El cine está de fiesta este 12 marzo porque esta madrugada se celebra la 95.ª edición de los Premios Óscar, la cita más importante del audiovisual en Hollywood. Lamentablemente, no todos los profesionales que se dedican al mundo de la interpretación tienen algo que celebrar. Nos referimos a los actores y actrices que, superada la barrera de los 65 años, aparecen de forma escasa e intermitente en la gran pantalla.
Por si alguien tiene dudas, mirando la lista de nominados de este año vemos que, con más de esa edad, solo optan a la estatuilla Bill Nighy (73), Brendan Gleeson (67), Judd Seymore Hirsch (87) y Jamie Lee Curtis (hará 65 en noviembre). De todos ellos, solo Nighy está nominado en la categoría de ‘Mejor actor protagonista’, el resto compiten por ser el mejor actor/actriz de reparto.
Tres actores y una actriz representarán a los mayores de 65 años en uno de los premios más relevantes de la industria cinematográfica, las mismas nominaciones que han logrado en España los mayores en las dos últimas ediciones de los Premios Goya. Petra Martínez (78) y Celso Bugallo (76), en 2022; y Susi Sánchez (67) y Ramón Barea (73), en 2023, optaron al 'cabezón', que solo se llevó Sánchez por su papel en Cinco Lobitos como ‘Mejor actriz de reparto’. Su compañera de profesión, Petra, fue la única de los cuatro que optó al premio como actriz protagonista.
Susi Sánchez
Y es que si la representación ya es escasa, también es llamativa que su presencia quede reducida a papeles secundarios, y muchas veces estereotipados. Silvia de Pé, secretaria general y de organización del sindicato Unión de Actores y Actrices, explica a 65YMÁS que lamentablemente ellos no tienen el poder para cambiar esta situación. “Este tipo de cosas no dependen nunca de los actores y las actrices. Nosotros somos los instrumentos del teatro, la cultura, las series… Dependemos de que los productores nos llamen para trabajar. Entonces, en este sentido, el 90% del tiempo estamos esperando a que nos llamen”, comenta.
“Los 50 de ahora son los 30 de antes. Las generaciones han cambiado mucho en los últimos años, las personas que ahora tienen 65 años son muy activos en la sociedad, y creo que esta realidad debe reflejarse en el audiovisual, porque eso puede animar a que las personas que estén ya jubiladas quieran hacer más cosas. Es una responsabilidad del audiovisual mostrar esta realidad”, comenta De Pé.
La labor social no es el único incentivo con el que cuentan las obras audiovisuales, tal y como recuerda la secretaria general de la Unión de Actores y Actrices: "Acabamos de conseguir que el Gobierno apruebe una medida dentro del Estatuto del Artista, que es la compatibilidad del 100% del trabajo creativo con la jubilación. Esto es muy importante porque ahora mismo, si una actriz jubilada que cobra una pensión muy baja, normalmente no contributiva, encuentra trabajo, además de subirle el ánimo, seguiría manteniendo su jubilación con esta nueva medida".
"Puedes seguir cobrando tu pensión y tu sueldo por proyecto, motivando así a los actores y actrices de más de 65 años a seguir trabajando. A nivel legal es más favorable, y además es muy necesario para que los profesionales mayores sigan apareciendo en las historias", matiza De Pé.
De hecho, para garantizar su presencia, desde las políticas de igualdad "se han creado una serie de condiciones entre las que, además del género, raza o pertenecer al colectivo LGTBIQ+, se incluye la edad".
Las actrices, las más afectadas
A pesar de que las políticas son favorables a que los mayores sigan apareciendo en la gran pantalla, la realidad es otra muy distinta, y quién mejor para contarla que los propios profesionales de la pequeña y gran pantalla.
Luisa Gavasa (71) ganó en 2016 el Goya a mejor interpretación femenina de reparto por su papel en La Novia, y nos cuenta, que aunque a ella no le ha faltado trabajo a medida que ha ido cumpliendo años, sí es consciente de que el problema afecta más a las actrices que a los actores. “No hay prácticamente papeles de actrices maduras protagonistas, y por supuesto, a medida que avanza la edad las posibilidades disminuyen, y los personajes son menos interesantes porque solemos ser solo la madre o la abuela, sin que nos pase nada. Entonces, parece que llegados a cierta edad, creen que ya no tenemos nada que contar, o que no nos pasa nada, y es mentira. Las mujeres maduras somos mujeres creativas, con experiencia, que tenemos amor, sexo y vivencias”, asegura Gavasa a 65YMÁS.
