Ignacio Casanueva
Ignacio Casanueva es redactor especializado en temas de tecnología y salud.
… saber más sobre el autorA lo largo de los últimos 25 años hemos hecho un uso indiscriminado de los antibióticos, y ahora estamos padeciendo las consecuencias. La comunidad científica está alertando de la presencia de superbacterias resistentes a la medicación, un problema que ya es global.
La resistencia a los antibióticos se produce cuando las bacterias mutan en respuesta al uso de los fármacos. Estas bacterias son peligrosas ya que pueden causar infecciones en el ser humano y en los animales, unas complicaciones que son más difíciles de tratar que las causadas por microorganismos no resistentes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho un llamamiento: se trata de una de las mayores amenazas para la salud mundial. De hecho, un creciente número de infecciones, como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia o la gonorrea, son cada vez más difíciles —y a veces imposibles— de tratar, a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia.
Una alerta que llega a una sociedad que no es consciente de los peligros que presentan estos organismos. Unos organismos que ya han causado fallecimientos en nuestros hospitales por sus capacidades multirresistentes. Un gasto en vidas y en coste económico ya que obliga a prolongar las estancias, más medicación e intervenciones quirúrgicas.
A su vez, a la falta de nuevos medicamentos, se une a la escasez de vacunas (que evitan el número de infecciones y por tanto disminuye el uso de antibióticos) y la falta de apoyo por parte de las instituciones para desarrollar programas que prevengan esta situación.
Según explica el doctor Jose Luis Del Pozo, director del Área de enfermedades infecciosas de la Clínica Universidad de Navarra, “La situación actual es un callejón sin salida. No es que no tengamos antibióticos nuevos, si no que no hay antibióticos de familias nuevas, tenemos solo mejoras sobre fármacos que ya utilizábamos.
Frente a este problema los laboratorios no pueden dar una respuesta rápida, ya que tardan más de diez años en desarrollar antibióticos nuevos, una inversión que es muy difícil de recuperar porque las compañías médicas no lo perciben como rentable. “Cada vez se investiga menos en antibióticos porque es relativamente fácil saber cuántos pacientes fallecen de cáncer, pero es difícil saber cuántos fallecen por una infección provocada por un microorganismo multirresistente porque no hay registros adecuados”, concreta Del Pozo.
Las superbacterias son un problema que está llamando a nuestra puerta. De las instituciones, organismos científicos y los propios pacientes será la responsabilidad de hace run uso adecuado de los antibióticos actuales, para ganar tiempo en la batalla que está por librarse.