Ángel Marcos Martín nació el 9 de julio de 1939 en el pueblecito segoviano de Escobar de Polendos. Dedicó su vida laboral a la enseñanza de la Historia en la segunda fase de EGB y lo compaginó con la enfermería, es ATS, en los servicios de urgencia de Vic, “que es donde trabajaba”. A sus 80 años es el presidente de la Federación Catalana de la Unión Democrática de Pensionistas de España (UDP) hasta las próximas elecciones de septiembre, a las que no se presentará porque “ya llevo dos mandatos y además estoy muy cascado”.
PREGUNTA: ¿Cómo llega Ángel Marcos a UDP?
RESPUESTA: Yo estaba en una asociación vinculada a un sindicato y cayó en mis manos un boletín, me informé y me gustó lo que encontré. Nos unimos varias asociaciones de mayores y creamos en Barcelona, hace ya ocho años, la Federación Catalana de UDP.
P.: ¿Cuántos asociados tiene la Federación Catalana de UDP?
R.: La Federación, como tal, no tiene socios directos. Tenemos 13 asociaciones con implantación en las cuatro provincias catalanas. Son cerca de 8.000 personas porque cada asociación suele estar formadas por unas 600 personas de media. Son asociaciones grandes.
P.: ¿Cuáles son los problemas que más preocupan a los mayores catalanes?
R.: Pues en principio los mismos que al resto de mayores españoles, pero sobre todo la dependencia. Le voy a dar un dato, 100.000 dependientes catalanes han muerto esperando a que les llegase la prestación. Ya cuando se hizo la Ley, vimos que realmente era muy bonita, pero que si no se dotaba de fondos para su financiación iba a pasar lo que está pasando. Ahora en Cataluña, de los dos millones de jubilados que somos, 250.000 son personas dependientes.
"100.000 dependientes catalanes han muerto esperando a que les llegase la prestación"
P.: ¿Y las pensiones?
R.: Respecto a las pensiones ya se han visto las movilizaciones que se han hecho en toda España y también aquí. Las pensiones deberían estar blindadas por la Constitución y como estaban en el Pacto de Toledo, actualizándose con arreglo al IPC. Yo soy un firme partidario del Pacto de Toledo, fue algo muy interesante, un punto de referencia en la problemática de los mayores. Es una verdadera pena que los políticos no se pongan de acuerdo y sigan teniendo congelado el Pacto de Toledo.
P.: ¿Qué nos dice del problema de la soledad no deseada?
R.: Con la soledad se está trabajando mucho porque hay mucha, pero al final es un problema que cada uno resuelve a su manera. ¿Cómo puede estar sola una persona muy mayor que vive en un cuarto piso sin ascensor? Y la soledad trae consigo muchas más cosas. Por lo menos, las personas que la sufren tienen la posibilidad de que el Ayuntamiento de Barcelona y la Cruz Roja les facilite ‘la medallita’ de la teleasistencia, de forma gratuita para los que cobran las pensiones más bajas, y pueden llamar para charlar un rato.
"El problema de los mayores en Cataluña es el mismo que el del resto de la sociedad catalana, la división"
P.: ¿Hay problemas específicos de mayores catalanes?
R.: El problema de los mayores en Cataluña es el mismo que el del resto de la sociedad catalana, la división. Yo siempre pensé que entre los mayores habría más que no quieren la independencia, pero los independentistas van ganando terreno. Les están convenciendo fácilmente diciéndoles que estarán mejor en una república, que Madrid les roba… Sí, va creciendo el independentismo entre las personas mayores. Aún no es tan alto como entre los jóvenes, pero sin duda va en aumento.
P.: ¿Son amigables las ciudades catalanas con los mayores?
R.: Habría que diferenciar entre la Cataluña rural y la urbana. En el campo la gente se conoce, se ayuda y es más sencillo, por ejemplo, ir al Ayuntamiento para hacer cualquier gestión. En las grandes ciudades como Barcelona hay, eso sí, reuniones con el Ayuntamiento, Consejos de Mayores, pero lo cierto es que al final nos aburrimos porque los resultados nunca alcanzan las expectativas creadas y las promesas dadas no se cumplen.
P.: ¿Qué le pedirán los pensionistas catalanes al nuevo Gobierno cuando esté conformado?
R.: Algo muy sencillo, que nos tengan en cuenta y hagan políticas sociológicas para lograr un cambio de mentalidad porque a los mayores, aún sin querer, nos marginan. No tiene más que ver la televisión y cómo se rinde culto a la belleza, a la juventud, al cuerpo... A los mayores todos los programas nos desatienden, no nos tienen en cuenta. Sufrimos un gran edadismo y también estamos hartos de que se nos diga que no valemos para nada, que estorbamos y somos una ruina económica para el Estado, lo cual no es cierto. Además, los mayores hemos tenido una vida laboral muy productiva porque en nuestros tiempos no había problemas de trabajo y la gente se pluriempleba, hacía un dinerito, compraba una segunda vivienda para los fines de semana, tenía un cierto patrimonio y de todo eso pagamos impuestos. En Cataluña nos pegan un buen palo a cuenta del patrimonio. No es verdad que seamos la ruina del Estado.