Teresa Rey
Preguntas
El síndrome del miembro fantasma puede experimentarse tras la pérdida de una extremidad
Es común después de sufrir una amputación y se caracteriza por la presencia de pinchazos o dolor
Las personas que han sufrido una amputación en alguna de sus extremidades o la pérdida de las mismas experimentan, en ocasiones, la sensación de que la parte que ha desaparecido sigue estando presente. Esta percepción es muy real, pues se llega a sentir desde un punto de vista motor y sensorial. A este fenómeno se le conoce como síndrome del miembro fantasma. Es algo bastante frecuente en la mayoría de los pacientes amputados, al menos en el primer mes después del suceso. Aunque en otros casos puede tardar unas semanas o surgir meses después.
Qué se siente
Los síntomas que aparecen pueden ser hormigueo, pinchazos, dolor en la extremidad (a pesar de haber desaparecido), sensaciones termales de frío o calor y entumecimiento. Muchos de estos signos aparecen en la parte más alejada del miembro amputado. Es decir, en el caso de una pierna, en el pie o en los dedos del mismo; y si es un brazo, en la mano o sus dedos también.
A veces se sigue teniendo la impresión de que estamos completos o que el miembro que no existe sigue ahí, solo que en una posición que no le corresponde naturalmente.
Las causas exactas de este síndrome no están identificadas a día de hoy. Se considera que hay una relación por el vínculo entre el cerebro y la médula espinal. A través de resonancias magnéticas o PET se ha comprobado que algunas partes del cerebro que están conectadas neurológicamente a los nervios de la extremidad que ya no está siguen mostrando actividad en las personas que padecen este trastorno.
Hay una serie de aspectos que pueden empeorar este síndrome como una mala circulación, el estrés, el cansancio, alguna infección o que la zona se hinche, por citar algunos.
Tratamiento difícil
Para calmar los síntomas, existen varias posibilidades farmacológicas y terapias relajantes. A veces se recurre a la acupuntura o a diversos tipos de estimulación. En realidad, según los expertos es un trastorno difícil de tratar y, en ocasiones, con medidas básicas se experimenta mejoría. Tener ocupada la mente realizando actividades con las que disfrutemos ayuda a no pensar tanto en el dolor. Además, se pueden buscar técnicas de relajación, hacer algún ejercicio con el resto de la extremidad o usar medias de compresión.