Solidaridad entre generaciones: "Nadie hace nada"

Este lunes 29 de abril se celebra el Día Europeo de la Solidaridad y la Cooperación entre Generaciones, una fecha con la que se busca reivindicar la inclusión y participación de las personas mayores para su contribución a la sociedad y, de esta forma, fomentar una mayor solidaridad intergeneracional. 

La importancia de celebrar este día, tal y como lleva haciéndose desde el año 2009, responde a uno de los lemas que, por parte de las personas mayores, más se han defendido, como es el de "una sociedad para todas las edades", según indica Gonzalo Berzosa, presidente de la Confederación Española de Aulas de Tercera Edad (CEATE), a 65YMÁS con motivo de este día. 

De hecho, la solidaridad entre generaciones "es y ha sido un elemento clave de nuestros sistemas económicos, financieros y sociales a nivel europeo; pues la intergeneracionalidad pasa precisamente por una forma distinta de concebir la realidad y de ejercer nuestra responsabilidad social como sujetos democráticos activos", señala el presidente de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP), Lázaro González, a este diario, destacando que tiene, además, "un propósito de cambio, de mejora y modificación de aspectos relacionados con nuestras necesidades y nuestro bienestar social", suponiendo, en definitiva, "devolver a la ciudadanía la responsabilidad de su propio destino en la construcción social". 

"La transición demográfica en Europa ha conllevado cambios significativos en la estructura del hogar y de las familias con un impacto potencial en la dinámica entre las generaciones. Como consecuencia del aumento de la longevidad en nuestras sociedades, la mayoría de las personas adultas en Europa pertenecen a una red familiar de diversas generaciones con la que comparten varias décadas a través de una compleja red de lazos", explica González, resaltando a su vez la "importancia decisiva" que adquiere esta cuestión en la vivienda de los mayores. 

"No hay mejor vejez activa que la participativa y no hay acción intergeneracional que pueda prescindir de la participación de todas las generaciones, en igualdad de oportunidades. Esa solidaridad intergeneracional es también condición previa esencial para la cohesión social y un fundamento de la asistencia pública formal, y de los sistemas de cuidado informales. De hecho, los sistemas de bienestar se basan en gran medida en la solidaridad entre generaciones, ya que las generaciones más jóvenes apoyan a las generaciones mayores", indica. 

Berzosa hace referencia así a una serie de avances "notorios", como es "el cambio de perfil de la persona mayor". Y es que, tal y como explica, "antes el modelo de ser persona mayor tenía mucho más peso sanitario que social. Sin embargo, hoy ha cambiado ese modelo: las personas mayores envejecemos con más salud, más formación, más presencia social, más recursos personales y más futuro. Por eso, el perfil de hoy es el de personas más activas y participativas". 

Tal y como refleja, de hecho, el informe Los sénior, un colectivo injustamente olvidado por las marcas, realizado conjuntamente por 65YMÁS y la compañía de medición Comscore, en colaboración con la consultora Comunicas, que revela que el perfil de los sénior ha cambiado. Ahora consumen, hacen deporte, están formados, conectados, viajan, salen y disfrutan de la gastronomía, visitan museos..., es decir, son personas activas. La encuesta sobre Talento Sénior, publicada recientemente por este diario, refleja a su vez, entre las conclusiones aportadas, que es necesario mejorar el reconocimiento del talento sénior por parte de la sociedad y las empresas, así como acabar con el edadismo. 

Desde la Federación de Asociaciones de Personas Mayores de Cataluña (FATEC), su presidente, Josep Carné, lamenta que "se nos llena mucho la boca al hablar de la solidaridad intergeneracional, pero en el fondo nadie hace nada para avanzar en este tema".

Es por ello que considera necesario "buscar la forma de conseguir unir con solidaridad y respeto, una buena relación entre todas las generaciones, ya que debemos tener la posibilidad de interactuar conjuntamente, para participar plenamente en actividades sociales, culturales, de educación, así como en la vida pública". 

Una sociedad para todas las edades

Desde la PMP hacen referencia así a la necesidad de políticas que "de manera transversal, incorporen una perspectiva intergeneracional que incluya una visión integradora de todas las edades", al tiempo que destacan la importancia de "promover espacios de encuentro, lo que implica remodelar la organización, la gestión y las prestaciones, así como los usos de los centros y de los espacios públicos".

