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Cuando de pequeños empezamos a estudiar el cuerpo humano, nos explican que tenemos cinco sentidos: vista, olfato, oído, gusto y tacto. Pero como es habitual, esta explicación se queda corta, ya que nuestro cuerpo es una máquina perfecta, y mucho más complejo de lo que pensamos.
Existen más de cincos sentidos. Un ejemplo es la termocepción, que nos permite notar los cambios de temperatura; también está la nocicepción, que es la capacidad de sentir dolor. Y después está la prociocepción: el llamado “sexto sentido”.
Este último, que los expertos conocen desde hace más de un siglo, es el más misterioso de todos ellos. La RAE lo define como la “capacidad de percibir de manera intuitiva lo que de ordinario pasa inadvertido”. Esta asociación a la percepción extrasensorial, la intuición y la premonición, han hecho que exista la creencia de que está vinculado a la mística, el esoterismo, y “el más allá”; en definitiva, temas que se nos escapan a la razón y a la lógica. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.
¿Qué es la prociocepción?
La palabra propiocepción está formada por proprius, que significa “uno mismo” en latín, y capere que significa “tomar/obtener”. Por lo tanto, podemos definirla como la percepción de uno mismo. Es un sentido diferente puesto que, mientras los otros cinco pertenecen al grupo de los sentidos de Exterocepción (con los que percibimos el mundo exterior), este sexto sentido pertenece a los de Interocepción.
La propiocepción es la capacidad que tiene nuestro cerebro de saber la posición exacta de todas las partes de nuestro cuerpo, en cada momento. Es el que nos ayuda, por ejemplo, a recuperar el equilibrio cuando lo perdemos.
En nuestro sistema propioceptivo se procesan las diferentes órdenes que se envían desde todas las articulaciones y músculos sobre la posición exacta de cada uno de ellos. De esta manera, el cerebro puede saber en qué posición exacta se encuentra nuestro cuerpo en cada momento. Este sistema interpreta si es necesario reaccionar de manera inmediata activando otros grupos musculares para evitar lesiones, una caída, etc.
¿Qué pasa si falla este sentido?
La prociocepción es un sentido altamente importante para deportistas, bailarines… pero su necesidad se ve claramente en las personas en las que no funciona correctamente, ya que estas pierden completamente el control sobre su cuerpo: tienen dificultad para mantenerse en pie, son torpes de movimiento, equilibrio y agarre, y para compensarlo se ven obligados a concentrarse con cada movimiento en la parte del cuerpo que están ejecutando. Esto les ayuda ya que implican a otro sentido, el de la vista. Pero las cosas se complican cuando se encuentran a oscuras.
Entrenemos nuestro sexto sentido
Es importante saber que todos podemos entrenar nuestra prociocepción a través de fáciles ejercicios específicos, que no solo se recomienda tras cualquier lesión, sino también como método preventivo. Algo tan sencillo como simple hecho de estar descalzo puede ayudarnos a mejorar la calidad en la percepción de los estímulos que recibimos a través de nuestros pies, o bien, haciendo alguna actividad con los ojos cerrados. Ya que, en definitiva, se trata de modular el resto de los sentidos para facilitar otros.