Teresa Rey
Preguntas
La técnica Alexander: un método para calmar el dolor de espalda y otras afecciones
Es un sistema sencillo de educación postural que enseña a conocer mejor el cuerpo y sus tensiones
“Dejar de hacer para empezar a hacer de otra forma”. Esta es una de las frases que define a Frederik Matthias Alexander, nacido en Tasmania (Australia) en el año 1869. Él es el creador de un método sencillo de educación postural que lleva su nombre: la técnica Alexander. Tras un periodo de autoobservación y autoexploración después de que se quedara sin voz (era actor y adquirió una gran fama como recitador), descubrió una técnica que hoy en día se imparte en distintas escuelas y se enseña a quien desee mejorar sus hábitos posturales o presenta afecciones diversas como dolor de espalda, entre otras.
Cómo surge
Al quedarse sin voz y no poder dedicarse a su carrera comenzó una etapa de reflexión en la que analizó qué podía haberle llevado a esa situación. Llegó a la conclusión de que realmente el problema no estaba en sus cuerdas vocales, sino en la manera en la que usaba su cuerpo, sobre todo, en el escenario, y también en la vida cotidiana.
Tras observarse en varios espejos descubrió lo importante que es la relación entre el cuello, la cabeza y la espalda. A esto lo llamó control primario. Después, se dio cuenta de que una de las cosas que más nos cuesta es “dejar de hacer” o “parar”. Así pues, no es posible avanzar hasta que “no pare la reacción habitual”. De este manera, llegó a lo que definió como la “inhibición”, es decir, es necesario “decir no al estímulo”, algo que nos permitirá reestructurar de nuevo al cuerpo y alcanzar una correcta relación entre cuello, cabeza y espalda, y a continuación pasar a la acción.
De forma muy básica y resumida, esta es la forma en la que el actor consigue recuperarse y volver a los escenarios. Compañeros y médicos se interesaron por su técnica y le animaron a que la diera a conocer. Es entonces cuando se dedicó a enseñarla y a divulgarla en Londres (Reino Unido) y Nueva York (Estados Unidos), donde vivió de forma intermitente.
Conocer el cuerpo
Lo que se pretende con la técnica Alexander es aprender a conocer el cuerpo para saber utilizarlo bien y evitar que se produzcan dolencias derivadas de esta falta de conocimiento. Es como una herramienta pedagógica que tiene una finalidad terapéutica. No se trata por tanto de una serie de ejercicios para trabajar distintas zonzas del cuerpo como se hace por ejemplo con el Pilates. Con este método se aprende a tener consciencia de uno mismo, de cómo actuamos en cada momento con nuestro cuerpo y lograr que esos hábitos, dejen de ser mecánicos.
Cuando alguien acude a estas clases, los profesores se encargan de dar pautas para poder aplicar la técnica en su cotidianidad. De este modo, se descartan las posturas incorrectas y se sustituyen por otras que son las adecuadas después de proporcionar las premisas que ayudan a efectuar esa introspección individual que nos hace encontrarnos con nosotros mismos y nuestro cuerpo. La observación es clave, por tanto, en la técnica Alexander.
La finalidad este sistema es prevenir ciertas patologías así como síntomas derivados de la misma, en especial el dolor. Si conseguimos llegar al porqué de las dolencias que presentamos, seremos conscientes de qué las ha originado y obtendremos más herramientas para corregirlas y determinar qué podemos hacer para eliminarlas y empezar de nuevo.
Esta técnica se emplea para mejorar algunas afecciones relacionadas con la espalda, como problemas en las cervicales, ciática, lumbalgia, hernias discales... También en casos de ansiedad, problemas digestivos, migrañas, insomnio, problemas de circulación, etcétera.
Cada uno de estos trastornos esconde una problemática distinta, pero desde la percepción de esta técnica lo que se hace es trabajar con la unidad del cuerpo, esto es, se tiene en cuento todo el cuerpo como un bloque, como un todo, en donde la mente juega un papel clave. Se trata de aprender a unirlo todo. De adquirir consciencia de ese todo y empezar a actuar de un modo distinto para que se comiencen a producir los cambios que necesita nuestro organismo.
Reorganizar las tensiones
F. M. Alexander decía que su técnica no tenía como objetivo “liberarse de las tensiones, sino reorganizarlas haciendo una fuente de energía y de satisfacción”. Por lo tanto, lo que se pretende con este sistema es conseguir estar más relajado y de este modo se logra que las preocupaciones externas nos afecten menos. Al aumentar el control sobre uno mismo se tiene más seguridad, y se consigue entender mejor al organismo. Hay que obtener las herramientas necesarias para escucharlo y actuar en consecuencia.
Con este método se toma consciencia de cómo caminamos, de si lo hacemos mirando al suelo o de frente, de la postura que adoptamos cuando esperamos de pie el autobús y qué debemos hacer para no sentir dolor durante esta espera o cuando nos pasamos horas sentados frente al ordenador y nos empieza a doler todo el cuerpo. Todo aquello que hacíamos mecánicamente adquiere otra dimensión, porque con este sistema se aprende a ver qué es lo que estamos realizando mal y nos indica cómo lo debemos modificar