"No solo tenemos que hacer películas hablando del proceso de la edad, podemos hacer todo tipo de tramas, y te aseguro que el día que se haga una serie protagonizada por mujeres maduras será un éxito", opina la actriz.
En la misma línea se sitúa su compañera de profesión Montserrat Alcoverro (63), una veterana del audiovisual, cuyo papel de Doña Úrsula en Acacias 38 le sirve para evidenciar lo relevante que pueden ser los mayores en las historias. “Entré en un papel de reparto y al cabo de tres meses ya me ofrecieron un papel secundario, y al año siguiente estaba haciendo de protagonista. De los 25 personajes fijos que tenía la serie, solo cinco éramos mujeres mayores de 50 años”, explica a este diario.
Estas cifras llevan a la actriz catalana a plantearse cuántas actrices mayores formarán parte del 8% de actores y actrices que pueden vivir de su profesión, según datos del último informe de AISGE de 2016. “Siendo generosa, yo digo que el 2% somos actrices, pero de ese porcentaje, ¿cuántas serán mujeres mayores de 50 años?”, se pregunta Alcoverro, aunque intuye “que la cifra es tristísima”.
Ana Gracia (64), conocida por papeles en series como Compañeros y Motivos Personales, se suma a la hipótesis de Alcoverro y añade: “Cuando te acercas a los 50, si has hecho protagonistas, ya no los vas a hacer a no ser que tengas un nombre, harás a hacer secundarios. Y cuando llegas a los 60 ya haces reparto, y trabajas tres días. Esto es lo habitual y me lo ha confirmado un director de casting, que además asegura que nos afecta más a las mujeres, aunque también les está empezando a pasar a los hombres”.
¿Dónde está el problema?
Pero, ¿por qué? ¿Qué es lo que ocurre? Todas coinciden en lo mismo: los cánones de belleza: “Se soportan mal las arrugas en las mujeres. Solemos estar mucho de adorno, los conflictos no pasan por nosotras. O se nos hace sufrientes o se nos idealiza. Los clichés también caen más sobre nosotras”, opina Gracia. “Este director de casting me contaba que hace algunos años decían directamente ‘esta actriz no vale porque es vieja’, hasta el punto de poner de madre de un personaje de 35 años, a una actriz que tuviera 45 años. Ahora que ya no pueden decir eso, optan por un ‘no la veo’ hasta que empieza a bajar la edad, y entonces lo tienen más claro”, nos cuenta Gracia.
Pero ellas, las actrices, no son las únicas que opinan así. Su compañero de profesión, Ales Furundarena (59), conocido por participar en series como Los Serrano, también cree que la imagen juega un papel determinante a la hora de elegir a los actores y actrices: "El audiovisual es un reflejo de lo que sucede en la sociedad, y en este caso tiene que ver con una cuestión de género: a la mujer se le pide cosas diferentes, tiene que encajar en unos cánones de belleza concretos. Y evidentemente, esto se incrementa llegados a una edad, cuando estos cánones cambian”.
Emilio Gutiérrez-Caba (80), presidente de AISGE y uno de los actores más reconocidos de España, se suma a las declaraciones de Furundarena, y añade: “Que las mujeres se vean más afectadas que los hombres es un reflejo fiel de una problemática que nunca se ha tratado en profundidad. Como tampoco se ha tratado nunca en el cine cómo afronta la mujer la menopausia, y, por lo tanto, tampoco se ha contado con las actrices que podrían haber creado esos personajes por su edad. La belleza y la juventud siguen imperando en toda la sociedad, y por eso, cuando las mujeres llegan a una edad “desaparecen” visualmente y no sabes más de ellas porque los medios no quieren. Esto es muy cruel y las reglas deberían cambiarse porque todo puede coexistir sin problema, solo es cuestión de acostumbrarse”.
A estas reflexiones, Alcoverro añade: "Creo que uno de los motivos por los que no hay un cine con historias sobre los mayores, o contando la problemática de la gente mayor es porque se vende como si fuera algo negativo, y no es así. Tenemos mucho que aprender de su sabiduría, y entender envejecer es algo evolutivo y no hay que estigmatizarlos. Su vida es mucho más completa y amplía".
