Victoria Herrero
Salud
La triste realidad de los mayores hospitalizados que no tienen a nadie que les acompañe
Desavenencias familiares, una vida en soledad o una mala conciliación llevan a esta situación
Si ya de por sí pasar tiempo ingresado en el hospital no es algo que uno desee, si además le sumamos que uno no tenga nadie que le visite o acompañe, la situación se torna más dramática. Sin embargo, esta es la realidad a la que se enfrentan hoy en día algunas personas mayores que se encuentran hospitalizadas en total soledad y no cuentan con familia, amigos o conocidos en los que refugiarse en esos delicados momentos.
Un problema que, como explican desde el Hospital Miguel Servet de Zaragoza (@GobAragon), todavía no muestra cifras alarmantes, pero que se debe a esos mayores, sobre todo mujeres, que viven solos, pacientes a los que sus familiares no quieren atender por suponer una atadura o bien a personas que con el tiempo han ido rompiendo lazos familiares y sociales, llegando a una situación en la que no quieren saber nada de sus allegados. No obstante, también se da el caso de personas con familia que no pueden compaginar su vida familiar y laboral para estar todo el día junto a la cama del enfermo.
Un problema que es ahora cuando se va visibilizando poco a poco.
En estos casos, dichos pacientes reciben los cuidados por parte de médicos, enfermeros y personal (trabajadores sociales, por ejemplo) de esos centros sanitarios a los que se une la desinteresa labor de los voluntarios, que se encargan de ofrecer un rato de compañía, como es el caso del servicio que ofrece Cruz Roja (@CruzRojaEsp). Unos minutos que no solo le sirven para distraer sus pensamientos de ese problema de salud que le ha llevado a la cama de un hospital, sino también para ofrecerles ayuda a la hora de hacer gestiones u otras necesidades que tengan.
Una ayuda que se torna más necesaría cuando esta persona recibe el alta y no tiene ningún hogar al que volver o nadie que pueda echarle una mano en su día a día, si esa enfermedad le ha dejado alguna secuela o limitación. Un apoyo en estos casos para poder ponerse en contacto con ese familiar que vive lejos, para solicitar su ingreso en una residencia o poder optar a diversas ayudas a domicilio que le hagan su día a día más sencillo.
Una ayuda más que bienvenida, pero que no tiene ese carácter psicológico y emocional que supone tener a una pareja, un hijo o un amigo a tu lado, como explican estos expertos.
Los problemas derivados de una hospitalización larga
Y es que pasar días, semanas o incluso meses en un hospital trae aparejado algunas consecuencias para el enfermo y que podría sobrellevar mucho mejor si tuviese un apoyo familiar.
- Problemas cardiovasculares debido a que la circulación de la sangre se ralentiza. Esto lleva, además, a que haya un mayor riesgo de sufrir mareos, desmayos o incluso trombos.
- Durante esos días en cama se produce un deterioro de la función pulmonar que hace que sea más probable que el paciente pueda sufrir infecciones respiratorias.
- Otra de las afecciones comunes en estos casos es la incontinencia urinaria, que puede derivar en infecciones del aparato urogenital o la formación del cálculos renales.
- La inmovilidad es la que hace que se pierda masa muscular, que los músculos no tengan fuerza y se atrofien. Eso por no hablar de la reducción de la masa ósea que lleva a que se acelere una situación de osteoporosis y, por tanto, aumente el riesgo de fracturas. Lo mismo pasa con la aparición de eccemas en la piel debido a la presión de estar en la misma postura mucho tiempo.
- Cuando estás enfermo, lo que menos tiene uno son ganas de comer. En estas personas mayores hospitalizadas eso hace que se produzcan problemas de deglución o estreñimiento.
- Y donde más hace falta el cariño y el aliento de amigos y familiares es para evitar que las personas ingresadas durante semanas caigan en el desánimo y pueda aparecer un cuadro depresivo.
A todo esto, en ocasiones, se suman más consencuencias como la desorientación, cuyo origen está en un cúmulo de circunstancias producidas por esa larga hospitalización, así como por esa situación en la que se ha sacado de su entorno a esa persona mayor y se encuentra con un nuevo escenario que le resulta confuso o hasta agresivo en algunos casos.
Por eso es importante que las personas que acompañen al enfermo, sobre todo familiares, sigan algunas de estas recomendaciones:
- Evita gritar a esa persona y háblale con palabras de cariño y frases sencillas que pueda comprender.
- Facilita su descanso, pero también ayúdale a que se mantenga orientado (diciéndole qué día es o la hora) o a que disfrute de un poco de aire fresco o de sol si se lo permiten.
- Y en el caso de los médicos especialistas, es preferible no sujetar a esa persona ni quitarle todos aquellos elementos que le permiten tener un contacto sensorial con el exterior, como gafas o audífonos.