Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorLa tensión o la presión arterial es la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias. Una presión arterial normal está por debajo de los 120/80 mm Hg; la presión de 120-139/80-89 mm Hg se considera “prehipertensión” y si la presión arterial se encuentra por encima de 140/90 mm Hg se considera hipertensión, indica la Sociedad Española de Cardiología (@secardiologia). Una presión arterial elevada conlleva a que el corazón, las arterias y los riñones realicen un sobreesfuerzo adicional, lo que aumenta el riesgo de padecer infartos cerebrales y de miocardio, insuficiencia renal e insuficiencia cardiaca. Habitualmente tener la tensión baja (90-60 mmHg) es algo bueno para el corazón y los vasos sanguíneos porque es menor la carga que éstos tienen que soportar, señala la Fundación Española del Corazón (@cuidarcorazon). Pero cuando una presión baja, o hipotensión, viene acompañada de síntomas, también debemos prestar atención y buscar atención médica. Los síntomas más comunes de la hipotensión incluyen mareos, desmayos, fatiga, debilidad, nausea, confusión, visión borrosa y palpitaciones.
Cuando la tensión arterial es demasiado baja no llega la suficiente cantidad de sangre a todas las zonas del organismo. Por consiguiente, las células no reciben suficiente oxígeno y nutrientes y puede provocar un choque en el que los órganos sufren daños, debido a la ausencia de flujo sanguíneo. En este caso, el primer órgano que ve afectado su funcionamiento suele ser el cerebro, por lo que es normal sentir mareos e, incluso, desmayarnos. También podemos sentir ahogo o dolor torácico debido a una irrigación insuficiente del músculo cardíaco, aunque la tensión demasiado baja puede originar muchos otros síntomas: por ejemplo un flujo insuficiente de sangre hacia la piel, los pies y las manos por lo hace que éstos pueden enfriarse y adquieran un color azulado.
Si tenemos la tensión baja y también detectamos alguno de los síntomas comentados debemos consultarlo con el médico, quien podrá realizar un análisis de sangre para medir nuestro nivel de glóbulos rojos, los niveles de la hormona de la tiroides y los niveles de cortisol para descartar una anemia, una deficiencia de la tiroides o un mal funcionamiento de las glándulas adrenales. Igualmente, un electrocardiograma o un ecocardiograma medirán la función cardiaca, la cual también puede conducir a la presión baja.
Si disponemos de un tensiométro para controlar nuestra tensión en el hogar, deberemos tener en cuenta algunas recomendaciones para que los valores sean fiables, como esperar uno cinco minutos en reposo para estar más relajados y que no hacerlo tras haber comido, bebido sustancias excitantes (café, té) o fumado. La posición del cuerpo debe ser sentado, no estirado, con la espalda bien apoyada en el respaldo de la silla y piernas tocando el suelo, no cruzadas. El brazo sobre el que mediremos la tensión debe tener la mano relajada, sin apretar y en posición de descanso. El manguito del tensiómetro, por su lado, estará en contacto con nuestra piel, y adaptado al diámetro del brazo para que lo sintamos apretado. Además, es importante no hablar durante la medición, puesto que eso afectaría a los valores marcados.
La hipotensión ortostática, también llamada hipotensión postural, es una forma de presión arterial baja que se produce cuando te pones de pie tras estar sentado o acostado lo que puede provocar un desmayo; frecuente en las personas mayores de 65 años. En este caso, las personas afectadas deben evitar las comidas copiosas y demasiado grasas; mantenerse activas, ponerse en movimiento de manera gradual tras haver estado un periodo largo de tiempo sin moverse, y colocar la cabeza en una posición más elevada que el resto del cuerpo a la hora de dormir.