Mariola Báez
Preguntas
Anosmia en personas mayores: ¿por qué puede producirse?
La pérdida parcial o total del olfato puede tener varias causas, unas inocuas y otras preocupantes
Notar que percibes los olores con menor intensidad o directamente que no hueles nada es una sensación extraña que hace que nos demos cuenta de la importancia de uno de nuestros sentidos fundamentales, en el que pocas veces se suele reparar.
Cuando se produce una disminución en la capacidad olfativa los médicos hablan de hiposmia y cuando la pérdida es total, entonces estamos ante la patología denominada anosmia.
El olfato no solo nos permite captar los aromas agradables (o desagradables) de nuestro alrededor, también es un sentido básico del ser humano, clave desde la prehistoria para su supervivencia, porque un olor avisa de determinados peligros (fuego, gases tóxicos, venenos…). Además, es importante recordar la estrecha conexión de este sentido con el gusto. Es imposible saborear una comida si no se posee capacidad olfativa. Si esto sucede de forma puntual, no tiene mayor importancia, pero si es algo continuado puede acabar afectando a la correcta alimentación y provocar una progresiva pérdida de peso especialmente preocupante en el caso de las personas mayores.
¿Por qué puede un adulto mayor perder el olfato?
Percibir un determinado aroma es un proceso más complejo de lo que puede parecer. Como explican los expertos, captamos el olor porque al respirar parte de las partículas volátiles, que se encuentran en el aire, entran en nuestras fosas nasales, donde son captadas por células específicas (neuronas sensoriales olfativas) ubicadas en la mucosa que recubre la zona superior (membrana pituitaria). El siguiente paso es desencadenar el impulso nervioso que hace posible transmitir esa “información” a nuestro cerebro, donde el olor será interpretado y reconocido.
Una alteración en el olfato puede producirse en cualquier punto de ese “recorrido” y puede tener orígenes muy diversos.
Sabemos que un simple catarro o una gripe, que impliquen una fuerte congestión nasal, pueden ser la causa de una perdida olfativa total o parcial, que generalmente va a revistir un carácter pasajero. En este sentido, la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (@SEORLCCC) recuerda que la inflamación que experimenta la mucosa nasal a consecuencia de una rinitis alérgica, bacteriana o viral es una de las causas más habituales de esta anomalía.
En ocasiones, sobre todo cuando la pérdida de olfato se produce de forma progresiva, el problema puede estar en la propia estructura de la nariz o en la presencia de algún elemento extraño que impide la correcta recepción del olor y el correspondiente envío a través del nervio olfativo. Un tabique nasal desviado, un pólipo que ha ido aumentando de tamaño, un tumor… pueden estar incidiendo en esa disminución del olfato o incluso causar extrañas alteraciones haciendo, por ejemplo, que no reconozcamos olores familiares o que algo que antes nos olía bien, ahora nos resulte insoportable.
Anosmia por causas neurológicas
No oler por estar constipado es lo más normal del mundo y sabemos que es una situación pasajera, que no reviste importancia, pero cuando el olfato presenta una atrofia evidente, es importante consultar con el otorrinolaringólogo porque la anosmia puede ser uno de los primeros síntomas de enfermedades neurológicas de carácter degenerativo como el alzhéimer o el párkinson.
Cada vez son más los estudios, como el publicado por el Journal of American Geriatrics Society llevado a cabo por el profesor de la Universidad de Chicago, Jayant M. Pinto, y su equipo que apuntan a una relación directa entre el olfato y la función cerebral.
También en España, la Fundación Centro de Investigación de Enfermedades Neurológica (@Fund_CIEN) continúa realizando estudios que confirmen que el olfato y sus alteraciones podrían convertirse en un biomarcador más a la hora de lograr la detección precoz del alzhéimer. Basándose en esta idea, la Fundación, en colaboración la Universidad Rey Juan Carlos (@urjc), desarrolló un oftalmómetro, un sofisticado equipo que permite medir la actividad cerebral de una persona en el momento en el que intenta captar y reconocer un aroma.
Por su parte, la Fundación Alzheimer España (@AlzheimerEsp) se hace eco de los estudios que señalan que los test de olfación, una prueba realmente sencilla, podría resultar de máxima utilidad cuando de lo que se trata es de diagnosticar, de manera precoz, cualquier tipo de deterioro cognitivo.
Salvo que se trate de alguna malformación o patología congénita o que la causa de la pérdida olfativa resulte evidente, por ejemplo por un proceso gripal, tanto la hiposmia como la anosmia requieren una consulta con el especialista para determinar sus causas y establecer, cuando sea posible, un tratamiento que la corrija. Una sencilla intervención quirúrgica, para eliminar un pólipo nasal o hacer una ligera corrección del tabique, podría una solución. En el otro caso, el problema puede aliviarse tratando la enfermedad que lo provoca (por ejemplo, una infección en las vías respiratorias altas). Descartadas las causas de más fácil diagnóstico, ante la sospecha de que la anosmia pueda ser un síntoma de una enfermedad neurológica serán necesarias nuevas pruebas que puedan diagnosticarla o descartarla.