65ymás
Enviar un audio en lugar de un mensaje escrito, utilizar la herramienta de dictado, o confiar en el corrector automático para realizar el repaso final. Son prácticas normalizadas en el actual contexto digital y que tienen una consecuencia común, la dejadez en el uso del lenguaje.
Estas facilidades multimedia se han convertido, según el equipo de Rubio, la conocida editorial de cuadernos didácticos, en uno de los factores clave para explicar, que a medida que pasa el tiempo, se cometan más faltas de ortografía. Cada vez se escribe menos, un hecho directamente relacionado con el uso de dispositivos electrónicos. Se envían audios, vídeos, memes… Y el resultado es el crecimiento de la comodidad a costa de la atención. En términos ortográficos, un aumento de los errores.
Se trata de una tendencia que, lejos de concentrarse únicamente en los más jóvenes, afecta de lleno a la población adulta. No hay ninguna franja de edad inmune a esta plaga de erratas ortográficas, por lo que el DNI no te va a otorgar la inmunidad ante este contagio lingüístico.
Una vez diagnosticada esta ‘plaga ortográfica multimedia’ en la que evidentemente también influye el acceso a la formación de las personas, hay que detenerse en las consecuencias que esta deja. Un escrito con faltas genera, de entrada, la peor de las sensaciones en el lector, pero más allá de la imagen proyectada, estas te pueden jugar una mala pasada alterando la comunicación y cambiando por completo el sentido del mensaje.
Los expertos pedagogos de Rubio conocen de forma concreta cuáles son las faltas de ortografía más comunes entre los adultos. ¿Quieres descubrirlas tú también? Ahí van:
Haber y a ver
Una palabra que en función de una 'h' y un espacio puede ser un verbo o una preposición. "A ver si usas bien esta palabra tras haber leído este consejo".
Hay, ahí y ¡ay!
La cosa se complica: esta vez la confusión es a tres bandas. La primera es un verbo, la segunda actúa como adverbio y la tercera muestra un estado de ánimo, ¿las sabrías identificar? "Ay! No me acordaba que hay una trampa ahí".
Halla, haya, allá y aya
Subimos cuatro escalones más. Esta vez, mejor uno por uno:
- Si alguien halla algo significa que lo ha encontrado (verbo).
- El haya lo puedes plantar porque es un árbol (sustantivo), pero cuidado, también corresponde al subjuntivo del verbo haber: "El haya no crecerá a no ser que lo haya plantado".
- Aya actúa como sustantivo. Indica un puesto de trabajo, y es sinónimo de niñera o nodriza.
- Por último, llegamos al adverbio de lugar. Fíjate que en la palabra allá, el acento es como si señalara la ubicación.
Llendo y yendo
En este caso no hay confusión, el gerundio del verbo ir se escribe con 'y', por lo que te estás yendo por el mal camino si lo escribes con 'll'.
Hecho y echo
Dos verbos distintos, hacer y echar. Este es muy fácil, para evitar la confusión acuérdate de que "en el verbo echar lo primero que se echa es la h".
Vaya, valla y baya
Una interjección, un sustantivo que separa lugares, y otro que se come, ahí van en orden: "¡Vaya! al otro lado esa valla está creciendo una baya".
¿Por qué, porque o porqué?
Es otro de los fallos más recurrentes, que todavía puede agravarse más al abreviar la palabra a un ‘xq’. Es importante revisar el sentido de la frase para saber cuál es la forma correcta.
Tildes olvidadas
El uso de las tildes es indispensable para indicar la pronunciación de cada palabra, marcando la sílaba tónica de la misma, pero también se usan en algunas ocasiones para diferenciar palabras que se escriben igual. Un ejemplo serían las palabras 'público', 'publico' y 'publicó'.
Imperativos mal conjugados
Es muy común ver frases como "Por favor, entrar a clase" o "cuando lleguéis, subir a mi casa". Hay que recordar a los pequeños que estos imperativos terminan con 'd' y no con 'r', es decir, "entrad a clase" y "subid a mi casa".
Escribir nombres propios en minúscula
A pesar de ser una de las normas más básicas de la ortografía española, es muy frecuente ver los nombres propios de personas o lugares escritos en minúscula. Por eso, debemos recordar que María se escribe con mayúscula y Mediterráneo también.
Una vez identificado al problema, hay que relacionarlo con el origen. Se trata de empezar a escribir incentivando ese grado de atención que se está perdiendo y que está provocando consecuencias ortográficas. En otras palabras, utilizar la escritura analógica como antídoto ante las faltas de ortografía multimedia.
Así lo afirman los expertos pedagogos de Rubio, que en su Colección Ortografía ideada para niños de entre 6 y 11 años, dispone de las mejores herramientas para afianzar un aprendizaje sin faltas ortográficas. Porque cuanto antes comencemos a prestar atención a las faltas, menos probabilidad habrá de repetirlas de mayores.
Rubio nace hace más de 60 años de la mano de Ramón Rubio y es la editora de los afamados cuadernos didácticos basados en potenciar la plasticidad del cerebro, a través del desarrollo de las competencias básicas, como la escritura y el cálculo. Desde su fundación, ha vendido más de 300 millones de ejemplares de cuadernos, que han acompañado a varias generaciones de españoles.