Mariola Báez
Preguntas
¿Qué es y para qué sirve tomar el pulso?
Conocer el número de pulsaciones por minuto aporta valiosa información sobre la salud cardiovascular
Tomar el pulso es un gesto muy sencillo que cualquier persona puede hacer, aunque no tenga especiales conocimientos médicos o de anatomía. Lo que llamamos pulso es en realidad la frecuencia cardiaca, un concepto básico que la Fundación Española del Corazón (@cuidarcorazon) define como el número de veces por minuto que se contrae nuestro corazón.
Cada vez que el corazón se contrae y bombea la sangre hacia las arterias, estas experimentan una ligerísima dilatación al paso del torrente sanguíneo, que puede resultar apreciable cuando colocamos nuestros dedos en puntos determinados del cuerpo. Algunas personas lo notan fácilmente y a otras les resulta más complejo o no "encuentran" el pulso por más que lo intenten. Es algo que no tiene importancia, ni indica patología alguna.
El pulso, en definitiva, es un recuento de los latidos del corazón, que podemos detectar principalmente de dos maneras: colocando la yema de los dedos índice y corazón (a veces también el anular) de la mano izquierda en la cara interna de la muñeca de la derecha, justo en la base de la mano, a la altura del pulgar, o bien situándolos bajo la mandíbula (en el extremo más alejado de la barbilla).
¿Cómo calcular el pulso? ¿Qué indica nuestro número de pulsaciones?
Contar los propios latidos es fácil. Cuando “encuentres” tu pulso en alguno de los puntos indicados, donde resulta más fácil, dado que las arterias están próximas a la piel, solo tienes que contar el número de latidos que detectas en un minuto. Actualmente, tienes también numerosos dispositivos, como pulseras de actividad o entrenamiento, relojes inteligentes o incluso apps, que incluyen entre sus funciones el registro automático de las pulsaciones.
En cualquier caso, debes saber que la frecuencia cardiaca de una persona sana en estado de reposo, oscila entre 50 y 100 pulsaciones por minuto. También es importante ser conscientes de que el ritmo al que nuestro corazón late es variable. El ejercicio, un esfuerzo importante, una situación de estrés… pueden incrementarlo, al igual que un estado de relax total, disminuirlo. Es algo absolutamente normal. Además, cada persona tiene su propia frecuencia y no siempre un pulso acelerado o demasiado lento implica necesariamente una patología cardiaca.
Como ejemplo, muchos deportistas de élite tiene una frecuencia cardiaca especialmente baja cuando se encuentran en un periodo de descanso o reposo y es algo normal y saludable. Su corazón baja el ritmo precisamente para recuperarse de duros entrenamientos. También es cierto que el pulso puede dar valiosa información sobre posibles anomalías, como pueden ser una arritmia o una taquicardia, que convendría examinar, pero se trata de un dato aislado, que requerirá de un estudio posterior que determine si ese pulso es normal, y se corresponde con un corazón sano, o es indicativo de alguna anomalía que requiera tratamiento.