Teresa Rey
Preguntas
Ser optimistas reduce la gravedad de un ictus y ayuda en otros trastornos de salud
Un estudio ha verificado los efectos positivos del optimismo tras un accidente cerebrovascular
Adoptar una actitud optimista ante la vida es algo que repercute de forma positiva en la salud, tal y como han verificado diversos estudios. El último asegura que puede ayudar a reducir la gravedad de un ictus. Así lo ha comprobado un grupo de investigadores que han presentado su informe durante la celebración del Simposio de Enfermería de Conferencia Internacional de Accidentes Cerebrovasculares 2020 de la American Stroke Association, celebrado en Los Ángeles (Estados Unidos).
En la salud mental
En este análisis se ha estudiado la relación del optimismo con la gravedad del accidente cerebrovascular, la discapacidad física y la inflamación. Se ha llevado a cabo sobre 49 supervivientes de un accidente cerebrovascular durante tres meses.
Los investigadores han recalcado que sus conclusiones sugieren que las personas optimistas obtienen un buen resultado de la enfermedad y por ello consideran que “aumentar la moral puede ser una forma ideal de mejorar la salud mental y la recuperación” de las personas que han sufrido este tipo de episodio.
La inflamación que se produce en el cerebro tras un ictus es uno de los aspectos que influye en el proceso de recuperación del enfermo. Sin embargo, parece ser que el optimismo se vincula a niveles de inflamación más bajo y con mejores expectativas para salud en las personas que presentan algún tipo de afección. No obstante, hasta hora ninguna de las investigaciones había evaluado este aspecto en quienes habían sufrido este tipo de accidente cerebrovascular.
A la par que aumentan los niveles de optimismo, disminuye la gravedad del ictus y los marcadores inflamatorios IL-6 y PCR, incluso después de considerar otras variables. Es por ello, que estos científicos consideran que los familiares y el propio paciente deben conocer el papel que juega esta actitud para salir adelante tras un derrame cerebral, y que es evidente que la salud mental afecta a esta condición.
Qué es ser optimista
Como bien se indica otras evaluaciones científicas han estudiado la influencia del optimismo en la salud y hablan de su incidencia positiva en diversos trastornos de salud. Pero ¿qué es ser optimista? Según explica Montserrat Giménez Hernández, de la Universidad de Alcalá, en el análisis titulado Optimismo y pesimismo. Variables asociadas al pensamiento escolar, ser optimistas no es vivir en un mundo lleno de ilusiones sin ningún soporte en la realidad. Son personas que se dan perfecta cuenta de lo que sucede y perciben las desventajas de tomar una decisión o la realidad de un problema. Es decir, “no viven en un mundo en el que todo es de color de rosa, aunque se esfuerzan por buscar la tonalidad”. En comparación con los pesimistas, los que adoptan una postura contraria son capaces de encontrar aspectos positivos que les ayudan a tomar decisiones, enfrentarse a los problemas y superar dificultades.
La experta asegura que no siempre se tiene esta actitud en todas las circunstancias de la vida, pero sí se puede hablar de una tendencia hacia el optimismo y que es la que nos va a proteger ante determinados momentos adversos que deberemos encarar.
Dice la autora que el optimismo implica también ilusión y esperanza. Es muy frecuente oír la frase “No te hagas ilusiones”, sin embargo Giménez se pregunta ¿por qué no? Porque no confiar en que las cosas van a salir bien: “Lo más probable es que haya tantas posibilidades de que vayan bien las cosas como de que no”.
En definitiva ser optimistas implica reconocer lo mejor de una persona y del mundo que la rodea, ser consciente de la realidad que hay a su alrededor, analizar sus posibilidades y en torno a ellas crear soluciones o alternativas, que se focalizan a conseguir un objetivo, ejerciendo un control realista y confiado de la vida y la situación que nos ha tocado vivir.
Sus beneficios
Ver las cosas de este modo redunda positivamente en la salud, pues una persona con esta característica tiende a perseverar más y a no rendirse con tanta facilidad ante una adversidad. Ante situaciones de estrés saben manejarse mejor, ya que tienden a aportar enfoques más prácticos que les ayudan a afrontar esos momentos de mayor presión en sus vidas.
Suelen ser personas más lanzadas que son capaces de asumir riesgos, ya que saben perfectamente cuáles son los pros y los contras de sus decisiones, y si algo no sale bien disponen de herramientas para asimilarlo sin añadir más sufrimiento del necesario a lo acontecido.
Ser así redunda en las enfermedades también, y no solo en la recuperación de un ictus como hemos visto. Otros estudios hablan de que el optimismo influye en general en la salud física. De hecho, en comparativas se ha llegado a demostrar que individuos con un estilo emocional más positivo presentan menos riesgo de contraer catarros que aquellos que lo tienen negativo. En general, son varias las investigaciones que han encontrado que esta forma de afrontar la vida es una protección a la hora de hacer frente a la enfermedad y está vinculada a una mayor esperanza de vida.