Cómo afecta la dismorfobia o una percepción negativa del cuerpo a los mayores

En una sociedad donde a la belleza se valora en ocasiones demasiado, así como la perfección corporal, la dismorfobia se ha hecho un hueco entre algunas personas. Este trastorno es una preocupación excesiva por un defecto corporal que a veces o es mínimo o ni siquiera se tiene, sino que es fruto de la imaginación de la persona afectada. Es más frecuente en mujeres que en hombres a todas las edades. En los mayores también se presenta siendo más frecuente en aquellos que poseen algún problema de ansiedad o depresión.

Una imagen distorsionada

La mayoría de las veces el supuesto defecto está ubicado en el rostro, por alguna asimetría facial, como una ceja más alta que otra, dientes salientes, nariz aguileña, orejas muy grandes… En las personas mayores hay que añadir los cambios que se producen en la apariencia externa a consecuencia del envejecimiento. Esto supone una modificación de su autoimagen, produciéndose un abismo entre la imagen real y la deseada.

A todo esto hay que añadirle otros elementos que pueden afectar a la percepción de la imagen corporal de personas mayores más susceptibles de sentirse alteradas emocionalmente por este motivo. Así por ejemplo, el hecho de que el ser mayor se asocia en general por la sociedad a un deterioro funcional y cognitivo. Además, está rodeada de un estereotipo negativo y a la par desde un punto de vista estético parece que solo la belleza es sinónimo de juventud.

De este modo, algunos mayores se ven afectados por una dismorfobia que les lleva a sentirse a disgusto con su aspecto externo por algún cambio físico producido en su cuerpo, y lo convierten en una obsesión. Esto puede perjudicar a sus relaciones personales y contribuir a un mayor aislamiento. Si además se padece depresión o ansiedad, la posibilidad de padecer este trastorno de autoestima es mayor, tal y como indican algunos estudios.

Cómo detectar a estas personas

Para detectar a una persona mayor con dismorfobia, tendremos que estar atentos si comienza a aislarse de forma exagerada. También si vemos que hace hincapié en algún aspecto físico de su cuerpo por el que empieza a mostrar una preocupación desmedida con creencias irracionales acerca del mismo. Del mismo modo, estas personas suelen empezar a obsesionarse con las dietas, el ejercicio o los tratamientos estéticos con cuyos resultados nunca suelen estar conformes.

El tratamiento de este trastorno debe hacerse desde un enfoque psicológico que ayude a la persona mayor a quererse y a aceptarse tal y como es.