Y es que en muchas ocasiones lo que vemos en la pantalla es lo que apuntaban anteriomente las propias actrices: papeles poco interesantes y reducidos al rol de abuela o 'madre de' a la que no le pasa nada. Por eso, cuando leen los guiones, se enfrentan al dilema moral de hacer un papel muy estereotipado aunque no estén de acuerdo para poder llegar a fin de mes, o rechazarlo por no compartir los valores del personaje. Pero claro, esta decisión no es nada fácil para ellas: "Es una pregunta complicada porque todas queremos hacer personajes bonitos, pero yo, entre hacer un personaje menos bonito o estar en mi casa sin hacer nada, prefiero estar trabajando. Es más entretenido, tengo más visibilidad y además me pagan, porque como decía Agustín González 'hay que llenar la nevera'. Aquí no creo que sea un tema de sexo. No siempre todos y todas hacemos lo que queremos", apunta Gavasa.
Los productores deciden
Pero, ¿quién puede cambiar las reglas? Como adelantaba Silvia de Pé, son los productores quienes tienen el poder. Ellos deciden qué historias se compran y quién las protagoniza: “Hay pocas historias de mayores porque la industria está dirigida por hombres. Los productores son los que deciden y entienden que la mujer tiene un rol determinado y tienen que cumplir con unos cánones que están alejados de la realidad. Es una industria patriarcal que, entre otras cosas, no reconoce a la mujer de 60 años como persona interesante, y es todo lo contrario: hay experiencia, sabiduría y sobre todo, hay muchas historias que contar”, asegura la actriz Andrea Guardiola, que también ha superado la barrera de los 60 años.
Para animar a los productores a cambiar de idea sobre las historias que se están contando, Gurdiola arroja un dato interesante: “La mujer después de los 40 es la gran consumidora de cultura. Es la que va al cine, al teatro, la que compra libros, y tiene que verse representada en las historias que consume”.
Como alternativa a la falta de historias y papeles que pueden interpretar, hay muchas profesionales, entre ellas Alcoverro, que deciden pasarse al mundo de la producción para crear sus propias obras: "De jóvenes tenemos el impulso de crearnos nuestros propios proyectos, pero ahora que ya somos mayores es más difícil. Aunque sí me consta que hay actrices que están estudiando guión para ofrecer a los productores, y escriben sobre problemáticas que afectan a las mujeres, pero aún así sigue siendo difícil encontrar producción", nos cuenta Gloria Muñoz (74).
Que los productores no quieran papeles de mayores en las historias que van a producir, añade un problema más a los profesionales más veteranos. Y es que ya no solo tienen que luchar contra el inevitable paso del tiempo, sino que también se encuentran solos porque se quedan sin representantes, y como apunta Muñoz, conseguir trabajo sin ellos es prácticamente misión imposible: "Ahora mismo el representante es algo fundamental. Es muy difícil encontrar papeles y enterarse de lo que está ocurriendo sin ellos”.
Para intentar paliar este problema, las actrices Gloria Vega y Susana Martíns crearon la plataforma de50paraarriba, donde las profesionales que se han quedado sin representante, se hacen visibles para “facilitando la búsqueda de actrices a partir de una determinada edad a los directores de casting, directores de cine, de teatro, productores”, explican en su web.
"Necesitamos un cambio de mentalidad social"
No obstante, y como ocurre en todos los debates, no todos ven la realidad de la misma manera, y el actor Roberto Álvarez (66), conocido por series como Ana y los 7 y, más recientemente, Servir y Proteger, tiene una visión distinta de lo expuesto hasta ahora: "No en todos los sitios ocurre esto, ni siempre es así. Hay que entender que el modelo norteamericano se basaba en llegar al público a través del chico o la chica guapa, y entonces las historias que se contaban se basaban en eso. Por extensión, esto llegó a nuestra industria, pero yo creo que ahora en España ya nos estamos deshaciendo de todo esto", comienza contando el actor.
"Lo que sucede con los actores es que depende mucho de la historia. En toda historia que quieras contar siempre hay alguna persona mayor, es un hecho, no podemos obviarlo. El problema está en la industria y en las historias que ellos creen que llegarán más al gran público, y eso es lo que perjudica a los profesionales", argumenta.
