Antonio y Pilar tienen 86 y 90 años respectivamente y forman parte del grupo de teatro de Caídos del cielo, un ONG que se dedica a combatir el aislamiento social a través de diferentes talleres.
La organización trabaja sobre todo con personas sin hogar, transgénero, refugiados o víctimas de violencia de género, y esta temporada han decidido empezar a trabajar también con las personas que sufren soledad no deseada.
Andrea Ropero, periodista del programa El Intermedio (La Sexta), ha tenido la oportunidad de hablar con los dos miembros más mayores de este taller, a los que el teatro les ayuda a no sentirse solos: "Para nosotros supone un día a la semana diferente al día a día de estar encerrados en casa, que solo salimos a la compra", explica Antonio.
Los aplausos de sus hijos
El hombre estaba pasando por un momento complicado y cada vez le costaba más salir de casa: "Ahora estoy en un momento de caída, de bajón de moral, por la salud, la inclinación del cuerpo... vamos un día a fisioterapia y otro al psicólogo, estoy en la decadencia", explica.
Los mayores encuentran en el escenario un "ambiente grato", algo que no siempre tienen en sus casas, y por eso cuando actúan se sienten bien con ellos mismos: "El teatro es un espejo de la vida. Si alegras a los espectadores, y consigues que se olviden de sus problemas y preocupaciones, y además luego recibes sus aplausos, pues te congratula", asegura Antonio.
Para Pilar lo más importante de este taller es "el contacto con la gente", y la emoción que sienten cuando reciben los aplausos del público, "sobre todo los más fuertes que son los de los hijos", matiza Antonio.
Pilar y Antonio terminaban la entrevista agradeciendo a la periodista el espacio que les había dado para hablar de como el teatro les ha ayudado a afrontar sus problemas de otra manera.