Cataplasma con plantas medicinales: ¿cuál es su función y cómo se prepara?

Durante muchos años, los cataplasmas han sido la opción prioritaria a la hora de tratar las dolencias de la piel, las lesiones traumatológicas e incluso las heridas todavía abiertas. Sin embargo, debido a su rusticidad, este procedimiento ha ido perdiendo adeptos con el paso del tiempo, lo que no significa que su eficacia fuera infundada. De hecho, muchos profesionales todavía recurren a ellos, aunque sobre todo se emplea como método casero. Pero, ¿qué son realmente los cataplasmas?

Para aquellos que todavía lo desconozcan, se trata de una especie de medicamento que se aplica sobre la piel y que está elaborado principalmente con plantas medicinales, cuya selección dependerá exclusivamente de la dolencia que haya que tratar. Los cataplasmas se caracterizan por una consistencia pastosa y húmeda, así como por sus propiedades calmantes, antiinflamatorias, astringentes y desinfectantes, entre otras muchas.

Así, los cataplasmas se suelen emplear para aliviar la congestión bronquial, limpiar la piel, calmar el dolor provocado por un golpe, acelerar la cicatrización de una herida o absceso, extraer cuerpos extraños, relajar los músculos, mejorar los síntomas de la cistitis o la menstruación o curar los resfriados, por ejemplo. Dependiendo de la zona afectada, el cataplasma se puede emplear de múltiples formas, pero ¿cómo se elabora?

Aprende a hacer un cataplasma casero

Como ya hemos visto anteriormente, los cataplasmas pueden elaborarse con un sinfín de ingredientes, pues su composición varía según la dolencia que haya que tratar, la cual debe haber sido diagnosticada previamente por un médico, a quien también deberás consultar este tratamiento complementario. Para saber la planta medicinal que debes utilizar, pregunta a un profesional o acude a una tienda especializada, donde puedes aprovechar para conseguir dicho ingrediente, que debe ser lo más natural y fresco posible.

Una vez lo tengas, reúne el resto de elementos que te ayudarán a elaborar tu cataplasma: agua caliente (o vinagre si quieres desinfectar), harina de trigo o de maíz, un paño o gasa y papel de plástico. Y no te olvides de limpiar la zona correctamente. ¿Qué hacemos después?

1. Comenzamos machacando la planta en un mortero. Cuando ya tengas una pasta homogénea, añade un poco de agua caliente para que aumente de tamaño y adquiera la consistencia deseada.
2. A continuación, incluye a la mezcla unas cucharadas de harina, lo que conseguirá que el cataplasma sea mucho más fácil de aplicar.
3. Debemos colocar la pasta resultante en un paño húmedo y caliente, que ayudará a abrir los poros y desinfectar la zona afectada. Para que el contenido no se salga, dobla y enrolla los extremos.
4. Finalmente, cubre el cataplasma con un papel de plástico para que se quede perfectamente fijado a la zona. Después, deja que actúe durante 15 minutos, aproximadamente.