Teresa Rey
Preguntas
Cuáles son los tipos de cirugía de reemplazo articular que se pueden practicar en mayores
Esta intervención se considera como la última opción de tratamiento en algunos casos de atritis
La cirugía de reemplazo articular o artroplastia se considera como la última opción de tratamiento para los pacientes con artritis avanzada de cadera, rodilla u hombro, tal y como indican en el Colegio Americano de Reumatología. Por lo tanto, desde la opinión de este grupo de expertos, solo se recomienda en aquellas personas con esta afección que con un tratamiento no quirúrgico previo no han obtenido los resultados deseados y siguen presentando dolor en las articulaciones.
Consideraciones básicas de la cirugía
La operación es muy efectiva, a tenor de lo que comentan los expertos. De forma genérica consiste en retirar el cartílago desgastado de ambos lados de la articulación sustituyéndolo por una prótesis que la recubre. Esta se compone normalmente de un implante de metal y plástico que tiene la apariencia y función similar a la original. Casi todas las articulaciones se pueden reemplazar, pero las cirugías de este tipo más comunes son las de cadera o rodilla. Sin embargo, es posibles practicarla en dedos, tobillos o codos.
En los últimos años se han mejorado las técnicas quirúrgicas además de los materiales de implante que se emplean en estos casos: metal, plástico o cerámica. Por ello, se han conseguido minimizar los riesgos después de una intervención de estas características. Esto no quiere decir que los haya, como sucede en cualquier operación, ni que los resultados sean para toda la vida.
En un plazo de entre 15 ó 20 años la superficie de la articulación puede desgastarse de nuevo por lo que será necesario realizar las revisiones pertinentes para llevar un control del procedimiento. No obstante, los pronósticos son buenos en general y algunos expertos aseguran que esta cirugía puede prolongarse más allá de los 20 años, en concreto en cadera y rodilla, constituyendo una solución definitiva para la artritis en estas dos zonas del cuerpo.
Antes de someterse a este tratamiento, el experto evaluará qué abordajes previos ha recibido el paciente mayor con respecto a su enfermedad. Una artritis grave producida por artrosis, artritis reumatoide y otras afecciones articulares inflamatorias o la aparición de osteonecrosis, conocida como necrosis avascular, pueden ser determinantes. Si pese a una primera alternativa terapéutica inicial no se ha conseguido aliviar el dolor, entonces la cirugía de reemplazo articular se convierte en una posibilidad.
Toda persona, al margen de su edad, puede someterse a este tipo de intervención. En el caso de ser mayor se observará el estado de salud general y hasta qué punto el dolor articular es limitante e impide llevar una vida cotidiana normal de modo que está mermando su calidad de vida.
Reemplazo de la articulación de la rodilla
La finalidad de este proceso es aliviar el dolor intenso que se produce en la articulación de la rodilla y que no se ha solucionado con otros métodos. De modo que el experto puede decantarse por esta opción si la molestia es tan profunda que impide realizar las actividades normales o no es posible caminar con normalidad. En una técnica muy común en mayores de 60 años.
Consiste básicamente en reemplazar una articulación de la rodilla por una artificial o prótesis. La técnica consiste en retirar el cartílago y el hueso dañados para sustituirlos por las piezas artificiales. Estas se pueden colocar en distintos puntos, como en el extremo inferior del hueso del muslo o fémur, donde la pieza de reemplazo generalmente es de metal. También en la tibia, usando un sustituto de metal y plástico. Por último, el otro lugar donde se suele ubicar el engranaje nuevo, en este caso de un plástico especial, es en el lado posterior de la rótula o patela.
Lo más común es utilizar una combinación de materiales, sobre todo metal, plástico duro o cerámica. La intervención dura en torno a dos horas y se emplea o bien anestesia genera o bien anestesia epidural o raquídea.
Reemplazo de la articulación de la cadera
Igual que en el caso anterior, llegar a este tipo de intervención es consecuencia de una artritis grave que se convierte en discapacitante. Así pues, si ante otras terapéuticas persiste el dolor intenso, el médico puede recomendarnos esta operación.
De mismo modo, hay que recalcar que este sistema es habitual en personas mayores de 60 años. Si debido al dolor de la cadera no se pueden hacer actividades cotidianas como bañarse, preparar la comida, estar por casa tranquilamente o caminar, es posible que se aconseje el reemplazo. Otros motivos puede ser el tener dificultades para andar y que por ello se necesite bastón o andador, fracturas en el fémur o la presencia de tumores.
Una articulación de cadera está compuesta de dos partes, de modo que en la operación se pueden sustituir una o ambas. Por un lado está la cavidad de la cadera que comprende una parte del hueso de la pelvis llamado acetábulo y, por otro, el extremo superior del fémur o cabeza femoral.
La nueva cadera estará formada por una copa de metal fuerte o un revestimiento que se ubica en la copa a acetábulo, por lo general de plástico, aunque se puede emplear cerámica o metal. De igual modo, otra posibilidad es colocar una esfera de metal o cerámica para sustituir al fémur, o un vástago de metal que va encajado en este para sujetar la unión.
Este proceso dura entre una y tres horas y al igual que en el caso anterior el tipo de anestesia lo determinarán los especialistas.