gafas no son especialmente baratas, pero la vista es demasiado importante para no aprovechar alguna “oferta” y cambiarlas si resulta evidente que ya han cumplido su función.
El siguiente punto es más complejo, porque una patología visual leve puede haber avanzado estos meses o años y requerir, como elemento esencial para su tratamiento, unas nuevas lentes que eviten forzar nuestros ojos más de lo necesario.
Los síntomas que solicitan una nueva graduación
Por supuesto, ante cualquier anomalía que detectes, la consulta con el médico oftalmólogo no puede esperar, ya que puedes estar ante síntomas que indican serias enfermedades como el glaucoma, las cataratas o la degeneración macular, como advierte al Sociedad Española de Oftalmología (@OftalmoSeo). Hablamos de una pérdida de visión periférica, sensación dolorosa en tus ojos, percepción de “moscas volantes” (miodesopsias), punto ciego en el centro del campo de visión o formas distorsionadas, entre otras afecciones.
En ocasiones, las señales que indican algún cambio en tu visión no son tan evidentes. Puede tratarse de una alteración mínima, pero a la que conviene prestar atención, ya que indica que quizá tu presbicia o dioptrías han aumentado y necesitas unas lentes nuevas. Así, unas gafas que ya han quedado obsoletas pueden acabar provocando síntomas como:
- Dificultad para ver de cerca, por ejemplo a la hora de leer, cuando antes lo hacías perfectamente.
- Visión borrosa, especialmente en los primeros segundos al ponértelas o quitártelas.
- Anormal incremento en el parpadeo.
- Falta de nitidez al fijar la vista en distancias largas, lo que supone un posible aumento de dioptrías.
- Signos físicos. A veces unas gafas que no están favoreciendo una buena visión pueden ser responsables, en parte, de síntomas como dolores de cabeza o cansancio inexplicable. Si no están correctamente graduadas, tus ojos trabajan más y eso también influye en tu estado general de salud y bienestar.
Cuánto tiempo tardaré en adaptarme a mis nuevas gafas
Es importante realizar el cambio siguiendo las pautas del optometrista, que será quien determine la correcta graduación. En este sentido, las gafas premontadas o “de farmacia” quizás puedan salvarte de un apuro, pero recuerda que son lentes estándar que, tal vez, no tengan la graduación exacta que tus ojos necesitan. En cuanto al tiempo de adaptación, suele ser corto, pero es normal que los primeros días te resulten un poco raras, sobre todo si llevas varios años con un modelo antiguo. En unos días te acostumbrarás a la nueva montura y a esas lentes que hacen que veas mejor. Lógicamente, si pasado este tiempo notas que esto no ocurre, deberás volver a consultar con el óptico optometrista.
En el caso de las lentes progresivas, el periodo de adaptación suele ser algo mayor, quizá una o dos semanas, pero siempre deberás notar una mejoría con cada día que pase. De no ser así, también tendrás que repetir consulta.