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Investigadores de la Universidad HSE (Rusia) y la Universidad de Northumbria (Reino Unido) han descubierto que el bilingüismo puede ralentizar y mitigar el curso de los cambios relacionados con la edad en el cerebro humano.
El cerebro humano empieza a funcionar peor con la edad: la velocidad general de procesamiento de la información disminuye, la memoria episódica y a corto plazo se deteriora, y el control de las habilidades lingüísticas y las funciones ejecutivas y visoespaciales se reduce. Este proceso se denomina "envejecimiento cognitivo". A nivel neuronal, se manifiesta a través de cambios anatómicos en la materia gris y blanca de regiones específicas del cerebro.
Sin embargo, la velocidad a la que se produce el envejecimiento varía y depende de la reserva cognitiva de la persona, es decir, la capacidad del cerebro para hacer frente a los efectos del daño cerebral relacionado con la edad y mantener un rendimiento óptimo.
Esta reserva se acumula a lo largo de la vida de una persona, ya que el cerebro refuerza las redes neuronales en respuesta a diversos estímulos externos. Cuanto más complejas sean las redes neuronales, mayor será la reserva cognitiva de una persona y más leves serán los cambios relacionados con la edad.
Ya se ha demostrado que la reserva cognitiva está influida por el ejercicio físico, la nutrición, la carrera profesional, los hábitos de ocio, el nivel de educación, el estatus socioeconómico y varios otros factores.
Ahora, este equipo de científicos decidió investigar el efecto del bilingüismo en el funcionamiento del cerebro de las personas mayores y su relación con otros aspectos de la reserva cognitiva.
En su trabajo, publicado en la revista científica Frontiers in Psychology, los investigadores realizaron un experimento con 63 adultos de 60 años o más. Los participantes estaban sanos y no tenían antecedentes de trastornos psiquiátricos o neurodegenerativos.
Los requisitos de participación en el estudio incluían el conocimiento de una segunda lengua ("bilingüismo" en este caso se refiere a la capacidad de hablar dos idiomas, sin importar la fluidez). Antes del experimento, todos los participantes respondieron a un cuestionario en el que se investigaba su reserva cognitiva (que incluía preguntas sobre el estado civil de los participantes, su nivel de estudios, su profesión, sus relaciones sociales, sus actividades deportivas, etc.)
Los participantes también tenían que indicar desde cuándo conocían una segunda lengua, con qué frecuencia y dónde la utilizaban, y qué grado de fluidez tenían en esa lengua. A los participantes se les presentó una tarea en que se muestra una fila de cinco flechas; la flecha central "objetivo" es el estímulo clave. Las flechas situadas a ambos lados de la flecha central (los "flanqueadores") pueden apuntar en la misma dirección que el estímulo clave (congruente), en la dirección opuesta (incongruente) o pueden ser sustituidas por otros objetos (como cuadrados). Se pidió a los participantes que indicaran la dirección del objetivo central, y que lo hicieran lo más rápidamente posible.
En una situación incongruente (cuando el objetivo y las flechas laterales apuntan en direcciones diferentes), suele ser más difícil para una persona concentrarse y dar la respuesta correcta. Sin embargo, el bilingüismo mostró un efecto facilitador en la tarea. Cuanto más tiempo llevaban las personas estudiando una segunda lengua y más fluidez tenían, mejor era su rendimiento en el experimento.
El nivel de conocimientos lingüísticos de los sujetos desempeñó un papel más importante que el tiempo que llevaban aprendiendo una segunda lengua. Los investigadores explican este resultado señalando que los hablantes bilingües se enfrentan constantemente a conflictos similares en la vida cotidiana, en la que deben tomar decisiones y cambiar entre dos sistemas lingüísticos.
"A diferencia de otros factores que conforman la reserva cognitiva, el bilingüismo es único en el sentido de que está constantemente presente en nuestras vidas. Podemos hacer y dejar de hacer ejercicio físico, hacer una u otra dieta o cambiar de trabajo, pero el lenguaje permanece con nosotros todo el tiempo. Nos comunicamos, vemos películas y leemos libros, y los centros lingüísticos están constantemente trabajando en nuestra mente", concluye uno de los líderes de la investigación, Federico Gallo.