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En todo el mundo se ha optado por comenzar la administración de las diferentes vacunas contra la covid-19 entre la población que, como tristemente ha demostrado, es la de mayor riesgo, las personas mayores. Sin embargo, en Indonesia, un inmenso país de casi dos millones de kilómetros cuadrados repartidos entre nada menos que 17.508 en las que viven más de 260 millones de personas, la decisión de las autoridades sanitarias es otra.
El coronavirus ha contagio ya en este país del sudeste asiático, el más afectado por la covid-19, a cerca de 850.000 personas y causado 24.343 muertes, pero su gobierno ha optado por una estrategia de vacunación radicalmente opuesta a la del resto del planeta.
La primera fase comenzó el 13 de enero y continuará hasta finales del mes de marzo. Durante este período se vacunará a 1,3 millones de sanitarios y a 17,4 millones de trabajadores del servicio público (policías, soldados, maestros, funcionarios...) que recibirán de forma gratuita la vacuna de CoronaVac desarrollada por la compañía china Sinovac Biotech. Tras ellos llegará el turno de los adultos que tengan un trabajo.
Hay quien apoya la estrategia
“En Indonesia la edad productiva está entre los 18 y los 59 años y si les vacunamos a ellos es porque con nrespecto a los mayores no hemos completado los ensayos clínicos de la etapa tres para personas de este rango de edad con la vacuna Sinovac”, ha declarado a Al Jazeera la portavoz del Ministerio de Salud, la doctora Nadia Wikeko, que aclara: "Todavía estamos esperando la revisión de BPOM (la agencia de Indonesia para el control de medicamentos y alimentos en Indonesia) para ver si la vacuna se puede usar de manera segura para personas mayores de 60 años".
De hecho, el presidente del país, Joko Widodo, de 59 años, se ha ofrecido como voluntario para ser el primero en la fila. El vicepresidente Ma'ruf Amin, de 77 años, no recibirá aún la inyección por ser mayor.
“Debido a que la mayoría de las personas mayores en Indonesia se quedan en casa, la probabilidad de infectarse es menor que la de las personas en edad de trabajar”, declaró al principal canal de noticias del mundo árabe Putu, una mujer balinesa -que como muchos otros en Bali tienen un solo nombre- de 56 años que añade "si las personas más jóvenes se vacunan primero, pueden visitar a las personas mayores de manera segura".
Los expertos se muestran escépticos
Sin embargo, los expertos se muestran escépticos. "Sabemos que las personas mayores que ya han sido vacunadas en China y Oriente Medio han respondido tan bien a las vacunas como las personas más jóvenes", explica Kim Mulholland, profesora de inmunología en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres que tiene su sede en la Universidad de Melbourne. “Por tanto, el argumento de que las personas mayores no deben vacunarse porque no han sido incluidas en los ensayos en Indonesia no es válido”, concluye.
“Los adultos mayores, particularmente aquellos que son más frágiles o que viven en centros de atención como las residencias, se han visto afectados de manera desproporcionada por la pandemia de covid-19”, publicó recientemente la prestigiosa revista médica The Lancet donde se mantenía que "las vacunas son seguras y eficaces en este grupo de población".
Inmunidad colectiva vacunando adultos jóvenes
Kim Mulholland lo expresa así: “Si nos fijamos en todos los estudios realizados en todos los países del mundo, la evidencia muestra abrumadoramente que el mayor factor de riesgo de enfermar gravemente de covid-19 es la edad. Incluso en Indonesia, que tiene una población joven, la mayoría de las muertes son de personas mayores de 60 años". Una apreciación que corrobora el propio ministerio de Sanidad indonesia que ha confirmado que las personas mayores de 60 años representan solo el 10 % de la población de Indonesia, pero suponen el 39 % de las muertes por la covid-19.
“Eso me hace pensar en lo que mis colegas indonesios me han estado diciendo: que lo que el gobierno de Indonesia realmente podría estar tratando de hacer es lograr la inmunidad colectiva vacunando a los adultos jóvenes que son los propagadores más potentes de la enfermedad”, dijo Mulholland antes de concluir que "el problema con esta estrategia es que no hay evidencia que sugiera que las vacunas eviten que los receptores adquieran y transmitan la enfermedad. Se ha demostrado que las vacunas eficaces solo evitan que los receptores enfermen".