¿Frenará la llegada del calor el coronavirus?

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La respuesta a si la temperatura influiría o no en la propagación del virus, podría ser que, eso es lo que esperan los expertos que estudian esta pandemia. Es el caso de los investigadores de la Universidad Sun Yat-sen en China que han llevado a cabo diversos estudios al respecto. Informes en los que apuntan la posibilidad de que el coronavirus sea más sensible y tenga una menor incidencia con la llegada del calor. 

No obstante, pese al optimismo, desde la Organización Mundial de la Salud (@OMS_es) recuerdan que no hay nada concreto en este caso y que incluso con la llegada de la primavera y las temperaturas más benévolas no se debe bajar la guardia. Y es que, aseguran, es probable que la situación no solo no remita, sino que empeore si no se toman las efectivas medidas drásticas para frenar su rápido avance y que la población sea consciente de ello.  

¿Qué pasará en primavera?

Sin embargo, los expertos chinos mencionados, guardan la esperanza de que se repita lo que sucedió en el año 2003 con el SARS, de la misma familia del coronavirus. Una epidemia que comenzó en esa fecha, después de que se propagase de pequeños mamíferos a personas en China, y cuyo brote se hizo global de manera muy rápida. Se pudo contener, sí, pero esto no ocurrió hasta el mes de julio del mismo año.  

No obstante, no toda la comunidad científica muestra tal entusiasmo ante un futuro no tan lejano que pueda ayudar a cortar o remitir la expansión de la pandemia. Es el caso de los investigadores de la Universidad de Harvard (@Harvard) que recuerdan que el coronavirus se extendió rápidamente de las provincias chinas más frías a otras zonas donde la temperatura era más tropical. Por eso, defienden que la subida de las temperaturas y la humedad no está asociada directamente a la eliminación del contagio de raíz, aunque podría ser (es pronto para afirmarlo categóricamente) que el repunte de casos aminorase algo. 

Esta opinión es también compartida desde los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (@CDCespanol) que aclaran que todavía es pronto para saber a ciencia cierta si la temperatura puede favorecer el freno de la rápida propagación del COVID-19. Es cierto, explican, que patologías como puede ser una gripe , se suelen observar especialmente durante los meses más fríos del año; pero esto no quiere decir que uno no pueda enfermar de lo mismo en otra estación del año. 

Esto, defienden, tiene una explicación lógica. Durante el otoño y el invierno es cuando más tienen lugar las epidemias de resfriados y otro tipo de patologías infecciosas respiratorias debido a varios factores, como puede ser el hecho de que la gente pase más tiempo en lugares cerrados (se facilita el contagio en este caso). A esto se añade que el frío de dichas semanas, puede hacer que algunas medidas defensivas del organismo ante los agentes infecciosos externos no funcionen de manera tan eficaz. de ahí que haya una mayor incidencia. 

 Además, también se ha comprobado que estos virus estacionales suelen sobrevivir peor en el exterior cuando el termómetro sube. 

Sea como fuere, lo cierto es que en todos los estudios mencionados se habla de conclusiones preliminares que no cuentan con la revisión científica definitiva que pueda arrojar algo más de luz al problema de salud mundial que toca tan de cerca en las últimas semanas.  

Seguir con las medidas preventivas es lo más sensato

Mientras llega la confirmación de si la primavera y los meses más cálidos del año pueden hacer frente y ganar la batalla al coronavirus no, no está de más seguir, de manera responsable, las medidas preventivas acordadas por los organismos públicos sanitarios. Unas recomendaciones de especial importancia para las próximas semanas que vienen, en palabras del propio presidente del Gobierno de España Pedro Sánchez (@sanchezcastejon). 

Unas precauciones que no son nuevas, sobre todo en los últimos días, pero que vienen bien refrescar sobre todo para evitar la extensión de contagios entre los grupos de mayor riesgo, como pueden ser las personas mayores con patologías crónicas previas. Y es que hasta la fecha no se dispone de una vacuna o tratamiento específico que pueda combatir totalmente las infecciones que se desencadenan por el coronavirus. Así pues, se debe: 

• Mantener una higiene básica, no solo en lo personal (manos) sino también en aquellas zonas en las que haya un mayor riesgo de transmisión. 
• Evitar, además, el contacto con personas que ya estén infectadas y protegerse especialmente la boca, la nariz y los ojos. 
• En espacios de trabajo, por ejemplo, evitar los apretones de manos o los saludos con besos. Además, es importante (no solo en estos lugares) echar mano de toallitas desechables o de geles desinfectantes (esto último solo en momentos muy puntuales). Una medida que resultará más eficaz si se mantiene un metro de distancia mínimo de una persona que pueda estar tosiendo o estornudando. 

Y es que todo es poco para frenar el avance de una epidemia que ya se ha extendido a más de un centenar de países en todo el mundo. En cifras más concretas, a día de hoy hay más de 119.000 personas contagiadas a nivel internacional, la inmensa mayoría (por encima de 80.000) en China). Unos números a los que hay que sumar, según las autoridades sanitarias, más de 4.000 muertes en todo el mundo debido al coronavirus. La esperanza, las más de 65.000 personas que ya han superado la enfermedad parece ser de forma satisfactoria.