Preguntas

¿Qué es una polisomnografía y cuándo es aconsejable en personas mayores?

Mariola Báez

Foto: Bigstockphoto

Lunes 30 de diciembre de 2019

7 minutos

Esta prueba es básica para diagnosticar y tratar patologías relacionas con los trastornos del sueño

polisomnografia
Mariola Báez

Foto: Bigstockphoto

Lunes 30 de diciembre de 2019

7 minutos

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (@seggeriatria) recuerda que dormir menos de siete horas se asocia a un mayor riesgo de caídas, deterioro cognitivo y dificultades en el seguimiento correcto de la pauta de medicación.

Un sueño reparador es esencial para la salud física y mental de cualquier persona, pero el simple hecho de dormir, a veces no resulta sencillo. El insomnio afecta en mayor medida a las mujeres, los adultos mayores y las personas que padecen patologías directamente relacionadas con los trastornos del sueño. Poder conocer qué ocurre a nivel fisiológico y cerebral mientras dormimos (o lo intentamos) es el objetivo de una polisomnografía.

Polisomnografía

¿En qué consiste esta prueba?

Como explica la Asociación Española del Sueño (ASENARCO), la polisomnografía es la prueba principal que se realiza para obtener información que pueda resultar útil a la hora de dar solución a los distintos trastornos. Se realiza, generalmente, en las Unidades del Sueño con las que cuentan hospitales y centros especializados. Mientras dormimos, la prueba va a permitir registrar datos exactos sobre la actividad cerebral, la respiración, el ritmo cardiaco, la actividad muscular o los niveles de oxígeno en sangre que mantenemos en este periodo de profundo reposo.

Realizar este estudio no requiere preparación previa por parte del paciente. La idea es que intentes dormir como lo harías en casa, pero colocándote previamente una serie de electrodos en el cuero cabelludo, los párpados u otros puntos del rostro y el pecho, para controlar en todo momento el ritmo cardiaco.

La polisomnografía recoge datos de cada una de las etapas del sueño, tanto en la fase MOR, cuando se aprecian movimientos oculares rápidos con los párpados ya cerrados; como en la fase no MOR, el más más profundo.

El estudio recoge la actividad cerebral (EEG), las posibles contracciones musculares (EMG) y los movimientos oculares (EOG), junto a otros datos relevantes como pueden ser el tiempo que tardas en conciliar el sueño, la postura corporal que adoptas, el número de veces que el descanso se interrumpe o la cantidad de aire que entra y sale de tus pulmones, entre otros. Dura toda la noche, unas 8 o 9 horas, y una vez finalizado solo habrá que retirar lo electrodos y podrás incorporarte a tu actividad diaria.

Hombre durmiendo: polisomnografía

¿En qué casos resulta útil una polisomnografía?

No poder conciliar el sueño es algo que puede ocurrir de manera puntual y que no reviste mayor importancia, pero cuando existe una causa que provoca de manera recurrente esta situación, su diagnóstico es una cuestión de salud fundamental. La falta de descanso agrava cualquier dolencia, sobre todo si se trata de patologías crónicas que pueden sufrir las personas mayores.

Son muchas las causas que pueden impedir un sueño reparador, desde situaciones continuadas de intenso estrés, hasta problemas respiratorios que es básico detectar para establecer el correspondiente tratamiento.

En el caso de los adultos mayores, la apnea es una de las patologías de mayor prevalencia entre las causas que originan estos trastornos. La interrupción de la respiración, durante unos segundos, provoca un despertar brusco y desencadena episodios de hipersomnia (excesivo sueño durante el día). Incluso puede derivar en narcolepsia, el caso más grave de hipersomnia en el que los ataques resultan incontrolables, interfiriendo gravemente en la calidad de vida de quien los sufre, tal y como explica la Asociación Española de Narcolepsia (A.E.N.).

Las dificultades respiratorias como consecuencia de enfermedades frecuentes en adultos mayores, como la EPOC, son en muchas ocasiones la causa de alteraciones en el descanso nocturno. Tanto en este caso como en el de la apnea del sueño, una polisomnografía aporta valiosa información sobre los niveles de oxígeno y el estado general que presenta el sistema respiratorio mientras dormimos. Hay que recordar que los trastornos de origen respiratorio se incrementan con la edad. Una de cada cuatro personas mayores sufre problemas de este tipo.

Polisomnografía

Enfermedades musculares y neurológicas

La prueba del sueño también reviste especial utilidad en patologías en las que las alteraciones en el descanso tienen su origen en problemas relacionados con nuestras conexiones nerviosas y neuronales. Es lo que ocurre en el caso del síndrome de las piernas inquietas o la enfermedad de Willis-Ekbom, que provoca sensaciones molestas, especialmente en las extremidades inferiores, que se alivian con el movimiento.

Según datos de la Asociación Española de Síndrome de las Piernas Inquietas (@aespi2), este trastorno afecta al 10% de la población, aunque en muchos casos la enfermedad no está convenientemente diagnosticada. Para calibrar la presencia y la incidencia de esos movimientos que se producen en las extremidades, los estudios del sueño son una de las pruebas fundamentales.

No siempre una polisomnografía es necesaria. Como señala la Fundación Alzheimer España (@AlzheimerEsp), a medida que los años pasan la estructura de nuestro sueño cambia. Es habitual que un adulto mayor tarde más tiempo en dormirse, tenga el sueño más ligero y duerma durante cortos periodos a lo largo del día, pero es importante determinar si ese patrón es normal o implica alguna alteración que pueda estar relacionada con una enfermedad física o mental.

Sobre este tema, una prueba realizada en una unidad del sueño puede desvelar datos relevantes a la hora de establecer medidas o tratamientos que mejoren el descanso y, con él, la calidad de vida de las personas mayores.

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Mariola Báez

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