"Es imprescindible fomentar la interacción, la participación y el liderazgo; al igual que corregir las políticas sesgadas por los criterios de edad y enfocando la acción de las Administraciones Públicas desde un prisma común", añaden. 

Adela Cabezas, presidenta de la Confederación Nacional de Jubilados y Pensionistas de España (CONJUPES) reivindica, por su parte, "más medios y espacios para poder trabajar en ello". Así como que se incluya tanto a los jóvenes como a los mayores.

En la defensa de una sociedad para todas las edades, desde CEATE reclaman "promover recursos, atenciones y servicios para mantener el bienestar personal de las personas mayores (atención sanitaria, atención económica, atención social y de servicios), y promover y fundamentar la inclusión social de las mayores", una inclusión social que hace referencia a "no solo estar en la sociedad, sino que la sociedad te acoja, te reconozca y te apruebe; ser aceptado". 

En este sentido, considera que sería necesario "luchar contra la marginalidad de las personas mayores, que se fundamenta y establece en el edadismo; contra la sobreprotección y el paternalismo; y contra la uniformidad, puesto que hay una gran diversidad y complejidad en las personas mayores". 

La solidaridad intergeneracional es un tema que "nos concierne y corresponde al conjunto de la sociedad", señalan en esta línea desde la PMP, refiriéndose "no solo a las personas, sino también a las instituciones, organizaciones y empresas, que tienen en la intergeneracionalidad la vía para lograr la cohesión social y el mejor modo de rentabilizar el talento, desarrollar la eficiencia, el compromiso y el reconocimiento social entre generaciones".

"Para las instituciones, los mecanismos de redistribución solidaria deben ser reforzados con formas de solidaridad intergeneracional que profundicen en los derechos sociales. Pero para una mayor efectividad de las políticas, es necesaria una aproximación integradora, con servicios basados en la comunidad, desde una lógica de curso de vida que evolucione hacia políticas intersectoriales", añaden.

A este respecto, Berzosa hace referencia, a su vez, a tres ejes: "la administración, que debería luchar contra el edadismo, el paternalismo y esa uniformidad; las entidades sociales, que deberían dar más visibilidad de lo que hacen, más voz de lo que dicen los mayores; y las propias personas mayores que nos organizamos en entidades, que deberíamos visibilizar más los programas que realizamos en el mundo empresarial, formativo, educativo, cultural y de la diversión. Esto daría más visibilidad a la solidaridad y cooperación entre generaciones", señala. 

"A los mayores nos preocupa mucho el posible choque que, en las próximas décadas, puede haber entre unas generaciones activas laboralmente y aportadoras de recursos al erario público, y otras que, por jubiladas, recibirán prestaciones y servicios: unas por aportar mucho y las otras por recibir poco. Por esto es necesario ir pensando y gestionando, desde ahora, un pacto social e intergeneracional que evite este posible enfrentamiento", apuntan a su vez desde FATEC, planteando que "si distintas generaciones compartimos preocupaciones y problemas, ¿por qué no buscar soluciones conjuntas? ¿Por qué no crear espacios donde los distintos grupos se ayuden y se refuercen?". 

"Las generaciones somos y debemos ser interdependientes, pero también es cierto que nos necesitamos mutuamente. Moralmente, creo que estamos obligados a intercambiar soportes para garantizar el bienestar y el futuro de todos. Para empezar, debemos romper con los estereotipos de cómo nos ve la sociedad: durante el día, las personas mayores con gorra y bastón, en un banco de una plaza haciendo tertulia, y en el mismo banco, en la noche, los jóvenes haciendo botellón. Ni unos ni otros somos todos así y debemos luchar juntos para borrar estas imágenes", señala Carné. Así como "encontrar puntos de coincidencia y entendimiento entre distintas generaciones, fuera del ámbito familiar", algo que "puede resultar difícil o complicado", admite. "Pero los problemas de los mayores de hoy son los que tendrán la gente más joven mañana, si no los solucionamos ahora".

