La Asociación Española de Portadores de Válvulas Cardiacas y Anticoagulados (AEPOVAC) está llevando adelante una Campaña de Concienciación de las Valvulopatías entre la población mayor de 65 años, principal colectivo afectado por esta enfermedad, incidiendo especialmente en la figura de la mujer como paciente de esta enfermedad.
En contra de la opinión generalizada, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), mueren más mujeres que hombres de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, la percepción de que el infarto y otros eventos relacionados con la salud cardiovascular son cosa de hombres, sigue estando presente en la mayoría de la sociedad. Pero como señalan desde la Sociedad Española de Cardiología (SEC), la realidad es que las enfermedades cardíacas son la primera causa de muerte en las mujeres.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en España. Representan el 29% del total de muertes en nuestro país según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y, según el Instituto Nacional de Estadística mueren más mujeres que hombres de este tipo de patologías, concretamente 9.000 más.
Las mujeres suelen presentar una enfermedad coronaria aproximadamente 10 años más tarde que los hombres, por lo que tienen propensión a padecer más de una enfermedad (osteoarticular, anemia, enfermedad renal…). Además, las mujeres antes de la menopausia están parcialmente protegidas por los estrógenos fisiológicos. Tras ella, los niveles de colesterol y la tensión arterial tienden a alterarse aumentando el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular.
Además, ellas suelen consultar a su médico con mayor retraso, por lo que tardan más en ser diagnosticadas al presentar síntomas atípicos y, según las investigaciones, reciben tratamientos menos agresivos que los hombres.
Mujeres y hombre son diferentes ante el infarto
Concretamente el pronóstico de un infarto es peor en mujeres que en hombres. Un porcentaje mayor muere antes de llegar al hospital, un 52% de ellas frente al 42% de los hombres y el pronóstico una vez en el centro hospitalario también es peor.
En cuanto a sus síntomas, el primero y más conocido es el dolor muscular en la espalda o el brazo izquierdo, pero en las mujeres también puede manifestarse en el cuello o la mandíbula. Pueden sentir calambres en el estómago, sudores fríos o sensación de presión en el vientre.
La valvulopatía cardíaca está provocada por el desgaste, la enfermedad o el daño de una o más válvulas cardíacas, lo que afecta al flujo sanguíneo del corazón, es por eso que su incidencia aumenta exponencialmente a partir de los 60 o 65 años.
Puede provocar síntomas tales como disnea, dolor torácico, mareos y desvanecimiento. Sin embargo, si se diagnostica y se trata a tiempo, los pacientes pueden gozar de una buena calidad de vida.
Los síntomas y los tipos de dolencias dentro de las valvulopatías se manifiestan de manera similar entre hombres y mujeres. La única diferencia es que, en general, las mujeres están infradiagnosticadas.
“Nunca me imaginé que mi vida daría un vuelco de 180º”
Tal fue el caso de Carmen Palacios, natural de Cartagena (Murcia). Tiene 65 años, es madre de dos hijos “de 36 y 38 años” y desde hace 30 sufre problemas de corazón. Sin embargo, hace solo dos años pudo aliviar su dolencia. Pionera en su trabajo, fue una de las primeras mujeres que ejerció como profesora de autoescuela. “Me saqué el carné y en aquel tiempo podías optar, dos años después, por hacerte profesor. Lo hice y he estado 40 años trabajando en una autoescuela”. Fue allí, impartiendo clase donde conoció a su marido, Ángel, un marino militar con el que tuvo dos hijos.
A los 31 años le diagnosticaron un soplo en el corazón, pero en ese momento, al no sufrir ningún síntoma grave, no recibió tratamiento alguno por no acudir a la consulta de su médico. ”Fui a apuntarme a un gimnasio y allí me dijeron que tenía un soplo. Mi gran error fue abandonarme, porque fui al médico y me dijo que eso no tenía importancia y yo tampoco le di demasiada. Iba a revisión al Hospital de la Marina, en Cartagena, pero cuando cerró, como en la Seguridad Social tardaban tanto en verte, no le hice más caso. Yo ahora le aconsejo a todo el mundo que cuando tenga un problema no lo deje, como hice yo, y lo solucione cuanto antes para que no vaya a más”.
En 2017 sus problemas se volvieron más graves. Carmen no podía caminar sin pararse cada pocos segundos, se quedaba sin respiración y prácticamente no podía hablar por teléfono, se ahogaba y le faltaba el resuello. “Cada vez que hacía un esfuerzo, como subir las escaleras o ir por la calle hablando con la gente, notaba que no podía porque me asfixiaba, me faltaba el aire, no podía respirar”. Al notar estos síntomas acudió a su médico de atención primaria que, tras realizarle varias pruebas no detectó nada, sólo le dijo: “Mari Carmen, ¿qué quieres? los años se notan”.
Desde la Asociación Española de Portadores de Válvulas Cardiacas y Anticoagulados (AEPOVAC) destacan la importancia de expresar los síntomas para facilitar el diagnóstico, como el dolor de pecho o palpitaciones, y no confundirlos de manera errónea con el envejecimiento, ya que puede traer consecuencias graves. Más de la mitad de los pacientes con estenosis aórtica no tratada mueren en un corto plazo de tiempo.
Verdadero pánico
Carmen se encontraba cada día peor y a la vuelta de un viaje a Granada en el que “casi no pude subir al Albaicín porque literalmente me faltaba el aliento, no podía respirar”, decidió ir a una consulta privada donde le detectaron estenosis aórtica severa, con la aorta casi en su totalidad calcificada. “Nada más auscultarme el médico me dijo que ahí había un soplo de categoría. Después me hizo más pruebas y me confirmó que tenía una válvula totalmente obstruida y había que quitarla”. El equipo médico le aconsejó que se operarse con carácter urgente. “Salimos mi marido y yo llorando a lágrima viva de la clínica. Yo tenía mucho miedo, porque cuando te dicen que te tienen que operar del corazón te asustas mucho. Pero luego fui muy valiente y pensé que si había que hacerlo pues se hacía y ya está”.
Aun con este diagnóstico, por una serie de circunstancias burocráticas, Carmen no recibió respuesta del especialista de la sanidad pública y pasó el verano sintiéndose cada día peor. “Recuerdo mis vacaciones en Canarias con verdadero pánico, pensando que me podía pasar algo grave”, cuenta Carmen.
En octubre, solicitó una nueva consulta con el cardiólogo, quien confirmó la urgencia de su caso y la necesidad de colocarle una válvula cardíaca cuanto antes. En este momento a Carmen le propusieron dos opciones, que le implantásen una válvula mecánica o una biológica. Finalmente, se decidió por la segunda puesto que no quería tomar anticoagulantes y consideraba que este tipo de válvulas son más innovadoras.
Así, después de varios meses, “el 29 de noviembre, el doctor don Julio García Fuente me operó en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia”. Le implantaron una válvula a través de una cirugía mínimamente invasiva que no requiere más que una pequeña incisión. “Estoy contentísima con ella y además no hubo ningún problema, de hecho a los tras cuatro días ya estaba en casa. Me operé un jueves y el lunes me dieron el alta”.
“Nunca me imaginé que mi vida daría un vuelco de 180 grados. Ya no tengo miedo a salir de viaje, que es lo que más me gusta. Ahora puedo ir a mi ciudad favorita, Granada, y subir al barrio del Albaicín andando sin tener ningún problema. También puedo ir a ver a mi hijo mayor que está viviendo en Brighton desde hace años o visitar el museo donde trabaja mi hijo pequeño”, explica Carmen rebosante de felicidad.