Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorLos cambios en el gusto de los alimentos son un efecto secundario que afecta a más de un 50% de los pacientes que están en tratamiento con quimioterapia. Dentro de estas alteraciones del sentido del gusto podemos encontrarnos con diferentes niveles de alteración del sentido del gusto: la pérdida total del gusto (ageusia); la disminución de la capacidad de percepción del sabor (hipogeusia); la percepción de un sabor metálico o desagradable (disgeusia), especialmente cuando se comer carne, debido al alto contenido en proteína; o el cambio del sabor (parosmia), siendo los alimentos amargos, dulces o salados los susceptibles a cambiar.
Todas estas alteraciones acostumbran a ser reversibles y desaparecen al cabo de entre 3 semanas y 2 meses una vez finalizado el tratamiento. No obstante, los tratamientos con quimioterapia pueden ser largos en función de tipo de cáncer, el número de ciclos de tratamiento y su frecuencia, por lo que la alteración del sentido del gusto (y en ocasiones también del olfato) puede alargarse.
Estas alteraciones pueden parecer irrelevantes si tenemos en cuenta la importancia del motivo del tratamiento, pero lo cierto es que, día a día, van mermando la calidad de vida de los pacientes, pues comer no es solo alimentarse y abastecer al cuerpo de todos aquellos nutrientes necesarios, también es un acto social en el que se reúnen familias y amigos alrededor de una mesa. No poder disfrutar al máximo del sabor de los alimentos, de aquellos platos preferidos o simplemente, al cocinar, encontrar el punto de sal o cuan especiado ha de estar un plato puede ser un reto para quien cocina y en ocasiones un fracaso.
Conocer el porqué de la alteración en el sentido del gusto puede ayudar a entender su efecto y tomar algunas medidas para contrarrestarlo. Así, debemos entender que la acción de la quimioterapia se realiza sobre las células que proliferan rápidamente y, en este sentido, tanto las células de las papilas gustativas, que son las receptoras del gusto, como las de las glándulas salivales, tienen un crecimiento rápido por lo que se ven afectadas, siendo destruidas o modificando la capacidad de detectar el sabor o de producir saliva, respectivamente.
En este sentido, ante el agravio que padecen las personas sometidas a tratamiento con quimioterapia, en 2019 la Fundación MD Anderson Cancer Center España, con la colaboración del reconocido chef Ramón Freixa (dos estrellas Michelin), llevó a cabo El Sabor Perdido , una iniciativa pionera que investiga cómo devolver el sabor de los alimentos a aquellos pacientes oncológicos, adaptando los platos según la capacidad de detectar el gusto que se haya visto afectada.
Desde la American Society of Clinical Oncology (@ASCO) ofrecen unos consejos para intentar prevenir o paliar el mal sabor de boca y hacer que las comidas sepan más sabrosas: