Desde 2003 el artículo 160 del Código Civil recoge que "no podrán impedirse sin justa causa las relaciones personales del menor con sus hermanos, abuelos y otros parientes y allegados". Una mala relación entre padres y abuelos no debería impedir a estos tener contacto con sus nietos, pero está sucediendo cada día.
“Hay muchos casos de abuelos que no ven a sus nietos porque tienen una mala relación con los hijos. La manera de actuar de los hijos suele ser enfrentar al menor contra el abuelo sin darse cuenta de que a quien más daño se hace es al menor, porque pierde ese contacto. Y no sólo ocurre con los abuelos, también sucede con los bisabuelos, de los que cada día hay más porque ahora se vive más tiempo, sin olvidar también a tíos y primos que también pierden el contacto”, aseguran desde la Asociación Abuelos en Lucha por Sus Nietos antes de añadir que “los jueces no toman en cuenta que se alegue, para conseguir un régimen de visitas, que el menor está sufriendo el Síndrome de Alienación Parental (SAP). Los psicólogos saben que existe pero muchos jueces no lo tienen en cuenta a la hora de juzgar, porque para ellos no es delito”.
Un lavado de cerebro a los niños
"El SAP o Síndrome de Alienación Parental, para entendernos, es, entre comillas, como un lavado de cerebro al niño o niña que se le hace en contra del progenitor contrario. Normalmente es un progenitor que tiene la custodia, porque para que se de este síndrome es necesario el contacto habitual con el niño, ya que se hace poco a poco. Se le cuentan argumentos o datos en contra del otro progenitor para que vaya creando una imagen negativa del otro progenitor. Además se van inventando historias que nosotros llamamos escenarios prestados, historias que el niño acaba por asimilar como si él mismo las hubiera vivido y termina por convencerse de que el otro progenitor es así de malo, puesto que está convencido de que él lo vivió y termina por interiorizarlo", nos explica Victoria Trabazo Arias (victoriatrabazo.com), psicóloga clínica y forense.
"Y en el caso del abuelo pasa lo mismo", nos cuenta Trabazo. "Se trata de una alienación. Es apartar. El alienador aparta al menor del otro para que vaya rechazando poco a poco ese contacto, ese querer verlo. Además, cuando esto sucede entre padres, el alienador suele hacerlo de forma extensiva al resto de la familia paterna o materna, según sea el caso, y el niño acaba rechazando el trato con su otro progenitor y también con su familia". Exactamente las mismas estrategias que puede utilizar un progenitor contra otro, las puede utilizar contra sus padres y aliena al niño para que no quiera estar con sus abuelos. "Son estrategias de manipulación sutil, tan sutil que el menor no es consciente de que se le está manipulando, no solo por la edad sino porque no consiste en decirle ‘no puedes ver a papá o al abuelo’, es decirle ‘papá o el abuelo a veces hace tales cosas’, ‘a veces hace daño a mamá’ y al final papá, mamá o los abuelos terminan por convertirse en un enemigo".
"Las personas que alienan, en vez de pensar en el derecho del niño de ver y tener contacto con sus abuelos, piensan que el niño es de su propiedad y por tanto decide con quién tiene o no que relacionarse el niño", explica la psicóloga, que sin embargo no está de acuerdo con la Asociación de Abuelos en Lucha por sus Nietos con que "los jueces no lo tienen en cuanta a la hora de juzgar". La psicóloga mantiene que "es cierto que el niño empieza a poner pegas para ir a ver a sus abuelos que al final, para evitar discusiones y ver que el niño está mal con ellos, muchas veces acaban cediendo y terminan por dejar de tener contacto con sus nietos. Pero también hay muchos que solicitan un régimen de visitas ante el juez que, después de una valoración pericial psicosocial, decide si hay una manipulación del menor en contra de los abuelos o si el menor no quiere ver a los abuelos por un motivo justificado". De hecho, ya hay sentencias del Tribunal Supremo en las que se reconoce el derecho de los abuelos a tener un régimen de visitas con sus nietos. "No creo que sea cierto que los jueces no lo tengan en cuenta a la hora de juzgar", asegura.
A vueltas con el Código Civil
En cualquier caso, desde la Asociación insisten en que "en el artículo 160 apartado 2 del Código Civil se dice que los menores no pueden ser apartados de los abuelos salvo que haya una causa justificada y en los juzgados nos dan a entender que esa causa justificada puede ser una drogadicción o alcoholismo, algo que en la gran mayoría de los casos no se da. A nosotros se nos ha dado el caso de un menor de dos años al que los abuelos no pueden ver, solicitan un régimen de visitas en el juzgado y se hace un informe psicosocial donde se refleja que el menor es muy pequeño, que no conoce a los abuelos y que por lo tanto no tiene porqué tener relación con ellos hasta que cumpla los cuatro o cinco años que es cuando comienzan los niños a tener memoria y hasta entonces no pueden solicitar un nuevo régimen de visitas. ¿Qué sucede? Pues que si el menor no conoce con dos años a los abuelos, con cinco no los va a conocer porque no se les han permitido las visitas en todo ese tiempo, ni siquiera en un punto de encuentro una hora a la semana”.
Desde ABA Abobagas, expertas en derecho de familia, Julia Clavero nos aclara que lo que dice el 160 es que "los abuelos u otros familiares podrán pedir unas visitas judicialmente ¿En qué casos se puede oponer el padre o la madre que no quieren que esa relación exista? Pues cuando hay una causa justa. ¿Y qué entendemos por causa justa? Primero que no haya habido nunca relación y por tanto para esos niños los abuelos sean unos extraños, abuelos desaparecidos durante años que de repente vuelven a aparecer. O que esas personas que quieran visitas puedan tener problemas psicológicos y no tengan facultades para poder educar a un niño. O que exista tan mala relación entre las partes que afecte a los niños".
En cualquier caso, la abogada advierte que "normalmente los abuelos tienen de régimen de visitas un par de días al mes, lo que se suele hacer es que un mes coincida con el fin de semana de la madre y al siguiente con el del padre, de modo que los dos tienen exactamente el mismo tiempo con el niño". Eso no quiere decir que muchos abuelos no pidan que el régimen de visitas sea casi compartido cuando falta uno de los progenitores o hay de por medio un divorcio. "Esto no se suele otorgar a no ser que los abuelos hayan compartido dentro de la familia de tal forma que su presencia es esencial para la vida de los nietos, porque los cuidan todas las tardes, los llevan al colegio y allí los recogen a diario y de repente, cuando tienen siete u ocho años, sus padres se enfadan con sus abuelos y los abuelos desaparecen. En ese caso, probablemente les den un fin de semana entero de viernes a domingo y unos días en verano. Para el niño que está acostumbrado a convivir prácticamente a diario con sus abuelos y de golpe los pierde es una situación muy perjudicial y probablemente le den un régimen más amplio que a un abuelo que lo ve una vez al mes".
Ganar un nieto y perder un hijo
Desde la Asociación Abuelos en Lucha por sus Nietos nos explican que "llevamos funcionando dos años en principio en el ámbito de Castilla y León, puesto que la sede está en Valladolid, pero recibimos llamadas de toda España, a veces hasta 15 o 20 veces por semana, e incluso del extranjero, de Argentina, Colombia, México… En estos países no tienen asociaciones que defienda nuestra causa y la desesperación les lleva a llamarnos, porque no saben qué hacer ni por donde empezar, pero no podemos ayudarles porque no conocemos la legislación de sus países", aclaran en la Asociación antes de puntualizar que "a los españoles, en primer lugar les informamos de los pasos que deben seguir: contratar un abogado, solicitar un régimen de visitas..., nosotros siempre decimos que es preferible lograr una conciliación antes de ir al juzgado, pero si no tienes contacto con quien te impide ver al nieto, difícilmente esta persona va a acceder a la conciliación, por eso hay tan pocas y se termina por ir al juzgado".
"Este problema no es esporádico, en absoluto, al mes solemos tener un par de casos que vienen a consultar esto", explica la abogada para a continuación puntualizar que si finalmente se convierten en procedimiento "ya es más difícil solucionarlo. Desde el despacho siempre se les aconseja intentar suavizar la relación porque así van a conseguir más. Además, si se llega al juzgado, los abuelos corren el riesgo de ganar un nieto, pero también van a perder a su hijo o a su hija. Es el viejo aforismo de que más vale el peor arreglo que el mejor pleito, porque en ese momento la relación con los padres finaliza, ya sólo quedaría relación con el nieto, y ¿que busca cualquier abuelo? Pues ver a su nieto pero tampoco dejar de ver a su hijo o su hija".
Coinciden plenamente con la abogada en la Asociación y cuando les preguntamos: ¿Con qué ánimo se denuncia a un hijo en un juzgado? La respuesta es rotunda: "Se hace porque se tiene que hacer, pero es durísimo. Se intenta primero llegar a un acuerdo y no se consigue, la relación se termina rompiendo, hay que ir al juzgado pero es muy doloroso. Te sientes mala madre o mal padre, pero la realidad es que primero has perdido a un nieto pero al final también has perdido un hijo o una hija. En el momento en que demandas judicialmente eres consciente de que esa relación nunca se va a recuperar, jamás".
"Su último abrazo, su último beso"
En la Asociación de Abuelos saben que no son estas "las únicas bazas de los hijos, tienen muchas más. Si un juez impone un régimen de visitas y los padres lo incumplen no pasa nada. Hay sentencias que permiten hablar telefónicamente con los nietos tres o cuatro veces por semana, pero esas llamadas nunca se atienden. Las sentencias se incumplen sistemáticamente. Se hacen las correspondientes ejecuciones, sí, pero tardan en salir tanto o más que un juicio que, ya de por sí, se demora, según la Comunidad Autónoma donde se ve el caso, de ocho meses a un año, un tiempo durante el que no ves a los nietos ni puedes hablar con ellos ni ellos te pueden ver y hablarte". La situación sin duda es terriblemente dolorosa y en la Asociación lo saben muy bien: "Te pasas el día dándole vueltas a qué pensará el nieto o la nieta y si se acordará de nosotros, si se acordará de que tiene unos abuelos. No te puedes borrar de la cabeza la última imagen que tienes de tu nieto, su último abrazo, su último beso".
Y es que la Asociación Abuelos en Lucha por sus Nietos también ayuda en esto a los abuelos afectados. "Todos sabemos lo que sentimos cada uno porque todos sentimos lo mismo y nos sirve de terapia. Nos ayudamos más que un psicólogo, aunque claro que acudimos a ellos con este problema, pero entre nosotros nos desahogamos y asumimos, qué remedio, que se han perdido los valores, la educación y el respeto hacia los padres", nos cuentan antes de explicarnos que también hay casos de extorsión a los abuelos en casos problemáticos. "Aquí conocemos el caso de una abuela que no prestó 30 euros a su hijo y éste decidió que no iba a ver más a sus dos nietos. Lleva dos años sin verlos. Está todo en el WhatsApp de la abuela: ‘Mamá, déjame 30 euros que necesito para comprar comida'. 'No te los dejo porque sé que no son para comprar comida, si quieres te compro yo la comida'. 'Pues hasta aquí. O me das el dinero o no vas a volver a ver a tus nietos'".
En cualquier caso, Victoria Trabazo también quiere destacar que "no es que ahora se den muchos más casos de abuelos que no pueden ver a sus nietos, se han dado siempre. Lo que sucede es que cada vez hay más abuelos, y cada vez son más jóvenes, tienen una mayor formación y son conscientes de que tienen un derecho de ver a sus nietos y si se lo niegan pueden recurrir a la justicia para conseguirlo. Aunque, por supuesto, también hay muchos casos en que los abuelos, por no entrar en un conflicto y denunciar a sus propios hijos, que es un proceso muy duro, deciden no denunciar y darlo por perdido".