Pilar Abellán Martínez
Salud
Pobreza y salud cerebral: más demencia, ictus, alzhéimer o párkinson en personas con menos ingresos
Un bajo nivel socioeconómico impacta en la prevención y manejo de las enfermedades neurológicas
La Sociedad Española de Neurología (SEN) ha confirmado que las circunstancias socioeconómicas de las personas tienen un impacto en su salud mental y cerebral, en la prevención y la gestión de las enfermedades neurológicas. El 70% de la carga global de trastornos neurológicos se concentra en países de bajos y medianos ingresos
Las personas en contextos socioeconómicos más bajos tienen el triple de posibilidades de desarrollar demencia de aparición temprana junto con un 10% más de riesgo de muerte y discapacidad por ictus.
Además, la epilepsia es 2,3 veces más frecuente en las personas más desfavorecidas.
El doctor Jesús Porta-Etessam , presidente de la SEN, señala que "es ya conocido que el nivel socioeconómico es un factor que condiciona el comportamiento individual ante la salud y las condiciones de salud de la población y esto no es ajeno a las enfermedades neurológicas".
En el caso de los países más favorecidos económicamente, como puede ser España, el peso de la gran mayoría de las principales enfermedades neurológicas recae en personas con bajos ingresos.
Los determinantes sociales de la salud (DSS) tienen gran impacto en la prevención, el diagnóstico temprano y el tratamiento de las enfermedades neurológicas, pero también en la salud cerebral en general.
En los últimos años se han publicado diversos estudios que han tratado de cuantificar este impacto en enfermedades como el alzhéimer y otras demencias, como el ictus, la esclerosis múltiple, Parkinson, epilepsia, migrañas y demás neuropatías.
Alzhéimer y demencias
Factores sociales como el nivel de educación, el acceso a los cuidados de salud preventivos y el apoyo social influyen en la incidencia y el manejo del alzhéimer y otras demencias.
Respecto a esto, un estudio reciente ha determinado que las personas de entornos socioeconómicos más bajos tienen tres veces más probabilidades de desarrollar demencia de aparición temprana.
Ictus y neuropatías
Aspectos como la dieta, el acceso a la atención médica preventiva, el tabaquismo y el consumo de alcohol también influyen en el riesgo de padecer un ictus o algún tipo de neuropatía periférica.
Muchas investigaciones han determinado que los estilos de vida perjudiciales y el control de factores de riesgo vascular son peores en los individuos que no han terminado la escuela secundaria.
También en los que se encuentran desempleados, y los que realizan trabajos no cualificados o de baja remuneración.
Otros estudios también han confirmado que hay una asociación entre los bajos niveles de educación e ingresos y la mortalidad por ictus.
Llegan a la conclusión de que se puede tener hasta un 10% más de riesgo de muerte o de dependencia de otras personas para completar las tareas diarias tres meses después del ictus, en comparación con las personas con altos niveles de educación e ingresos.
"Además, en el caso del ictus, las personas de clases sociales más desfavorecidas, del ámbito rural y personas de mayor edad, habitualmente, tienen un menor conocimiento sobre la urgencia médica que supone un ictus.
"Esto hace que sean muchos los que esperan a que los síntomas de un ictus se resuelvan espontáneamente, limitando la solicitud de ayuda o que cuando llegue al hospital ya sea tarde", comenta el doctor Porta-Etessam.
Párkinson
La exposición a pesticidas y otros productos químicos, relacionada con ocupaciones específicas y condiciones de vida, ha sido vinculada a un mayor riesgo de desarrollar párkinson.
Hay diversos estudios publicados que han asociado menores ingresos y menor nivel educativo con una mayor gravedad de la enfermedad y discapacidad, en distintos grados.
La esclerosis
Por otra parte, la prevalencia de la esclerosis múltiple también puede verse afectada por factores geográficos y socioeconómicos, incluyendo el acceso al diagnóstico y tratamientos especializados.
Ocurre lo mismo con ciertas enfermedades neuromusculares (como la distrofia muscular o la ELA), en las que el acceso a cuidados de salud y apoyo social son clave para su manejo.
Una economía desfavorable, causante de factores de riesgo
Según explica el doctor, "el estatus socioeconómico es, por sí solo, un factor importante a la hora de aumentar el riesgo de desarrollar ciertas enfermedades neurológicas ".
Así, una situación económica desfavorable puede causar estrés, ansiedad o depresión, que comprenden factores de riesgo para muchas enfermedades neurológicas.
"A su vez, la falta de recursos también puede limitar tanto el acceso a los tratamientos, como a los apoyos para la discapacidad", apunta Porta- Etessam.
"El estatus socioeconómico puede afectar desde múltiples dimensiones a la salud cerebral y también a nuestro estilo de vida y todo ello puede influir tanto en el desarrollo de una enfermedad neurológica como en el grado de discapacidad que genere.".
Concluye con que "fomentar el acceso a la educación, la prevención, la equidad en salud, a cuidados de calidad y el apoyo social son fundamentales para mejorar nuestra salud cerebral y el impacto de las enfermedades neurológicas".