Para el actor, son las historias las que prevalecen frente a las edades de los profesionales: "Lo que ocurre en esta profesión es propio también del paso del tiempo, es que es muy difícil que te estén llamando continuamente a lo largo de los años, simplemente por cansancio de la audiencia o porque no hay que olvidar que este trabajo es muy inestable".
Las historias de las que habla Álvarez son la clave para cambiar esta situación, y es que muchos profesionales coinciden en que el miedo a la muerte y hacerse mayor, y el culto a la juventud son dos de los motivos por los que escasean los mayores en la pantalla. "Cuando apartamos a los mayores y no contamos sus historias, estamos apartando la mirada a una parte de nuestra humanidad. ¿Qué es lo que no queremos ver como sociedad? Las arrugas, y las arrugas son las heridas, que es justo lo que nos da miedo", opina Ana Gracia.
"Necesitamos un cambio de mentalidad social, esto no es culpa solo de los productores, que se atañen a unas reglas de juego mercantil, y entonces creen que si presentan una historia de gente mayor no va a interesar, y se decantan por otra cosa. Esto es una cosa de oferta y demanda por parte de la sociedad y su mentalidad. Tiene que haber un cambio en profundidad de sus raices y evolucionar", apunta Gutiérrez Caba.
Si como bien piensa el veterano actor, es la sociedad el motor del cambio, ¿cambiará las reglas el envejecimiento de la población? Si se cumplen los cálculos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2035, los mayores de 65 años en España representarán el 26,5% del total de la ciudadanía: "No lo sé, en principio parecería lógico que asi suceda, pero se sigue vendiendo el mito de la eterna juventud, y hay muchos valores que parece que solo funcionan cuando eres joven", cree Furundarena.
"Yo tengo mucha esperanza de que cambie, pero siendo realistas es algo que va a tardar un tiempo. Es cierto que están saliendo historias nuevas contadas, dirigidas e interpretadas por mujeres, pero es una lucha. No debemos olvidar que después del género, la edad es la tercera causa de discriminación mundial, porque es un problema que viene ligado. Parece que existe un miedo hacia las mujeres mayores porque sabemos lo que queremos", nos comenta Andrea Guardiola.
"Todavía tenemos muchas cosas que contar"
Si algo queda claro leyendo el testimonio de las actrices y también de los actores, es que en la industria, al igual que ocurre en la sociedad, prevalecen todavía unos cánones de belleza y un culto a la juventud que rechaza la realidad más imperante de todas: que todos nos hacemos mayores.
"Las mujeres después de los 50 seguimos existiendo, no nos morimos", apunta Guardiola que también ha visto como a medida que ha ido cumpliendo años los papeles han dejado de llamar a su puerta.
"Los que crean las historias y generan trabajo tienen que darse cuenta que un porcentaje muy alto de la sociedad seguimos estando presentes y con muchas cosas que contar. Todos vamos a envejecer, y es como tiene que ser, porque si no envejeces es porque ya te has muerto", opina Luisa Gavasa.
Su compañera Ana Gracia se suma a la reivindicación de Gavasa: "Hay que quitarnos el miedo a la fragilidad, a la muerte, a las heridas... Tenemos que nombrarlo y contar historias con gente diferente, con más matices. Maduras, mayores y ancianas tienen que verse representadas. Hay que ver cuáles son sus asuntos y sus conflictos, porque sus problemas tienen que ver con mirar la vida desde otro lugar y porque están más cerca de la muerte, la mirada tiene otra dimensión que necesitamos, porque cada vez nos alejamos más de la cerca mayor".
El audiovisual es un reflejo de lo que ocurre en la sociedad, y al igual que los mayores están alzando su voz para acabar con el edadismo y pedir un trato digno a una sociedad que parece haber olvidado quién la ha construído, los profesionales más veteranos de la industria audiovisual quieren que se hable de ellos y que se represente en la pequeña y la gran pantalla, los conflictos a los que se enfrentan y a los que nos enfretaremos todos, y que lejos de lo que se puede pensar, podría ayudarnos a afrontar el paso del tiempo con una perpespectiva diferente, y tal vez así, dejaríamos de tenerle miedo a las canas, a las arrugas y a la muerte.
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.