Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorLa algofobia es el miedo irracional al dolor, por ello la persona que sufre de algofobia puede encontrarse evitando aquello a lo que teme. Tal preocupación excesiva y pensamiento irracional, probablemente, sea una de las principales causas de su angustia mental. De hecho, la ansiedad puede ser tan intensa que incluso pueden sufrir un ataque de pánico y como resultado de ello un aumento de la frecuencia cardíaca, una mayor frecuencia respiratoria, presión arterial alta, tensión muscular, temblores y sudoración excesiva, entre varios otros síntomas.
Desde el Instituto Piscológico Cláritas explican que la persona puede anticipar dolor en una situación que realmente no supone ninguna experiencia dolorosa. El problema es que, al evitar activamente el miedo, en un intento por reducir la ansiedad, podemos empeorar los síntomas a largo plazo debido al hecho de que también estaríamos justificando el miedo.
Aunque no conocemos las causas exactas de la algofobia, el consenso entre la mayoría de los profesionales de la salud mental es que tanto la genética como los factores ambientales juegan un papel muy importante en el desarrollo de cualquier trastorno mental. Tampoco existen tratamientos diseñados específicamente para esta condición. Sin embargo, si hay diferentes tratamientos que pueden ayudar a mejorar significativamente los síntomas.
La terapia de exposición es una de las formas de tratamiento más comunes haciendo que el terapeuta exponga gradualmente a la persona a su miedo durante un período de tiempo determinado. En teoría, cuanto más se exponga alguien a algo que teme, menos le molestará con el tiempo. El terapeuta también puede ayudar a la persona a descubrir por qué piensa, siente y se comporta de la manera en que lo hace con respecto a un miedo o preocupación en particular, y a adoptar un enfoque más pragmático.
Además de la terapia llevada a cabo por un profesional, estas personas pueden emprender una serie de cambios en sus rutinas diarias que resultarán muy beneficiosas para su bienestar.
No es ningún secreto que consumir grandes cantidades de cafeína durante el día puede aumentar la ansiedad. Las bebidas como el café y el té suelen tener un alto contenido de cafeína, así como algunas bebidas energéticas. De hecho, incluso algunos alimentos también contienen cafeína, como el chocolate negro. Ser más conscientes del consumo diario de cafeína puede ayudar a reducir algunos de los síntomas asociados con la algofobia.
Se ha demostrado que el ejercicio es extremadamente beneficioso para las personas que padecen trastornos de ansiedad. Específicamente, el ejercicio cardiovascular puede ayudar significativamente a aliviar el estrés al hacer que le resulte mucho más fácil lidiar con la ansiedad y el estrés asociados con esta afección como nadar, andar en bicicleta, esquiar, caminar y correr.
Otra opción es el yoga. Existen numerosas posturas de yoga diferentes que pueden beneficiar sustancialmente a alguien que sufre de algofobia, además podemos pensar en la práctica del yoga como una meditación en movimiento, aunque para ello necesitaremos practicar habitualmente.
La meditación también puede ser muy recomendable. Se ha demostrado que la meditación de atención plena es muy beneficiosa para ayudar a las personas a entrar en un estado más relajado al reenfocar la atención en otra cosa que no tenga ningún tipo de bagaje emocional, como la respiración, por ejemplo.
Además de concentrarnos en la respiración, también podemos concentrarnos en los sonidos que nos rodean, la forma en que se siente la piel al tocar ciertos objetos, el sabor de los alimentos y el olor de ciertos aromas. Esencialmente, perfeccionar los 5 sentidos puede ayudarnos a reducir la ansiedad ya que estaríamos conduciendo la mente hacia el momento presente en lugar de dejarnos llevar por los pensamientos.
Una opción para iniciarse a la meditación es mediante una app. Según un estudio, practicar meditación a través de una aplicación de smartphone puede proporcionar beneficios a largo plazo al cambiar la forma en que uno se relaciona con sus experiencias internas y externas. La práctica es clave.