Teresa Rey
Preguntas
Bastón o andador, ¿cuándo es recomendable cada uno?
Ambas son herramientas que ayudan a mejorar el equilibrio en nuestro desplazamiento habitual
Cuando se poseen trastornos que ocasionan una movilidad reducida a veces hay que acudir a herramientas que nos ayuden a caminar mejor. Tanto el bastón como el andador son instrumentos ortopédicos que ofrecen ese apoyo extra que necesitamos para mejorar nuestra forma de caminar en determinadas circunstancias. El uso de uno u otro dependerá de qué patología o problema tengamos y de lo que nos recomiende el especialista. Ambos buscan que logremos andar con mayor estabilidad y con una postura más correcta.
Cuándo usar el bastón
El bastón es un dispositivo que se recomienda en casos en los que hay algún problema relacionado con las piernas tales como fracturas o tras una cirugía que haya afectado al miembro inferior. También ayudan a aliviar el dolor si tenemos artrosis y presentamos dificultades al andar normalmente. Lo que permite básicamente es descargar el peso de la articulación perjudicada facilitando el movimiento.
Normalmente se recomienda llevar el bastón en el lado contrario de la pierna dañada, pero en este aspecto hay diferencias entre los expertos, por ello deberemos hacer lo que nos indique el médico.
Al adquirir un bastón tendremos que tener en cuenta la empuñadura, que debe ser cómoda y con la anchura suficiente para apoyar la mano con facilidad. Es recomendable que incorpore un taco de goma en la base de apoyo, ya que esto hace que se agarre mejor al suelo y no se desplace generado inestabilidad en el usuario.
Cuándo usar el andador
El andador confiere una mayor seguridad, equilibrio y autonomía en personas que tienen problemas de movilidad. Es un elemento que ayuda a mejorar la locomoción en individuos que presentan problemas de equilibrio o que simplemente se ven inseguras a la hora de caminar, y necesitan sentirse estables en su deambular rutinario.
Hay varios modelos de andadores: fijo o con ruedas. Estos últimos son más cómodos de usar porque las ruedas facilitan el desplazamiento, pero no son muy aconsejables si se pierde el equilibrio con facilidad.
Para utilizarlo, primero hay que situar las empuñaduras superiores a la altura de las caderas. Después, desde un asiento tenemos que agarrarnos a él y levantarnos. Debemos apoyar el peso sobre el andador, con los codos ligeramente flexionados y empezamos a caminar.