La cada vez mayor esperanza de vida ha aumentado la incidencia de los problemas urológicos más frecuentes, como el cáncer de próstata o la incontinencia de orina. Según la oficina estadística de la Unión Europea, Eurostat , las mujeres españolas son las más longevas de la Unión y los españoles ocupan el segundo puesto después de los suecos Los especialistas advierten de que esa es la razón por la que en los próximos años se espera un incremento notable en la demanda asistencial de estos problemas de salud y de otras patologías urológicas, como el cáncer vesical, la disfunción eréctil o la andropausia (déficit androgénico del varón). Y aumentarán también los síntomas miccionales, que son los que, por lo general, motivan la visita del paciente a la consulta del urólogo. Hay que llamar la atención sobre estas patologías porque la mayoría de la gente piensa que son problemas inherentes a la edad, cuando no es verdad. No es inevitable y no es un tributo obligatorio que haya que pagar por cumplir años.
Se calcula que dos millones de españoles padecen disfunción eréctil, que un número similar de mujeres arrastra un problema de incontinencia de orina y que el tumor de próstata afecta ya a un 10 por 100 de los varones con más de 50 años. En total, cerca de ocho millones de personas en nuestro país padecen problemas urológicos. Como señalan desde la Asociación Española de Urología (AEU), “la sociedad del bienestar necesita que a los esfuerzos en materia de prevención se añadan otros encaminados a mejorar la calidad de vida las personas con estos problemas de salud. Las nuevas generaciones de pacientes no se resignan a padecer determinadas molestias como algo inherente a la edad. En ese sentido, una atención urológica integral permitiría dar respuesta a esta demanda asistencial creciente”.
Cáncer de próstata
El cáncer de próstata será una de las patologías urológicas más frecuentes en los próximos diez años. En España cada año se diagnostican unos 10.200 tumores prostáticos. Para la AEU es una prioridad que los españoles sepan que a partir de los 50 años es aconsejable una revisión urológica para conocer el estado de salud de su próstata y deben igualmente saber que en la actualidad se dispone de terapias eficacias con fines curativos y de tratamientos paliativos que mejoran la calidad de vida del enfermo. Una encuesta reciente revela que aunque un 69,5% de los españoles con más de 50 años ha sufrido algún síntoma relacionado con la próstata el último año, sólo un tercio acude al médico.
En la actualidad, es frecuente (75%) que el tumor se detecte cuando la enfermedad aún se encuentra en las primeras fases. La mayoría de las veces el afectado tiene más de 60 años y en menos del 1 por 100 de los casos afecta a varones menores de 50 años. La edad media de fallecimiento por esta enfermedad se sitúa en torno a los 75 años. Las medidas para lograr la detección temprana del tumor son básicamente dos: la determinación del antígeno prostático específico (PSA), que consiste en un análisis de sangre, y el tacto rectal (examen digital de la próstata a través del ano).
No hay datos suficientes que demuestren el beneficio del cribaje masivo de la población sana. Este tumor tiene una historia natural impredecible ya que sólo fallecen un 10-15% de los pacientes, lo que significa que muchos de los afectados podrían convivir con el tumor durante mucho tiempo, hasta el punto de morir con la enfermedad y no por ella. Un diagnóstico precoz y un tratamiento con intención curativa pueden garantizar la supervivencia en un 80% de los casos.
Incontinencia de orina
Al igual que la disfunción eréctil, la incontinencia de orina era hasta hace poco una de esas enfermedades urológicas secretas, que el paciente oculta por pudor o por considerar erróneamente que son inherentes a la edad y frente a la cual poco puede hacerse para corregirla. Los urólogos desean subrayar que, por ejemplo, la cirugía mínimamente invasiva resuelve el 80% de los casos. Esta alteración urológica puede ser consecuencia de una enfermedad neurológica, de una diabetes, de alteraciones urológicas y del suelo pélvico. En España, el 23% de la población sufre esta alteración, cifra que alcanza hasta un 45% en mujeres mayores de 65 años.
Estornudar o hacer un determinado ejercicio físico puede producir pérdidas de orina. De hecho, el 39% de los casos de incontinencia son de esfuerzo. La incontinencia no es una enfermedad en sí, sino un síntoma que se presenta en diferentes enfermedades y que es la consecuencia de una alteración en la fase de llenado vesical. Esta alteración consiste en la pérdida involuntaria de orina que se produce en un momento y lugar inadecuado y que supone un problema social e higiénico para el que lo padece. Este trastorno llega a generar un coste de más de 900 millones de euros al año y es responsable de entre un 5 y un 10% de los ingresos en residencias de mayores.
Por lo general, afecta más a las mujeres, con una incidencia de entre un 8 y un 12% entre las de mediana edad. Se calcula que la mitad de las mujeres tendrán un problema de incontinencia en algún momento de su vida y más de 8 de cada 100 mujeres con edades comprendidas entre los 35 y los 50 años ya ha tenido algún episodio. A partir de los 55 años este porcentaje se incrementa hasta alcanzar un 12. Este repunte se debe a que en la fase menopáusica el déficit de estrógenos disminuye la presión en la uretra y favorece la incontinencia que ya existía previamente. Superados los 65 años, el riesgo de incontinencia se iguala por sexos; de hecho, se calcula que más del 15 por 100 de los ancianos padece este trastorno.
Como la incontinencia es un síntoma, el tratamiento debe ir dirigido a tratar la enfermedad o el defecto anatómico que la produce. Gracias a los avances en la cirugía, la paciente se puede marchar a su casa después de la intervención, por lo que no requiere ingreso hospitalario. Asimismo, es fundamental informar a las mujeres de llevar a cabo la rehabilitación del suelo pélvico a través de unos sencillos ejercicios pre y post parto.
Disfunción eréctil
Cada vez es más frecuente que el varón español acuda a la consulta por un problema de disfunción eréctil. En los últimos años, el pudor y los falsos mitos que rodean a esta alteración sexual han ido desapareciendo. El paciente ha adquirido conciencia de que la disfunción eréctil es una enfermedad y no una deficiencia física ligada a la edad o algo con lo que haya convivir de manera irremediable.
El tabaquismo, el alcohol, la diabetes y la falta de riego de los cuerpos cavernosos están entre las principales causas de una patología que afecta hasta al 19% de la población masculina de entre 25 y 70 años. Las alteraciones sexuales pueden influir seriamente en la autoestima de quien la padece y, por tanto, en su calidad de vida y en la de su pareja. Detrás de un problema de disfunción eréctil puede haber problemas fisiológicos o psicológicos. Entre los más jóvenes que acuden a la consulta, priman estos últimos. Se estima que los factores psicológicos causan un 20-25% de los casos de esta disfunción.
Cáncer de vejiga
En España tenemos una de las tasas más elevadas del mundo de cáncer de vejiga porque somos un país de fumadores y porque no respetamos el medio ambiente. En las zonas industriales se multiplica la incidencia. Por eso las medidas preventivas se basan en huir de todo lo que resulta irritable para la vejiga: colorantes, humos industriales y el tabaco. No parece que la alimentación influya de manera concreta. Y si es cierto que puede haber factores familiares que están ligados al metabolismo del triptófano (un aminoácido esencial de la dieta)
Los síntomas casi siempre pasan por la alarma al encontrar sangre en la orina o que haya incomodidad al orinar. Los especialistas señalan que mucha sangre y poco dolor suele ser un indicador de tumor superficial. Si hay poca sangre, pero duele más, puede tratarse de un tumor infiltrante.
Sobre el autor:
Ramón Sánchez-Ocaña
Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid.
En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979) y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.
Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.
Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición.
En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.