Teresa Rey
Preguntas
Qué clases de deshidratación existen y cómo afectan a los mayores
Depende de la cantidad de líquido que perdamos y de la disminución o no de sales minerales
Si se pierde más líquido del que se ingiere y no hay compensación de los electrolitos o sales minerales necesarias para el organismo, especialmente, sodio y potasio, entonces se corre el riesgo de sufrir deshidratación. Llegar a esta condición se debe a distintas circunstancias, pero en el caso de los mayores es habitual, en especial, porque la percepción de sed es diferente con los años y se agrava con algunas patologías. La forma en que esta situación se manifiesta es diferente según el tipo y afecta de distinta manera a las personas mayores.
Isotónica
Esta se produce cuando la pérdida de agua y sodio se realiza en las mismas proporciones. En estos casos la tensión arterial tiende a bajar, se produce una disminución de la turgencia de la piel, así como de la sudoración y aparición de sequedad en la mucosa oral y ojos hundidos.
Este tipo de deshidratación suele aparecer cuando no hay ingestas adecuadas de agua, o en casos de diarreas o vómitos abundantes.
Hipotónica
Aquí se pierde más sodio que agua. Las reacciones variarán dependiendo de la cantidad de sodio que se disponga en el cuerpo. En general, los síntomas son similares a la isotónica. No obstante, se suele asociar a una hiponatremia, es decir, cuando el sodio en sangre se encuentra por debajo de 135 mEq/L.
Si presentamos sodio por debajo de 130 mEq/L, lo más habitual es sentir apatía, debilidad, náuseas, vómitos o cefaleas. Si es inferior a 115 mEq/L, se puede presentar desde bradicardia, hiperglucemia, dilatación de la pupila de los ojos hasta llegar al coma.
Este tipo de deshidratación se da en los casos en los que hay una sudoración excesiva, cuando hay trastornos gastrointestinales o también cuando se bebe agua u otros líquidos que tienen escaso o nulo contenido en sodio.
Hipertónica
En este tipo de deshidratación es mayor el volumen de agua perdido que el de sodio. Sus causas se deben a no haber bebido los líquidos suficientes, a un exceso de sudor o al hecho de tomar medicamentos diuréticos, entre otros.
La hipernatremia es característica en estos casos, es decir, cuando la concentración en sangre del sodio supera los 145 mEq/L. Esta condición aumenta con la edad, sobre todo en la población hospitalizada, según se apunta en la Guía de buena práctica clínica en geriatría, de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG @seggeriatria).
Los signos varían dependiendo de la alteración sufrida, pero algunos pueden ser neurológicos. Sobre todo, temblor, irritabilidad, ataxia, convulsiones, problemas en el nivel de conciencia y en los casos más extremos coma.