Un grupo de trabajadores murcianos del sector de la salud decidió crear en 2018, inspirados en la labor de una asociación holandesa de mismo nombre, la Fundación Ambulancia del Deseo (@AmbuDeseo). Su objetivo, como bien indica el nombre, era ayudar, gracias a un equipo de 150 voluntarios conductores de ambulancia, a personas enfermas en fase terminal o con problemas de movilidad a cumplir sueños modestos como volver al pueblo donde nacieron, ver el mar por última vez o juntarse con sus seres queridos en un entorno menos frío que el hospitalario.
Aunque cuentan también con usuarios jóvenes, un gran número de personas a las que ayuda la fundación son mayores. Por ejemplo, Ana (en la foto, arriba), una mujer de cerca de 80 años con obesidad mórbida, tenía muy claro cual era su deseo: bañarse en el mar por primera vez.
"La recogimos en la clínica donde estaba ingresada, fuimos con ella a la playa, se bañó con una silla adaptada y comimos juntos", relata a 65Ymás José Manuel Salas, uno de los fundadores de la organización sin ánimo de lucro. "Fue un momento muy emotivo. Nos comentó que se le habían ido los dolores de huesos cuando la metimos en el agua", sostiene. Así, tras el chapuzón, la mujer pudo disfrutar de una copa de vino al borde del mar. "Estaba muy contenta. Son gestos muy sencillos pero que para ellos son un lujo", asegura.
En la foto: Iratxe (a la izda.) acompañó, en 2018, a su padre Iñaki (dcha.), que padecía un cáncer en fase terminal, a los lugares más importantes para él como la playa o el sitio en el que conoció a su mujer.
Otro de los casos más impactantes, según Salas, fue el de Julio, un hombre mayor con demencia que pidió visitar su pueblo natal en Asturias. "No podía caminar y le llevamos. Cuando llegó, empezó a reconocer las casas, a algunos vecinos y los lugares donde jugaba de pequeño. Fue un momento muy especial", recuerda.
También Paca, una mujer mayor con una enfermedad en fase terminal que recibía cuidados paliativos quiso volver a su pueblo natal en Extremadura y pasar sus últimos días rodeada de su familia. "Logramos trasladarla, estuvo un mes y falleció. El marido nos llamó y nos agradeció lo que habíamos hecho, puesto que ese gesto había cambiado la fase final de su vida", explica.
Hoy, la Fundación recibe constantes llamadas de distintos hospitales o de particulares y se plantean abrir nuevas sedes en otras comunidades ya que, algunas veces, es difícil mover la ambulancia a grandes distancias. "Estamos en una fase de expansión", asegura Salas. De momento, ya han atendido a más de 50 usuarios en un año.
¿Cómo surgió la idea?
Existen más organizaciones en el resto del mundo bajo el nombre de Ambulancia del Deseo, pero la primera, la casa madre, surgió en Holanda en 2007. "Se creó a raíz de algo casual", comenta Salas. Y explica que el fundador, Kees Veldboer, un conductor de ambulancia holandés, tenía que hacer un traslado de un paciente con una enfermedad en estado terminal pero, a mitad de camino, le comunicaron que debían esperar cuatro horas hasta que se liberase una habitación en el hospital.
Al no saber qué hacer durante ese lapso de tiempo, decidió preguntar a su pasajero que a dónde le apetecía ir y éste respondió que "a ver el puerto" (le traía recuerdos de su pasado como marinero). Así, fueron y, al ver la "cara de felicidad" del paciente, se dio cuenta de con qué poco había conseguido hacer más placenteros los últimos momentos de aquel hombre. Por ello, decidió crear esta fundación que ya ha ayudado a cumplir los últimos deseos de más de 12.000 personas, sólo en Holanda.
Rafaela (izda.), una mujer de 70 años con cáncer de Lloret de Mar (Barcelona) se pudo reunir en 2018 con su hija (dcha.), también enferma y en estado terminal, gracias a la ayuda de la Fundación Ambulancia del Deseo.