¿Qué es la miastenia? Los síntomas de esta enfermedad comienzan por los músculos que rodean los ojos

Sentirse cansado después de practicar un deporte es común porque el cuerpo humano ha estado expuesto a una actividad mayor de lo normal. Pero sentirse débil y fatigado en extremo una vez que hemos terminado, ya es menos común. En este último caso habrá que consultar con un experto ya que puede ser que haya una razón clínica.

Uno de estos casos es la miastenia gravis. Se trata de una enfermedad neurológica autoinmune que afecta a la transmisión nerviosa al utilizar un grupo muscular, generando fatiga de intensidad variable a lo largo del día. Frente a esta enfermedad existen diversos tratamientos inmunosupresores e inmunomoduladores; sin embargo, entre el 10% y el 20% de las personas no responden de forma correcta a ellos.

Antes de que salten todas las alarmas tendremos que saber los síntomas de esta enfermedad que dependerán del grado de afectación. Claramente el principal son la fatiga y la debilidad muscular que aumentan en los momentos de actividad, pero manifestándose en un solo grupo muscular. Hay que destacar que en un 70% de los casos, se producen en la musculatura ocular, produciendo visión doble o caída de párpados.
Más tarde los síntomas pueden ir en aumento, afectando a otros músculos como los del cuello, extremidades o la región bulbar.
Por último, si no se pone freno a esta progresión creará un empeoramiento clínico muy grave y de rápida evolución que llevará a una insuficiencia respiratoria.

Para no llegar a estos límites es fundamentar dar con un diagnóstico temprano. Para ello se utiliza una combinación de síntomas y signos relevantes además de un test específico de anticuerpos.

El tratamiento será personalizado para el paciente, ya que depende de la edad, la gravedad y el ritmo al que evoluciona la enfermedad. Gracias a los avances que se han producido en las terapias inmunosupresoras de la miastenia, un 90% de los pacientes logran una mejoría de su enfermedad y en un 70% de los casos pueden llevar una vida normal o casi normal.