Ortorexia o la obsesión por comer sano, ¿cómo saber si la tengo?

Los mensajes sobre lo importante que es comer bien y sano para nuestra salud, se suceden continuamente. Los medios de comunicación nos bombardean de forma constante sobre la necesidad de alimentarnos de forma saludable. La cuestión es que con el paso de los años se ha comprobado que esto puede llegarse a convertirse en una obsesión para algunas personas. Cuando esto sucede, es decir, en el momento en que el hecho de alimentarse de forma sana se convierte en la prioridad de nuestro día a día de una manera irracional y descontrolada, entonces podemos sospechar de que estamos sufriendo ortorexia.

"Yonquis" de la comida sana

Este trastorno, que aún no ha sido reconocido como tal por la Organización Mundial de la Salud, es algo que ya se palpa en algunos sectores de la población desde hace tiempo. El autor que habló por primera vez de esta condición fue el doctor Steven Bratman en su libro Health Food Junkies o Los yonquis de la comida sana. Aquí el experto define a estas personas como aquellas que “tienen un menú, en lugar de una vida”.

Los ortoréxicos colocan por encima de cualquier otro asunto la comida sana y su máxima preocupación es la calidad de los alimentos que consumen. Es su principal objetivo en la vida, hasta tal punto que en ocasiones se recluyen y se aíslan socialmente, ya que no desean ingerir productos que consideran que las van perjudicar. De hecho, en ocasiones llegan a permanecer en ayunas si desde su punto de vista esos productos no reúnen las condiciones que ellos han determinado como saludables.

Es un trastorno que algunos expertos han catalogado como obsesivo-compulsivo, que provoca restricciones alimentarias en los afectados, pues siempre se están preguntando si la cantidad es la adecuada, si los alimentos se han tratado y cultivado de la manera adecuada o cuál es su origen. Y si no quedan convencidos, los descartan.

Solo lo ecológico

Entre sus preferencias se encuentran los alimentos orgánicos, ecológicos o cultivados sin pesticidas o herbicidas. No consumen los que contengan aditivos o que han sido procesados o sometidos a determinados tipos de cocción.

En un principio esta preocupación se puede entender como positiva, pues tiene como finalidad cuidar de nuestra salud. Pero cuando este pensamiento implica dejar de comer, sentirse culpable si se ha ingerido algo que no está dentro de estos cánones o conlleva a no salir de casa por este motivo, entonces se vuelve en nuestra contra y puede provocar el efecto contrario.

En tal caso es necesario un abordaje integral y multidisciplinar que puede implicar terapias psicológicas e incluso tratamiento farmacológico si así lo considera el facultativo.