Teresa Rey
Preguntas
¿Cómo se debe tratar la intolerancia a la lactosa en las personas mayores?
Este problema puede surgir con el paso del tiempo y es necesario adoptar nuevos hábitos dietéticos
Con el paso del tiempo pueden surgir problemas que antes no manifestábamos, pero que por diversos motivos surgen. Algunos de ellos tienen que ver con la alimentación, y en este grupo de trastornos que pueden afectar a las personas mayores se encuentra la intolerancia a la lactosa. Nuestra capacidad de digerir el azúcar o la lactosa que se encuentra en la leche se puede ver alterada. Esto se produce por una deficiencia de lactasa, una enzima que se genera en el intestino delgado y que ayuda a descomponer esta sustancia.
La lactasa
Muchas personas poseen niveles bajos de lactasa, y sin embargo no manifiestan ningún síntoma, de modo que pueden digerir los productos lácteos sin problema alguno. Si realmente se presenta una deficiencia significativa, las manifestaciones se percibirán después de tomar lácteos. Estas, por lo general, son diarrea, gases, hinchazón, náuseas, dolor abdominal, flatulencias, y heces de poco peso y consistencia, entre otras.
No se trata de un trastorno grave, pero puede derivar en complicaciones de desnutrición y pérdida de peso, lo que será nocivo en especial para la salud de las personas más frágiles como los mayores.
Cuando se presenta esta intolerancia, la lactosa no se digiere bien y se desplaza hasta el colon de modo que no se procesa ni se absorbe de forma correcta. Las bacterias que hay en este órgano interactúan con esa lactosa que no se ha digerido, y por ello se producen los síntomas mencionados.
Su aparición en adultos, puede acontecer por infecciones intestinales, la ingesta de medicamentos diversos como antiinflamatorios, aspirina, antibióticos…, patologías crónicas relacionadas con el intestino delgado, inflamaciones, situaciones de malnutrición, diabetes o la celiaquía, con la que se presenta de forma conjunta, tal y como indican desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG @seggeriatria).
Para verificar el diagnóstico, será necesario realizar unos tests que lo corroboren como la prueba de intolerancia a la lactosa, que consiste en beber un líquido con altos niveles de esta sustancia. Después se efectúa un análisis de sangre para evaluar la glucosa en sangre, si esta no se eleva quiere decir que el organismo no digiere correctamente la lactosa. También está la prueba de hidrógeno en el aliento y la de acidez en las heces.
Si finalmente se da positivo, el médico deberá pautar una dieta que implicará una serie de cambios dietéticos. Todo dependerá de tu estado de salud, pero será necesario que realices algunas modificaciones a la hora de tomar determinados alimentos. Hay que tener en cuenta que los nutrientes que aportan los lácteos a los mayores son muy importantes, puesto que estos poseen calcio, vitamina D o potasio, entre otros, todos ellos fundamentales en este grupo poblacional.
¿Hay que eliminar los lácteos?
No se trata de eliminar todos los productos que contengan leche, pero sí existen una serie de ellos que si tenemos intolerancia a la lactosa será mejor que evitemos o que deberemos de tomar de otra manera. En estos casos, nuestro médico es quien mejor nos va a informar de qué debemos suprimir si es necesario llegar adoptar esta medida. Generalmente, se suele indicar no tomar leche en ninguna de sus formas, postres que tengan una composición láctea como helados o nata, mantequilla, dulces o pastelería industrial elaborada con lácteos, pan de molde, batidos de leche, chocolate con leche, y también medicamentos que contengan lactosa. Los alimentos precocinados suelen contenerla también en su gran mayoría, por lo que no se recomiendan.
Algunos expertos aconsejan ingerir en todo caso pequeñas porciones de lácteos, siempre en cantidades reducidas. Por ejemplo, la leche se puede beber a sorbos pequeños y como máximo 118 mililitros a la vez, y es mejor que lo hagas en las comidas, pues así se desacelera el proceso digestivo y los síntomas se minimizan.
Del mismo modo, debemos saber que los productos lácteos no contienen las mismas cantidades de lactosa. Hay quesos como el suizo o el cheddar que casi no la tienen, por lo que no generan síntomas. Los yogures se toleran mejor en general, pues al elaborarse dan lugar a la enzima que descompone naturalmente la lactosa. Hoy en día podemos encontrar además una gran variedad de productos con lactosa reducida o sin ella, solo es cuestión de informarse.
El consumo de probióticos se recomienda en estos casos, ya que ayudan a que el cuerpo pueda digerir mejor la lactosa. Se usan además en afecciones gastrointestinales, como puede ser el síndrome del colon irritable.
¿Con qué alimentos deberíamos enriquecer nuestra dieta?
Las verduras de hoja verde son fuente de calcio, tenemos las espinacas, las acelgas… También el brócoli, las legumbres, los frutos secos, los pescados azules, la carne, las naranjas, los tomates o los sustitutos de la leche como la leche de soja o de arroz. Los huevos y el hígado disponen por ejemplo vitamina D. Consulta con un nutricionista qué opciones tienes para sustituir unos alimentos por otros, en el caso de padecer este trastorno.