Teresa Rey
Preguntas
¿Tienes las mejillas rojas por la cuperosis o la rosácea? Así se tratan
Son trastornos de la piel que se acentúan con cambios bruscos de temperatura o alimentos picantes
La cuperosis y la rosácea son dos trastornos de la piel que se caracterizan por la aparición de rojeces a consecuencia de dilataciones vasculares del rostro. Suelen ser trastornos bastante frecuentes, pero infradiagnosticados, afirman los expertos, a pesar de que cuando se sufren generan problemas de autoestima al manifestarse en la piel de la cara. Cambios bruscos de temperatura, estados anímicos, alimentos específicos, exposición solar, alteraciones hormonales o la herencia genética influyen en su aparición.
Cuperosis
La cuperosis produce un enrojecimiento en las mejillas que puede ser temporal, aunque en el caso de ser recurrente puede deberse a un problema vascular, explican desde la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). Se produce por una alteración en la circulación de la sangre, que provoca la dilatación de los vasos de la piel y los hace visibles en su superficie. A estas venas se las llama telangiectasias.
Suele aparecer a partir de los 30 años en mejillas y nariz, y en menor medida, en barbilla, frente o escote. Aunque se da en todo tipo de pieles, es más común en las finas y en las claras, tanto de hombres como de mujeres. Se considera que puede ser un estadio inicial de la rosácea. De hecho, también se la conoce como rosácea eritematotelangiectásica.
Rosácea
La rosácea es más habitual en personas de entre 30 y 50 años. Se manifiesta principalmente en mejillas, barbilla, frente y entrecejo, a través del enrojecimiento brusco de la piel, espontáneo y persistente, con telangiectasias y lesiones pápulo-pustulosas (granos rojos o granos de pus), que aparecen o desaparecen, o son permanentes si no se tratan, indican desde la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV). A veces afecta también a los ojos por medio de picor o quemazón, sequedad, fotosensibilidad o inflamación en los párpados.
Las causas de su aparición son multifactoriales, aunque se ha observado que el 40% de los pacientes con esta problema de la piel tienen antecedentes familiares. Al igual que en la cuperosis afecta más a personas de piel sensible y fina.
Prevención
En la prevención de la cuperosis y la rosácea hay que averiguar cuáles son los desencadenantes que las originan y tratar de evitarlos. Por ejemplo, si empeora a causa de alimentos determinados, como los picantes o de bebidas alcohólicas, evitarlos; si es a consecuencia del estrés, buscar técnicas de relajación, y, especialmente, utilizar siempre fotoprotectores solares. En el cuidado de la piel será necesario vigilar las cremas hidratantes que usemos, por ello el dermatólogo nos indicará qué es lo más aconsejable.
Tratamiento
El tratamiento para estas afecciones de la piel dependerá del estadio, de los síntomas y de la gravedad. Generalmente se emplean tratamientos tópicos para aplicar directamente sobre la piel u orales por medio de fármacos. En ocasiones se recomiendan tratamientos con láser o luz pulsada intensa (IPL), para disminuir el enrojecimiento ya que actúan sobre los vasos sanguíneos y los eliminan.