Psoriasis, la enfermedad de la piel

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y lo tenemos a simple vista. Esto puede ser un problema ya que se encuentra más expuesta a factores externos, pero al mismo tiempo nos ayuda a detectar posibles problemas.

Uno de ellos, y el cual será claramente reconocible, es la psoriasis. Se trata de una enfermedad crónica de la piel que provoca inflamación y descamación.

La psoriasis se trata de una patología que puede aparecer en brotes, es decir, habrá temporadas en los que el paciente pueda estar libre de ella, para luego sufrirla. Lo más común es que sea en la piel donde se limiten los efectos de esta enfermedad, pero puede haber variables en las que se ataquen además a las articulaciones o a los ojos, produciendo así una afectación sistémica.

El funcionamiento de esta enfermedad se focaliza en la renovación celular, ya que se produce de manera más deprisa de lo que debería, causando una acumulación de células muertas en la superficie de la piel que se pueden apreciar como escamas o placas gruesas y duras.

Entre estas placas, de forma irregular y blanquecina, la piel estará enrojecida. Pueden darse por todo el cuerpo, pero predominan en el cuero cabelludo, el tronco así como en los miembros superiores e inferiores como pueden ser codos y rodillas. Otras zonas donde puede detectarse es en la zona entre las nalgas o en el área genital en los hombres o en las uñas, donde puede presentarse con pequeño agujeros o una mancha por debajo de ellas.

Estas placas pueden aparecer con estos brotes de forma espontánea, pero también ir surgiendo lenta y gradualmente. Cuando el brote se suaviza, la piel queda levemente rosada, mejorando el aspecto, pero sin desaparecer totalmente.

En los casos en los que la psoriasis afecta a los ojos, suele hacerlo en forma de conjuntivitis, blefaritis (inflamación de los párpados) o queratitis (inflamación de la córnea).

TRATAMIENTO

A día de hoy no existe una cura para esta enfermedad, de modo que los tratamientos se enfocan en proporcionar una mejora de los síntomas o en paliarlos, así como a retrasar la aparición de los brotes durante el mayor tiempo posible.

Para conseguir el tratamiento más adecuado debemos consultar con un dermatólogo quien tendrá en cuenta el tipo de psoriasis, su estado de gravedad, la edad del paciente, otras patologías y medicamentos que se estén tomando.

Entre los tratamientos más comunes, para los casos leves, se encuentran las cremas, pomadas, lociones, geles y champús que se aplicarán en la zona afectad mejorando el aspecto y el tacto.

En casos más graves, el profesional podrá optar por la fototerapia, fármacos o inyecciones (en psoriasis sistémica) o una terapia combinada de los anteriores.