"Muy a menudo, las generaciones más jóvenes ven su futuro -referente a las prestaciones sociales y la jubilación- como lejano y se despreocupan de él, pensando que ya llegará el momento de hacerlo. Paralelamente, las personas de edad tenemos dificultades para entender los modelos de vida, opiniones, posicionamientos de las personas jóvenes. Unos y otros no sabemos construir espacios comunes de conocimiento, debate y comprensión; por tanto, es necesario trabajar todos juntos para ponerle remedio", añade. De esta forma, considera que se deben establecer "programas diseñados y planificados a conciencia basados en el intercambio de experiencias, que tengan continuidad en el tiempo, que sean generadores de convivencias y capaces de fomentar la cohesión social".

"De esta forma, desde la colaboración solidaria entre todas las generaciones, podremos encontrar nuevas perspectivas y soluciones a los viejos problemas de siempre", afirma. 

Obstáculos que frenan la cooperación entre generaciones

La importancia de la solidaridad entre generaciones cobra especial relevancia cuando hablamos de todo lo que pueden aportar unos y otros, mayores y jóvenes, también entre ellos. Así, mientras que los mayores "aportan experiencia y conocimientos adquiridos a través de toda una vida", los jóvenes ofrecen "savia nueva y ganas de un futuro mejor", destacan desde CONJUPES. 

Por su parte, Berzosa, más allá de ese aporte "tradicional", considera que "pueden aportar mutuamente tres cosas: un modelo social que demuestra que crecemos juntos, que nadie crece solo, que nos desarrollamos en relación, en comunidad; la cultura del reconocimiento, valorar lo que hace el otro, que en definitiva fomenta la estima en los colectivos; y el dinamismo social, es decir, que las sociedades cambian, y cambiar es dejar algo viejo y añadir algo nuevo, lo importante es saber qué hay que dejar y qué hay que añadir. Y ahí las personas mayores pueden aportar que hay cosas que no hay que dejar, mientras los jóvenes pueden aportar que hay cosas que hay que añadir. Da una idea de ese dinamismo, de que cuando uno cambia, siempre permanece algo, y lo importante es saber qué permanece", explica. 

Sin embargo, la consecución de estos objetivos todavía se ve obstaculizada por la falta de programas desde las instituciones para "tener encuentros entre generaciones, poder dialogar y conocer las inquietudes que tenemos todos, tanto los mayores como los jóvenes", opina Cabezas. 

También están los "obstáculos físicos y sociales, es decir, la división que a veces hacemos de espacios solo para jóvenes y solo para mayores" y los "obstáculos culturales, los que hay que luchar desde la escuela, desde la formación, la interrelación. Es creer que las personas mayores no podemos cambiar, que no pueden crecer y dinamizar, que no pueden aprender. Es pensar que las personas mayores de hoy son como las de ayer, cuando los mayores de hoy aportan mucha iniciativa en entidades públicas y privadas", añade Berzosa, que resalta la necesidad de acabar con esos obstáculos de "vivir separados" cuando "compartimos cultura, experiencia, vivencia, diversión y comunicación". 

Así como "las crisis económicas, las altas tasas de desempleo, la precariedad, el individualismo, la sectorización social, los cambios en las reglas del juego del sistema productivo o las condiciones de los contratos entre generaciones", situaciones que "pueden crear tensiones entre ellas, tensiones que pueden verse acentuadas cuando desde nuestra sociedad se utilizan narrativas de enfrentamiento generacional o se presenta a las personas mayores y pensionistas como una carga y un elemento de gasto", aporta González. 

En sentido, apunta que "como sociedad debemos de hacer una pedagogía constante de la intergeneracionalidad, del diálogo y la solidaridad entre generaciones. Concienciar y sensibilizar a la ciudadanía del cambio profundo y de la oportunidad que significa la nueva longevidad, y de cómo sus retos encuentran respuesta eficaz en la cultura intergeneracional, clave para que nuestras sociedades aspiren a un futuro más inclusivo, equitativo y sostenible para todas las edades. Pues los retos del presente y futuro de nuestro siglo requieren de la cooperación intergeneracional para ser resueltos de la mejor manera posible: reto demográfico, mantenimiento del estado de bienestar, cambio climático, convivencia política y social, brecha digital y accesibilidad, conflictos bélicos, transición ecológica... Tenemos que crear nuevas metodologías, más democráticas, más relacionales, más responsables en el empleo de los recursos, especialmente los económicos, y más basadas en la opinión de las personas. A los retos del futuro, no podemos acudir con las mismas herramientas del pasado", concluye.