Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorExisten dos tipos fundamentales de diabetes: la Diabetes Mellitus tipo 1 y la Diabetes Mellitus tipo 2 que se diferencian en las causas que las provocan, los síntomas, las características y el tratamiento. Mientras la diabetes tipo 1, menos común, ocurre cuando el páncreas no puede producir insulina (se detecta a una edad temprana); la diabetes tipo 2 está relacionada con el estilo de vida y generalmente comienza en la edad adulta. De esta forma, el cuerpo no produce suficiente insulina o no funciona correctamente, lo que deja altos niveles de glucosa en el torrente sanguíneo.
Desafortunadamente, si la diabetes tipo 2 no se diagnostica o no se controla, los altos niveles de glucosa que circulan en su sangre pueden provocar complicaciones como enfermedades cardíacas y daño renal y ocular.
Algunas personas tienen alterados sus niveles de glucosa en sangre pero no llegan a rebasar los umbrales diagnósticos de la diabetes, lo que se conoce como “prediabetes”. A estas personas puede serles diagnosticada una glucosa en ayuno alterada, si su glucemia basal está entre 110 y 125 mg/dl, o bien una tolerancia a la glucosa alterada, si en una prueba de tolerancia oral a la glucosa a las dos horas presentan una glucemia entre 140 y 200 mg/dl. No todas las personas con prediabetes terminan desarrollando una diabetes tipo 2, pero tienen mayores probabilidades que las personas con unos niveles de glucosa en sangre normales, tal y como explica la Federación Española de Diabetes.
Sin embargo, año tras año las cifras no dejan de aumentar: 1 de cada 11 adultos en el mundo tiene diabetes y de ellos la mitad no están diagnosticados según el Atlas de la Diabetes de la Federación Internacional de Diabetes. En nuestro país, según el Estudio di@bet.es el 13,8% de los españoles mayores de 18 años tiene diabetes tipo 2, lo que equivale a más de 5,3 millones de personas. De ellos, casi 3 millones ya están diagnosticados pero 2,3 millones, el 43% del total, desconocían que padecían la enfermedad.
Es importante conocer los primeros síntomas de la diabetes tipo 2 ya que si sabemos que la tenemos, podemos empezar a tratarla, generalmente con una combinación de cambios en el estilo de vida y medicamentos, para controlar los niveles de glucosa en sangre y evitar las complicaciones.
Los síntomas que la delatan son la fatiga, un aumento de la sed, la visión borrosa, la cicatrización lenta de las heridas y una mayor necesidad de orinar, especialmente por la noche. El riesgo también aumenta si un familiar cercano tiene diabetes tipo 2. Por ello si detectamos alguno de estos síntomas, debemos consultarlo con el médico de cabecera.
La mejor manera de reducir su riesgo de diabetes tipo 2 es llevar un estilo de vida y un peso saludable, lo que reduce las posibilidades de desarrollar otras enfermedades también. El sobrepeso o la obesidad es uno de los principales factores de riesgo de la diabetes tipo 2. La grasa en la zona media es particularmente peligrosa, ya que puede acumularse alrededor de los órganos internos, incluidos el páncreas y el hígado, y reduce la sensibilidad a la insulina.
Comer frutas y verduras en cada comida, equilibrar las fuentes de proteínas, evitar el consumo excesivo de grasas saturadas y las grasas trans, reducir el consumo de hidratos de carbono y evitar las bebidas con azúcar son algunas de las recomendaciones que debemos seguir. Además, llevar un seguimiento del estado de salud puede ayudar a mantener bajo control los niveles de glucosa en la sangre, así como la presión arterial y el colesterol, y tomar las medidas oportunas en caso de que se detecten desviaciones.
El ejercicio regular también es importante para ayudar a controlar nuestro peso al hacer que nuestras células sean más eficientes en el uso de insulina. La Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de 30 minutos de ejercicio de intensidad moderada al día. Un objetivo que podemos conseguir si incorporamos al día a día hábitos saludables, como caminar o montar en bicicleta para ir a los sitios, en lugar de coger el coche o el transporte público, así como subir escaleras, en lugar de subir en ascensor.