Ignacio Casanueva
Ignacio Casanueva es redactor especializado en temas de tecnología y salud.
… saber más sobre el autorCon toda probabilidad tendremos en algún momento de nuestra vida una cistitis o infección urinaria. Se trata de un proceso muy común, sobre todo entre las mujeres.
Esta afección no es en absoluto grave en la mayoría de las ocasiones. Es decir, no hay una trascendencia clínica, no se extiende a otros órganos, no es contagiosa y no provoca complicaciones.
Esta infección se produce por la llegada de bacterias a la vejiga, una acción que aumenta sus probabilidades con las relaciones sexuales. No hay que pensar que se trata de una ETS (enfermedad de transmisión sexual) ya que no se trata de una infección contagiosa.
Existe una gran diversidad de bacterias que pueden ocasiones la cistitis, siendo la E.Coli la más frecuente, teniendo por detrás a la proteus, enterococo, klebsiella…. Todas ellas son bacterias que pese a estar en el tubo digestivo, cambian de ruta y se trasladan a la vejiga.
En la orina, las bacterias crecen y se multiplican adhiriéndose a las paredes de la vejiga. Es este acople a las paredes lo que produce inflamación, comenzando aquí a manifestarse los síntomas: micción muy frecuente, presencia de sangre en la orina (color rosado), dolor en la zona baja del abdomen, ardor al orinar…
Y es que cuando la persona orina no siente alivio, a lo cual se suma una sensación de malestar que en ocasiones impide hacer vida normal.
Las relaciones sexuales son la principal acción para que estas bacterias se desplacen, pero hay más situaciones que pueden desencadenar esta infección:
Para detectar esta infección es necesario un simple cultivo de orina que mostrará la bacteria causante de este problema, lo cual facilita al médico acertar con el tratamiento.
La cistitis es un proceso que puede repetirse a lo largo de la vida, pero que no debe llevar a alarma. Una detección temprana ayudará a eliminar y aliviar los problemas que con ella llegan.