El drama de las residencias: 29.562 personas mayores han muerto por coronavirus
La vida en las residencias de mayores no será igual que en 2019, al menos, hasta dentro de unos meses. Mientras gran parte de la población española no esté vacunada contra el Covid-19, ni los abrazos sin mascarilla, ni las visitas sin pedir cita, ni, por ejemplo, algo tan normal, como quedarse a comer con los residentes parece que vaya a permitirse en los centros, aunque el 80% de los usuarios estén ya inmunizados, según datos de la patronal Ceaps.
Así, por el momento, la mayoría de regiones sólo han planteado una tímida desescalada y únicamente algunas, como Cataluña, Andalucía, Baleares o Navarra –que habían blindado sus centros sociosanitarios en diciembre de cara a la vacunación–, han flexibilizado las salidas de sus usuarios. Una medida, que podría verse acompañada de otras, como ampliar las visitas (por ejemplo, Galicia propone tres a la semana) o ser más laxos con las cuarentenas que se imponen a los nuevos ingresos que estén vacunados.
Con todo, se trata de una desescalada que se parece más a la aplicada en verano de 2020 que a la normalidad previa a la pandemia. Y es que, la situación de las residencias sigue siendo compleja: a día 12 de febrero, había activos 103 brotes en residencias con 1.069 casos asociados en toda España, aunque los contagios están a la baja y, por primera vez, la incidencia en mayores de 65 años que viven en estos centros es menor que en el resto de la comunidad.
Fuente: CEAPs.
17 modelos
Además, de nuevo, la relajación de medidas no se regirá por un mismo modelo, sino que, por lo que se sabe hasta ahora, podría haber 17 sistemas distintos. Según aseguran a 65Ymás desde el Ministerio de Sanidad, este tipo de desescalada a nivel de todo el país sólo se hizo cuando había "un mando único".
Y tampoco parece que la vicepresidencia de Derechos Sociales y Agenda 2030 vaya a coordinar, por ahora, este desconfinamiento. "Acordamos un plan con las CCAA para adoptar medidas que evitaran rebrotes en residencias. El ritmo al que se vayan retirando esas medidas, depende de la evolución de la pandemia y de la vacunación en cada territorio", sostienen desde el ministerio que dirige el vicepresidente Pablo Iglesias.
Evolución de los casos asociados a brotes en centros sociosanitarios a día 12 de febrero. Fuente: Ministerio de Sanidad.
Las mascarillas deberán seguir utilizándose
"Hay que tener en cuenta que las medidas de seguridad e higiene y de uso de mascarillas deberán mantenerse, a pesar de haber recibido la vacuna, hasta que las autoridades sanitarias lo recomienden", señalan desde la principal patronal de la Dependencia, Ceaps (@cea_ps).
Y es algo que todos en el sector reconocen: los estrictos protocolos de protección de las residencias no podrán relajarse así como así. En primer lugar, porque sigue habiendo muchos casos en la comunidad y, en segundo, porque no se sabe si la vacuna es 100% eficaz con todo el mundo ni cuánto va a reducir la posibilidad de contagiar.
"La desescalada se va a producir, pero va a ser muy lenta. Y todas las medidas se van a seguir manteniendo. Hay mucho miedo de que, por el 95% de eficacia de la vacuna, haya un centro de 100 en el que se contagien cinco. A medida que vayan pasando las semanas y no hayan casos, creo que comenzarán a suavizarse, sobre todo, respecto a la salida de residentes y a la entrada de familiares. Hay que pensar que están yendo a ver a sus seres queridos, pero no visitando como solían hacerlo, pues, por ejemplo, no están subiendo a la habitaciones. Y supongo que lo primero, será eso y las salidas", prevé el presidente de la Federación Empresarial de la Dependencia (@FEDdependencia), Ignacio Fernández-Cid.
También lo entienden así varios expertos sanitarios y científicos, que piden prudencia y esperar a verano –momento en el que el Gobierno prevé tener inmunizada al 70% de la población–. "Sería mejor esperar a que todos estuvieran vacunados, pero es cierto que ya se puede ir pensando en relajar un poco las restricciones, manteniendo siempre las precauciones habituales cuando se interaccione con otras personas", opina el investigador de la Universidad de Leicester, Salvador Macip.
"Las vacunas que se están administrando se sabe que previenen la enfermedad grave, pero no si prevendrán los contagios y, lo más probable, es que no. Por eso, en la mayoría de los países no se están relajando ningún tipo de medidas, a pesar de la vacunación. Se trata de evitar la expansión del virus y la aparición de posibles variantes contra las que no funcionen las vacunas. Si apareciera una de estas y se extendiera, estaríamos de nuevo en la casilla de salida. En base a esta información, son las autoridades sanitarias las que deben tomar ese tipo de decisiones, como abrir, o no, las residencias", advierte la inmunóloga del CSIC, Matilde Cañelles.
Una explicación, que comparte el virólogo de la Universidad Autónoma de Madrid, José Antonio López, quien pide también esperar, si es posible, a la "vacunación de toda la población" o, si se opta por desconfinar, propone hacerlo con precaución y "mirando de reojo a las nuevas variantes". "Sobre todo, porque algunas variantes son bastante resistentes a la respuesta inmune causada por las anteriores. Estoy pensando en la brasileña y la sudafricana", indica.
Desconfinar por motivos de salud mental
A pesar de todo, el no desconfinar también puede tener consecuencias médicas serias y podría generar una ola –que quizá ya no es evitable– de casos de depresión y un aumento considerable del deterioro cognitivo de muchos residentes.
"Esperamos con mucha esperanza que, realmente, estén protegidos para que se puedan flexibilizar las visitas, pensando en su salud física y emocional", explica por su parte el presidente de la plataforma de familiares Pladigmare (@pladigmare), Miguel Vázquez.
Por ello, entiende, se deberían abrir progresivamente los centros para que, con la socialización, se puedan "paliar", en parte, las secuelas del coronavirus desde el punto de vista psicológico.
Sin embargo, Vázquez desconfía que las empresas gestoras vayan a destinar más recursos para tratar estos trastornos. "Esto está ligado a las ratios de personal, que son insuficientes. Y está claro que va a ser difícil hacer algo con esta carencia. Habría que aumentar el número de terapeutas ocupacionales que, ahora, están casi de adorno. Y no sé si van a querer hacerlo", opina.
Coincide con Vázquez la secretaria de Salud, Servicios Sociosanitarios y Dependencia de UGT (@UGT_Comunica), Gracia Álvarez. "El aislamiento les ha hecho mucho daño", apunta. Aunque también pide prudencia y que la desescalada sea progresiva. "No nos vamos a poder desprender de las mascarillas fácilmente", reconoce.
Además, Álvarez vaticina que la apertura dependerá de la eficacia real de las vacunas en este colectivo vulnerable y cree que la relajación de las restricciones servirá, de facto, para comprobar si realmente estos antivirus impiden el contagio.
Finalmente, la responsable de Negociación Colectiva de FssCCOO (@fssccoo), María Victoria Gómez, es más prudente y, directamente, cree que las residencias no se deberían desconfinar hasta dentro de un tiempo, puesto que, en su opinión, con la incidencia actual en el país, con "la hostelería cerrada" y con "confinamientos perimetrales", esta medida no tiene mucho sentido.
"Prácticamente está todo el mapa rojo. No estamos en situación de abrir las puertas, así a lo loco. Y después de lo que ha pasado, hay que ser cautos: en las residencias ha habido ciertos focos. Entendemos que la precaución es acertada. El decir: 'Ya se puede salir, entrar o tener 20 visitas', no ha lugar", concluye.