Las ideas sobre cómo sería el nuevo milenio estuvieron muy presentes en el ser humano a medida que se acercaba la significativa fecha. Junto con la inclinación que la humanidad siempre ha tenido por fantasear con el futuro, se sumaron los avances tecnológicos que sucedieron a finales del XIX y durante el siglo XX. Las nuevas tecnologías avivaron mucho la imaginación, por ello, los expertos especializados en realizar estos pronósticos pensaban que, a día de hoy, ya seríamos capaces de volar y viajar a otros planetas. Estos son algunas de las predicciones hechas en el pasado que –aún– no se han cumplido.
John Elfreth Watkings escribió un artículo que se publicó entre 1889 y 1907 en 'The Ladie’s Home Journal’. Watkings afirmó que no habría coches en las grandes ciudades y, en cambio, circularían por túneles bajo tierra o por encima de la urbe. Una escena futurista que hemos visto en varias películas, pero los interminables atascos en hora punta demuestran que queda mucho para que ocurra.
A finales del siglo XIX, varios ilustradores mostraron cómo se imaginaban el futuro en el año 2000. Esta postal alemana realizada por la fábrica de chocolate de Hildebrand en 1910 refleja una idea muy curiosa: las ciudades estarían techadas. Esto evitaría que fenómenos meteorológicos como lluvias torrenciales o tormentas eléctricas afectaran a las ciudades. Se aprecia una especie de placa de cristal que permite dejar pasar la iluminación de los rayos de sol. Aún así, este invento, a simple vista, no parece muy útil.
Varias ilustraciones, películas, documentos escritos y hasta anuncios publicitarios demuestran que el ser humano tenía predilección por volar. Imaginaban que el nuevo milenio traería consigo la capacidad de trasladarnos por vehículos aéreos –parecidos a un gran zeppelin–, los hospitales voladores y un sinfín de máquinas que surcan el cielo. Un ejemplo es esta postal francesa de Jean Marc Côté de 1899 donde los carteros no tendrían que dejar las cartas en los buzones, sino que con una especie de alas las llevarían de casa en casa como si de aves humanas se tratara.
Jean Marc Côté también ilustró su idea sobre las aulas del año 2000. Los alumnos no tendrían que estudiar, ya que unas máquinas serían las encargadas de llevar el conocimiento directamente al cerebro sin esfuerzo. Pero, por desgracia para los más jóvenes, la práctica de hincar codos sigue siendo obligatoria.
Otro ejemplo de la obsesión por volar. Arthur C. Clarke, escritor y divulgador científico que le encantaba la ciencia ficción, escribió más de 80 novelas futuristas, entre ellas, la que inspiró la película ‘2001: Una odisea en el espacio’. Clarke acertó con algunas de las predicciones, como que “se acerca el día en que los empleados de oficina y los intelectuales harán su trabajo sin salir de sus viviendas”, además del ordenador, internet o la sobreinformación. Por otro lado, en 1966 afirmó que, en el año 2000, las casas no estarían fijadas al suelo y podrían trasladarse con nosotros allá donde fuéramos, es decir, casas voladoras. Es cierto que Larkfleek Group ha diseñado la llamada Elevating House, vivienda capaz de elevarse un metro y medio sobre el suelo para reducir el riesgo de inundaciones, pero, que sea algo habitual, como auguró Clarke, no parece que se cumpla en un futuro cercano.
En 1984, durante la Guerra Fría, por miedo a una guerra nuclear, una publicación estadounidense en The Billings Gazette afirmó que, en 2020, las ciudades serían domóticas, protegidas por estructuras con un ecosistema propio. Aunque este concepto de 'nueva civilización' ya había aparecido en varios libros de finales del siglo XIX en varios libros.
El sociólogo Daniel Bell escribió un artículo en 1987 cómo imaginaba el mundo en 2018. Acertó en algunos avances, pero fue un poco lejos con las vacaciones de verano en la Luna. Bell aseguró que viajaríamos al espacio y podríamos pasar los días de descanso en el satélite o en la Estación Espacial Internacional. Esta predicción no se ha cumplido, aunque los viajes turísticos al espacio están cada vez más cerca.
La telepatía, 'nanomovilidad' y teletransportación sería una realidad en el 2020 según el libro ‘Shift 2000’ de Michael J. O'Farell. Por desgracia, ese año no lo recordaremos precisamente por los poderes humanos.
Probablemente la predicción más optimista de todas. Nadie necesitaría trabajar porque todos seríamos ricos. En 1966, la revista Time afirmó que la economía del siglo XXI permitiría a las familias de Estados Unidos ganar de media entre 30.000 y 40.000 dólares de la época sin el menor esfuerzo. Desde aquí esperamos ansiosos este vaticinio.
Durante muchos años se ha extendido el rumor de que el dedo meñique del pie va a desaparecer. Muchos expertos afirman que esto se trata de un mito, ya que realmente todos los dedos del pie realizan una función conjunta relacionada con el equilibrio. Sin embargo, el cirujano Richard Clement Lucas aseguró en una conferencia en el Royal College of Surgeons of England en 1911 que los dedos externos del pie eran inútiles. Por ello, en 2020, como cada vez se usarían menos, nuestro pie acabaría con un único dedo gordo.
